Compañeros,
Voy
solamente a decirles unas pocas palabras para que después el gobernador de Las
Villas esté con ustedes. Quería decirles solamente, que es para nosotros motivo
de honda evocación el estar en el Pedrero [inaudible] que todavía
conserva las cicatrices de la metralla enemiga. Cada una de las casas de este
poblado puede contar su historia de la guerra, su historia personal de la
guerra, así como cada uno de los campesinos de esta zona puede contar también
su historia personal de la guerra, su historia de sufrimiento, del sufrimiento
que todo el pueblo de Cuba debió soportar durante 7 años; pero que en las
regiones agrarias alcanzó su máxima intensidad; ya después de un mes y algunos
días de la victoria, las ciudades han tomado su ritmo, casi no se ven huellas
de la guerra, sin embargo, no tenemos nada más que internarnos apenas, en las primeras
estribaciones del Escambray para ver asimismo el sitiado, como están el resto
de las casas campesinas, tenemos que luchar para que eso no sea así, tenemos
que luchar todos juntos, ustedes y nosotros.
Pero
ya les digo que hoy vuelvo a sentirme como entre ustedes, entre los sombreros
de yarey. (Aplausos.) Yo soy ya, bastante guajiro, les voy a decir,
cuando voy a la ciudad me encuentro realmente, el aire acondicionado no se ha
hecho para mí, y prefiero siempre estar en contacto directo con el pueblo,
incluso cuando se dice de alguno de los que hemos dirigido esta Revolución de
fulano, zutano, se expresan una serie de elogios desmedidos, me pongo a pensar
sinceramente, en la masa de campesinos, que sí hicieron la Revolución. Todos
ustedes, señores, son los verdaderos triunfadores de la Revolución. (Aplausos.)
Ustedes fueron los que pusieron el hombro día a día, para hacer que aquella
minúscula guerrilla de Oriente, saliera de allí de la Sierra Maestra, cruzara
hasta el Segundo Frente Oriental, llegara después aquí al Escambray y se
extendiera por toda la isla de Cuba.
El
esfuerzo y los méritos de la victoria son del campesinado cubano (aplausos),
hoy le toca a este campesinado recoger también los frutos de la victoria y ese
fruto es la Reforma Agraria. (Aplausos.) Por eso hemos venido hoy a
hablar con ustedes, para darle la absoluta seguridad, en nombre del Gobierno y
del Ejército Rebelde, de que la Reforma Agraria seguirá adelante contra
cualquier clase de peligro, contra cualquier clase de valla que se pretenda
levantar a su paso. Puedo asegurarles (aplausos), yo puedo asegurarles,
que si la cooperación del pueblo es tan entusiasta como hasta ahora, no habrá
enemigo latifundista interno, ni enemigo extranjero que pueda impedir la
Reforma Agraria. (Aplausos.)
Quizás
alguno de ustedes, conozca cual es la Ley que se dio en la Sierra Maestra.
Alguna vez tuve oportunidad de decirles que no era una Ley perfecta, en aquella
época no se podía llegar hasta los extremos, hacia los que hoy podemos llegar,
aquella Ley tenía el defecto de no atacar el latifundio; nosotros estamos
decididos hoy, a llegar hasta el latifundio, hasta atacarlo y destruirlo
completamente. Necesitamos para eso (aplausos), necesitamos señores,
para eso, el apoyo y la fe de todo el campesinado cubano. (Aplausos.)
Yo
le pido a todos, que no tengan duda alguna con respecto a las intenciones del
Gobierno y del Ejército Rebelde, con respecto a la Reforma Agraria. Ha sido
durante los años difíciles de la guerra, nuestra batalla: un campesino que no tenga
una tierra propia y mientras haya una tierra que no esté trabajada. (Aplausos.)
Quería decirles, que a todos ustedes que han vivido el problema de la tierra en
Las Villas, cuál es la posición de nuestro Ejército, frente a los latifundios
de toda esta zona, quería explicárselos bien, para que no haya dudas en la
manera de actuar de ustedes y de nosotros. Yo les he asegurado ya, y se lo
aseguro con la mano en el corazón, que el Ejército Rebelde, está dispuesto a
llevar la Reforma Agraria hasta sus últimas consecuencias, lo digo una y mil
veces. (Aplausos.) Pero también, precisamente porque estamos dispuestos
a llevar esa Reforma Agraria adelante, es que necesitamos la cooperación de
todo el pueblo para hacerla ordenada, para que no se cometan abusos, para que
los aprovechados no tomen la tierra.
Ahora
bien, este pedido que les hago, es precisamente para la reforma que va a venir,
la que se va a hacer de ahora en adelante. Pero a la tierra que al pueblo
revolucionariamente (inaudible)... no habrá un solo comando de nuestras
fuerzas, no habrá un solo soldado de este Ejército que tirará contra los
campesinos, nuestros amigos de siempre. (Aplausos.)
Había
algunos compañeros, que pedían el título de propiedad, para las tierras, de
algunos connotados servidores del régimen. Eso, señores, es un pedido que está
demás hacerlo, eso pertenece ya a cada campesino, se le dará en el momento
oportuno ese papel, pero ya, no puede haber poder que los separe de su tierra,
sépanlo bien los que la tienen (aplausos), sépanlo bien los campesinos
que revolucionariamente ocuparon esas tierras, que no hay poder legal, ni debe
haber poder extralegal capaz de desalojarlos, y que si alguien pretende
desalojarlos, tienen hasta el derecho último de agarrar un arma e impedir que
los desalojen. (Aplausos.)
Pero
de ahora en adelante, señores, pedimos precisamente la cooperación de todos
ustedes para que no haya ninguna clase de roce entre nuestro Ejército, que debe
garantizar el orden, y entre ustedes, los que serán en el futuro propietarios de
la tierra de Cuba.
Debemos,
señores, ir rápidamente a la constitución de Asociaciones Campesinas, que sean
primero por barrios, como hicimos alguna vez en Gavilanes, y que después se
vayan aumentando en federaciones regionales hasta constituir una gran federación
nacional campesina, que sea la encargada de distribuir toda la tierra, pero que
sea controlada directamente por el pueblo, es decir, la constitución de estas
federaciones debe nacer de la voluntad popular y no de la voluntad de ningún
gobierno, por bueno que sea. Las Federaciones deben constituirse de abajo hacia
arriba por el voto popular y no de arriba hacia abajo. (Aplausos.)
Quiero
acabar, señores, dándoles un consejo fraterno a los trabajadores del central
«Santa Isabel» que estén aquí, yo tenía que hablar con ellos, había quedado
comprometido a hablar, pero cuando llegué, ya me dijeron que habían venido
hacia aquí, hasta este mitin. Quería decirles a los trabajadores, que me enteré
al hablar, al ir a hablar que había dos sindicatos, quería pedirles
fraternalmente que mediten sobre el peligro de dividir, dividir en las entrañas
mismas de un central a la clase obrera, en obreros de este tipo, y obreros de
aquel otro tipo; porque la gran palabra de orden para toda la nación, que es la
unión, debe ir aplicándose también, a todas las fases de la vida cubana. Así
como debemos estar todos unidos frente al peligro común que nos amenaza, deben
estar unidos todos los obreros entre sí, y deben irse fusionándose los
sindicatos para constituir bloques realmente fuertes que puedan oponer una voz
multitudinaria cada vez que la agresión de los patronos quiera sobarse sobre la
masa del pueblo, eso es todo compañeros. Muchas gracias. (Aplausos.)