Mi querido
compañero y amigo:
Por
las informaciones y noticias, he seguido el desarrollo de los acontecimientos
ocurridos alrededor del congreso de la CGT y deseo hacerle llegar, junto con mi
saludo más afectuoso, mis felicitaciones más cordiales, que le ruego haga
extensivas a todos los compañeros que participaron en esa acción, que no solo
ha salvado el honor peronista, sino que también ha permitido comprobar
fehacientemente la conducta de los que, con diversos pretextos, se encuentran
traicionando a los trabajadores y al Movimiento.Espero que esta elocuente evidencia convenza a los demás compañeros y a la masa popular sobre los verdaderos valores de algunos dirigentes, como asimismo puedan discernir con claridad entre los que sirven y los que son solo simuladores que no persiguen otro fin que sus intereses personales, en procura de una riqueza tan infamante como sus procedimientos. No se ha puesto menos en evidencia la actitud gubernamental que sigue utilizando la corrupción más despreciable en complicidad con los que se avienen a ello con fines de lucro.
Hay
una virtud contra la que el dirigente no puede delinquir: La lealtad que debe a
la base. Y, cuando olvidando la misión que ha recibido y traicionando sus
deberes esenciales, se lanza a la conquista del dinero, poco tarda en quedar
destruido por sus propios malos procedimientos. Una cosa es la habilidad en la
dirección y otra muy distinta el procedimiento tortuoso con fines
inconfesables. Como una cosa es el error o la incapacidad y otra muy distinta
la mala intención, obediente a mezquinos intereses. De todo se ha visto en esta
oportunidad, pero no es difícil diferenciar los que puedan haberse equivocado,
de los que están en otra cosa muy distinta.
Yo,
que como siempre, me mantengo al margen de los problemas internos del
sindicalismo, porque creo que éstos deben ser resueltos por las respectivas
organizaciones, no puedo menos que percibir con extrañeza y con dolor la falta
de solidaridad provocada por unos cuantos malintencionados, en complicidad con
organismos oficiales que, teniendo la obligación de portarse bien, no escatiman
medios para provocar la destrucción de la organización sindical argentina. Y,
si por la situación esto puede explicarse, lo que resulta inexplicable es que
haya dirigentes que traicionando su deber, se presten para esa destrucción.
El
tiempo será el mejor juez y el mejor testigo porque las infamias pueden
cometerse: lo difícil es borrarlas. Llegará un día en que cada uno deba rendir
cuentas de sus acciones. Mientras tanto responderán ante su conciencia.
Le
ruego salude a los compañeros. Un gran abrazo
Madrid, 5 de Abril de 1968 Tomado de "Los gráficos, 150 años", Buenos Aires, 2007