Che Guevara.Discursos completos en la Asamblea General de las Naciones Unidas. 11 de Diciembre de 1964
Señor
Presidente,
Señores Delegados:
Señores Delegados:
La
representación de Cuba ante esta Asamblea se complace en cumplir, en primer
término, el agradable deber de saludar la incorporación de tres nuevas naciones
al importante número de las que aquí discuten problemas del mundo. Saludamos,
pues, en las personas de su Presidente y Primeros Ministros, a los pueblos de
Zambia, Malawi y Malta y hacemos votos porque estos países se incorporen desde
el primer momento al grupo de naciones no alineadas que luchan contra el
imperialismo, el colonialismo y el neocolonialismo.
Hacemos
llegar también nuestra felicitación al Presidente de esta Asamblea, cuya
exaltación a tan alto cargo tiene singular significación, pues ella refleja
esta nueva etapa histórica de resonantes triunfos para los pueblos de Africa,
hasta ayer sometidos al sistema colonial del imperialismo y que hoy, en su
inmensa mayoría, en el ejercicio legítimo de su libre determinación, se han
constituido en Estados soberanos. Ya ha sonado la hora postrera del
colonialismo y millones de habitantes de Africa, Asia y América Latina se
levantan al encuentro de una nueva vida e imponen su irrestricto derecho a la
autodeterminación y el desarrollo independiente de sus naciones. Le deseamos, Señor
Presidente, el mayor de los éxitos en la tarea que le fuera encomendada por los
países miembros.
Cuba viene a
fijar su posición sobre los puntos más importantes de controversia y lo hará
con todo el sentido de la responsabilidad que entraña el hacer uso de esta
tribuna, pero, al mismo tiempo, respondiendo al deber insoslayable de hablar
con toda claridad y franqueza.
Quisiéramos
ver desperezarse a esta Asamblea y marchar hacia adelante, que las Comisiones
comenzaran su trabajo y que éste no se detuviera en la primera confrontación.
El imperialismo quiere convertir esta reunión en un vano torneo oratorio en vez
de resolver los graves problemas del mundo; debemos impedírselo. Esta Asamblea
no debiera recordarse en el futuro sólo por el número XIX que la identifica. A
lograr ese fin van encaminados nuestros esfuerzos.
Nos sentimos
con el derecho y la obligación de hacerlo debido a que nuestro país es uno de
los puntos constantes de fricción, uno de los lugares donde los principios que
sustentan los derechos de los países pequeños a su soberanía están sometidos a
prueba día a día, y minuto a minuto y, al mismo tiempo, una de las trincheras
de la libertad del mundo situada a pocos pasos de imperialismo norteamericano
para mostrar con su acción, con su ejemplo diario, que los pueblos sí pueden
liberarse y sí pueden mantenerse libres en las actuales condiciones de la
humanidad. Desde luego, ahora existe un campo socialista cada día más fuerte y
con armas de contención más poderosas. Pero se requieren condiciones
adicionales para la supervivencia: mantener la cohesión interna, tener fe en
los propios destinos y decisión irrenunciable de luchar hasta la muerte en
defensa del país y de la revolución. En Cuba se dan esas condiciones, Señores
Delegados.
De todos los
problemas candentes que deben tratarse en esta Asamblea, uno de los que para
nosotros tiene particular significación y cuya definición creemos debe hacerse
en forma que no deje dudas a nadie, es el de la coexistencia pacífica entre
Estados de diferentes regímenes económico-sociales. Mucho se ha avanzado en el
mundo en este campo; pero el imperialismo -norteamericano sobre todo- ha
pretendido hacer creer que la coexistencia pacífica es de uso exclusivo de las
grandes potencias de la tierra. Nosotros expresamos aquí lo mismo que nuestro
Presidente expresara en El Cairo y lo que después quedara plasmado en la declaración
de la Segunda Conferencia de Jefes de Estado o de Gobierno de países No
Alineados: que no puede haber coexistencia pacífica entre poderosos solamente,
si se pretende asegurar la paz del mundo. La coexistencia pacífica debe
ejercitarse entre todos los Estados, independientemente de su tamaño, de las
anteriores relaciones históricas que los ligara y de los problemas que se
suscitaren entre algunos de ellos, en un momento dado.
Actualmente,
el tipo de coexistencia pacífica a que nosotros aspiramos no se cumple en
multitud de casos. El reino de Cambodia, simplemente por mantener una actitud
neutral y no plegarse a las maquinaciones del imperialismo norteamericano se ha
visto sujeto a toda clase de ataques alevosos y brutales partiendo de las bases
que los yanquis tienen en Viet Nam del Sur. Laos, país dividido, ha sido objeto
también de agresiones imperialistas de todo tipo, su pueblo masacrado desde el
aire, las convenciones que se firmaran en Ginebra han sido violadas y parte del
territorio está en constante peligro de ser atacado a mansalva por las fuerzas
imperialistas. La República Democrática de Viet Nam, que sabe de todas estas
historias de agresiones como pocos pueblos en la tierra, ha visto una vez más
violadas sus fronteras, ha visto como aviones de bombardeo y cazas enemigos
disparaban contra sus instalaciones; como los barcos de guerra norteamericanos,
violando aguas territoriales, atacaban sus puesto navales. En estos instantes,
sobre la República Democrática de Viet Nam pesa la amenaza de que los
guerreristas norteamericanos extiendan abiertamente sobre su territorio y su
pueblo la guerra que, desde hace varios años, están llevando a cabo contra el
pueblo de Viet Nam del Sur. La Unión Soviética y la República Popular China,
han hecho advertencias serias a los Estados Unidos. Estamos frente a un caso en
el cual la paz del mundo está en peligro, pero, además, la vida de millones de
seres de toda esta zona del Asia está constantemente amenazada, dependiendo de
los caprichos del invasor norteamericano.
La
coexistencia pacífica también se ha puesto a prueba en una forma brutal en
Chipre debido a presiones del gobierno turco y de la OTAN, obligando a una
heroica y enérgica defensa de su soberanía hecha por el pueblo de Chipre y su
gobierno.
En todos
estos lugares del mundo, el imperialismo trata de imponer su versión de lo que
debe ser la coexistencia; son los pueblos oprimidos, en alianza con el campo
socialista, los que le deben enseñar cuál es la verdadera, y es obligación de
las Naciones Unidas apoyarlos.
También hay
que esclarecer que no solamente en relaciones en las cuales están imputados
Estados soberanos, los conceptos sobre la coexistencia pacífica deben ser bien
definidos. Como marxistas, hemos mantenido que la coexistencia pacífica ente
naciones no engloba la coexistencia entre explotadores y explotados, entre
opresores y oprimidos. Es, además, un principio proclamado en el seno de esta
Organización, el derecho a la plena independencia contra todas las formas de
opresión colonial. Por eso, expresamos nuestra solidaridad hacia los pueblos,
hoy coloniales, de la Guinea llamada portuguesa, de Angola o Mozambique,
masacrados por el delito de demandar su libertad y estamos dispuestos a
ayudarlos en la medida de nuestras fuerzas, de acuerdo con la declaración del
Cairo.
Expresamos
nuestra solidaridad al pueblo de Puerto Rico y su gran líder, Pedro Albizu
Campos, el que, en un acto más de hipocresía, ha sido dejado en libertad a la
edad de 72 años, sin habla casi, paralítico después de haber pasado en la
cárcel toda una vida. Albizu Campos es un símbolo de la América todavía
irredenta pero indómita. Años y años de prisiones, presiones casi insoportables
en la cárcel, torturas mentales, la soledad, el aislamiento total de su pueblo
y de su familia, la insolencia del conquistador y de sus lacayos en la tierra
que le vio nacer; nada dobló su voluntad. La Delegación de Cuba rinde, en
nombre de su pueblo, homenaje de admiración y gratitud a un patriota que
dignifica a nuestra América.
Los
norteamericanos han pretendido durante años convertir a Puerto Rico en un
espejo de cultura híbrida; habla española con inflexiones en inglés, habla
española con bisagras en el lomo para inclinarlo ante el soldado yanqui.
Soldados portorriqueños han sido empleados como carne de cañón en guerras del
imperio, como en Corea, y hasta para disparar contra sus propios hermanos, como
es la masacre perpetrada por el ejército norteamericano, hace algunos meses,
contra el pueblo inerme de Panamá -una de las más recientes fechorías del
imperialismo yanqui.
Sin embargo,
a pesar de esa tremenda violentación de su voluntad y su destino histórico, el
pueblo de Puerto Rico ha conservado su cultura, su carácter latino, sus
sentimientos nacionales, que muestran por sí mismos la implacable vocación de
independencia yacente en las masas de la isla latinoamericana.
También
debemos advertir que el principio de la coexistencia pacífica no entraña el
derecho a burlar la voluntad de los pueblos, como ocurre en el caso de la
Guayana llamada británica, en que el gobierno del Primer Ministro Cheddy Jagan
ha sido víctima de toda clase de presiones y maniobras y se ha ido dilatando el
instante de otorgarle la independencia, en la búsqueda de métodos que permitan
burlar los deseos populares y asegurar la docilidad de un gobierno distinto al
actual colocado allí por turbios manejos, para entonces otorgar una libertad
castrada a este pedazo de tierra americana.
Cualesquiera
que sean los caminos que la Guayana se vea obligada a seguir para obtenerla,
hacia su pueblo va el apoyo moral y militante de Cuba.
Debemos
señalar, asimismo, que las islas de Guadalupe y Martinica están luchando por su
autonomía desde hace tiempo, sin lograrla, y ese estado de cosas no debe
seguir.
Una vez más
elevamos nuestra voz para alertar al mundo sobre lo que está ocurriendo en Sur
Africa; la brutal política del «Apartheid» se aplica ante los ojos de las
naciones del mundo. Los pueblos de Africa se ven obligados a soportar que en
ese continente todavía se oficialice la superioridad de una raza sobre otra,
que se asesine impunemente en nombre de esa superioridad racial. ¿Las Naciones
Unidas no harán nada para impedirlo?
Quería
referirme específicamente al doloroso caso del Congo, único en la historia del
mundo moderno, que muestra cómo se pueden burlar con la más absoluta impunidad,
con el cinismo más insolente, el derecho de los pueblos. Las ingentes riquezas
que tiene el Congo y que las naciones imperialistas quieren mantener bajo su
control son los motivos directos de todo esto. En la intervención que hubiera
de hacer, a raíz de su primera visita a las Naciones Unidas, el compañero Fidel
Castro advertía que todo el problema de la coexistencia entre las naciones se
reducía al problema de la apropiación indebida de riquezas ajenas, y hacía la
advocación siguiente: «cese la filosofía del despojo y cesará la filosofía de
la guerra.» Pero la filosofía del despojo no sólo no ha cesado, sino que se
mantiene más fuerte que nunca y, por eso, los mismos que utilizaron el nombre
de las Naciones Unidas para perpetrar el asesinato de Lumumba, hoy, en nombre
de la defensa de la raza blanca, asesinan a millares de congoleños.
¿Cómo es
posible que olvidemos la forma en que fue traicionada la esperanza que Patricio
Lumumba puso en las Naciones Unidas? ¿Cómo es posible que olvidemos los
rejuegos y maniobras que sucedieron a la ocupación de ese país por las tropas
de las Naciones Unidas, bajo cuyos auspicios actuaron impunemente los asesinos
del gran patriota africano?
¿Cómo
podremos olvidar, Señores Delegados, que quien desacató la autoridad de las
Naciones Unidas en el Congo, y no precisamente por razones patrióticas, sino en
virtud de pugnas entre imperialistas, fue Moisé Tshombe, que inició la secesión
de Katanga con el apoyo belga?
¿Y cómo
justificar, cómo explicar que, al final de toda la acción de las Naciones
Unidas, Tshombe, desalojado de Katanga, regrese dueño y señor del Congo? ¿Quién
podría negar el triste papel que los imperialistas obligaron a jugar a la
Organización de Naciones Unidas?
En resumen
se hicieron aparatosas movilizaciones para evitar la escisión de Katanga y hoy
Tshombe está en el poder, las riquezas del Congo en manos imperialistas... y
los gastos deben pagarlos las naciones dignas. ¡Qué buen negocio hacen los mercaderes
de la guerra! Por eso, el gobierno de Cuba apoya la justa actitud de la Unión
Soviética, al negarse a pagar los gastos del crimen.
Para colmo
de escarnio, nos arrojan ahora al rostro estas últimas acciones que han llenado
de indignación al mundo.
¿Quiénes son
los autores? Paracaidistas belgas, transportados por aviones norteamericanos
que partieron de bases inglesas. Nos recordamos que ayer, casi, veíamos a un
pequeño país de Europa, trabajador y civilizado, el reino de Bélgica, invadido
por las hordas hitlerianas; amargaba nuestra conciencia el saber de ese pequeño
pueblo masacrado por el imperialismo germano y lo veíamos con cariño. Pero esta
otra cara de la moneda imperialista era la que muchos no percibíamos.
Quizás hijos
de patriotas belgas que murieran por defender la libertad de su país, son los
que asesinaran a mansalva a millares de congoleños en nombre de la raza blanca,
así como ellos sufrieron la bota germana porque su contenido de sangre aria no
era suficientemente elevado.
Nuestros
ojos libres se abren hoy a nuevos horizontes y son capaces de ver lo que ayer
nuestra condición de esclavos coloniales nos impedía observar; que la
«civilización occidental» esconde bajo su vistosa fachada un cuadro de hienas y
chacales. Porque nada más que ese nombre merecen los que han ido a cumplir tan
«humanitarias» tareas al Congo. Animal carnicero que se ceba en los pueblos
inermes; eso es lo que hace el imperialismo con el hombre, eso es lo que
distingue al «blanco» imperial.
Todos los
hombres libres del mundo deben aprestarse a vengar el crimen del Congo.
Quizás
muchos de aquellos soldados, convertidos en subhombres por la maquinaria
imperialista, piensen de buena fe que están defendiendo los derechos de una
raza superior; pero en esta Asamblea son mayoritarios los pueblos que tienen
sus pieles tostadas por distintos soles, coloreadas por distintos pigmentos, y
han llegado a comprender plenamente que la diferencia entre los hombres no está
dada por el color de la piel, sino por las formas de propiedad de los medios de
producción, por las relaciones de producción.
La
delegación cubana hace llegar su saludo a los pueblos de Rhodesia del Sur y
Africa Sudoccidental, oprimidos por minorías de colonos blancos. A
Basutolandia, Bechuania y Swazilandia, a la Somalia francesa, al pueblo árabe
de Palestina, a Adén y los protectorados, a Omán y a todos los pueblos en
conflicto con el imperialismo o el colonialismo y les reitera su apoyo. Formula
además votos por una justa solución al conflicto que la hermana República de
Indonesia encara con Malasia.
Señor
Presidente: uno de los temas fundamentales de esta Conferencia es el del
desarme general y completo. Expresamos nuestro acuerdo con el desarme general y
completo; propugnamos además, la destrucción total de los artefactos
termonucleares y apoyamos la celebración de una conferencia de todos los países
del mundo para llevar a cabo estas aspiraciones de los pueblos. Nuestro Primer
Ministro advertía, en su intervención ante esta Asamblea, que siempre las
carreras armamentistas han llevado a la guerra. Hay nuevas potencias atómicas
en el mundo; las posibilidades de una confrontación crecen.
Nosotros
consideramos que es necesaria esta conferencia con el objetivo de lograr la
destrucción total de las armas termonucleares y, como primera medida, la
prohibición total de las pruebas. Al mismo tiempo, debe establecerse claramente
la obligación de todos los países de respetar las actuales fronteras de otros
estados; de no ejercer acción agresiva alguna, aun cuando sea con armas
convencionales.
Al unirnos a
la voz de todos los países del mundo que piden el desarme general y completo,
la destrucción de todo el arsenal atómico, el cese absoluto de la fabricación
de nuevos artefactos termonucleares y las pruebas atómicas de cualquier tipo,
creemos necesario puntualizar que, además, debe también respetarse la
integridad territorial de las naciones y debe detenerse el brazo armado del
imperialismo, no menos peligroso porque solamente empuñe armas convencionales.
Quienes asesinaron miles de indefensos ciudadanos del Congo, no se sirvieron
del arma atómica; han sido armas convencionales, empuñadas por el imperialismo,
las causantes de tanta muerte.
Aun cuando
las medidas aquí preconizadas, de hacerse efectivas, harían inútil la mención,
es conveniente recalcar que no podemos adherirnos a ningún pacto regional de
desnuclearización mientras Estados Unidos mantenga bases agresivas en nuestro
propio territorio, en Puerto Rico, Panamá, y otros estados americanos donde se
considera con derecho a emplazar, sin restricción alguna, tanto armas
convencionales que nucleares. Descontando que las últimas resoluciones de la
OEA, contra nuestro país, al que se podría agredir invocando el Tratado de Río,
hace necesaria la posesión de todos los medios defensivos a nuestro alcance.
Creemos que,
si la conferencia de que hablábamos lograra todos esos objetivos, cosa difícil,
desgraciadamente, sería la más trascendental en la historia de la humanidad.
Para asegurar esto sería preciso contar con la presencia de la República
Popular China, y de ahí el hecho obligado de la realización de una reunión de
ese tipo. Pero sería mucho más sencillo para los pueblos del mundo reconocer la
verdad innegable de que existe la República Popular China, cuyos gobernantes son
representantes únicos de su pueblo y darle el asiento a ella destinado,
actualmente usurpado por la camarilla que con apoyo norteamericano mantiene en
su poder la provincia de Taiwan.
El problema
de la representación de China en las Naciones Unidas no puede considerarse en
modo alguno como el caso de un nuevo ingreso en la Organización sino de
restaurar los legítimos derecho de la República Popular China.
Debemos
repudiar enérgicamente el complot de las «dos Chinas». La camarilla
Chiangkaishekista de Taiwan no puede permanecer en la Organización de las
Naciones Unidas. Se trata, repetimos, de expulsar al usurpador e instalar al
legítimo representante del pueblo chino.
Advertimos
además contra la insistencia del Gobierno de los Estados Unidos en presentar el
problema de la legítima representación de China en la ONU como una «cuestión
importante» al objeto de imponer el quórum extraordinario de votación de las
dos terceras partes de los miembros presentes y votantes.
El ingreso
de la República Popular China al seno de las Naciones Unidas es realmente una
cuestión importante para el mundo en su totalidad, pero no para el mecanismo de
las Naciones Unidas donde debe constituir una mera cuestión de procedimiento.
De esta forma se haría justicia, pero casi tan importante como hacer justicia
quedaría, además, demostrado de una vez que esta augusta asamblea tiene ojos
para ver, oídos para oír, lengua propia para hablar, criterio certero para
elaborar decisiones.
La difusión
de armas atómicas entre los países de la OTAN y, particularmente la posesión de
estos artefactos de destrucción en masa por la República Federal Alemana,
alejarían más aún la posibilidad de un acuerdo sobre el desarme, y unido a
estos acuerdos va el problema de la reunificación pacífica de Alemania.
Mientras no se logre un entendimiento claro, debe reconocerse la existencia de
dos Alemanias, la República Democrática Alemana y la República Federal. El
problema alemán no puede arreglarse si no es con la participación directa en
las negociaciones de la República Democrática Alemana, con plenos derechos.
Tocaremos
solamente los temas sobre desarrollo económico y comercio internacional que
tienen amplia representación en la agenda. En este mismo año del 64 se celebró
la Conferencia de Ginebra donde se trataron multitud de puntos relacionados con
estos aspectos de las relaciones internacionales. Las advertencias y
predicciones de nuestra delegación se han visto confirmadas plenamente, para
desgracia de los países económicamente dependientes.
Sólo
queremos dejar señalado que, en lo que a Cuba respecta, los Estados Unidos de
América no han cumplido recomendaciones explícitas de esa Conferencia y,
recientemente, el Gobierno norteamericano prohibió también la venta de
medicinas a Cuba, quitándose definitivamente la máscara de humanitarismo con
que pretendió ocultar el carácter agresivo que tiene el bloqueo contra el
pueblo de Cuba.
Por otra
parte, expresamos una vez más que las lacras coloniales que detienen el
desarrollo de los pueblos no se expresan solamente en relaciones de índole
política: el llamado deterioro de los términos de intercambio no es otra cosa
que el resultado del intercambio desigual entre países productores de materia
prima y países industriales que dominan los mercados e imponen la aparente
justicia de un intercambio igual de valores.
Mientras los
pueblos económicamente dependientes no se liberen de los mercados capitalistas
y, en firme bloque con los países socialistas, impongan nuestras relaciones
entre explotadores y explotados, no habrá desarrollo económico sólido, y se
retrocederá, en ciertas ocasiones volviendo a caer los países débiles bajo el
domino político de los imperialistas y colonialistas.
Por último,
Señores Delegados, hay que establecer claramente que se están realizando en el
área del Caribe maniobras y preparativos para agredir a Cuba. En las costas de
Nicaragua sobre todo, en Costa Rica también, en la zona del Canal de Panamá, en
las Islas Vieques de Puerto Rico, en la Florida; probablemente, en otros puntos
del territorio de los Estados Unidos y, quizás, también en Honduras, se están
entrenando mercenarios cubanos y de otras nacionalidades con algún fin que no
debe ser el más pacífico.
Después de
un sonado escándalo, el Gobierno de Costa Rica, se afirma, ha ordenado la
liquidación de todos los campos de adiestramiento de cubanos exiliados en ese
país. Nadie sabe si esa actitud es sincera o si constituye una simple coartada,
debido a que los mercenarios entrenados allí estén a punto de cometer alguna
fechoría. Esperamos que se tome clara conciencia de la existencia real de bases
de agresión, lo que hemos denunciado desde hace tiempo, y se medite sobre la
responsabilidad internacional que tiene el gobierno de un país que autoriza y
facilita el entrenamiento de mercenarios para atacar a Cuba.
Es de hacer
notar que las noticias sobre el entrenamiento de mercenarios en distintos
puntos del Caribe y la participación que tiene en tales actos el Gobierno
norteamericano se dan con toda naturalidad en los periódicos de los Estados
Unidos. No sabemos de ninguna voz latinoamericana que haya protestado
oficialmente por ello. Esto nos muestra el cinismo con que manejan los Estados
Unidos a sus peones. Los sutiles Cancilleres de la OEA que tuvieron ojos para
ver escudos cubanos y encontrar pruebas «irrefutables» en las armas yanquis
exhibidas en Venezuela, no ven los preparativos de agresión que se muestran en
los Estados Unidos, como no oyeron la voz del presidente Kennedy que se declaraba
explícitamente agresor de Cuba en Playa Girón.
En algunos
casos es una ceguera provocada por el odio de las clases dominantes de países
latinoamericanos sobre nuestra Revolución; en otros, más tristes aún, es
producto de los deslumbrantes resplandores de Mammon.
Como es de
todos conocido, después de la tremenda conmoción llamada crisis del Caribe, los
Estados Unidos contrajeron con la Unión Soviética determinados compromisos que
culminaron en la retirada de cierto tipo de armas que las continuas agresiones
de aquel país -como el ataque mercenario de Playa Girón y las amenazas de
invadir nuestra patria- nos obligaron a emplazar en Cuba en acto de legítima e
irrenunciable defensa.
Pretendieron
los norteamericanos, además, que las Naciones Unidas inspeccionaran nuestro
territorio, a lo que nos negamos enfáticamente, ya que Cuba no reconoce el
derecho de los Estados Unidos, ni de nadie en el mundo, a determinar el tipo de
armas que pueda tener dentro de sus fronteras.
En este
sentido, sólo acataríamos acuerdos multilaterales, con iguales obligaciones
para todas las partes.
Como ha
dicho Fidel Castro: «Mientras el concepto de soberanía exista como prerrogativa
de las naciones y de los pueblos independientes; como derecho de todos los
pueblos, nosotros no aceptamos la exclusión de nuestro pueblo de ese derecho.
Mientras el mundo se rija por esos principios, mientras el mundo se rija por
esos conceptos que tengan validez universal, porque son universalmente
aceptados y consagrados por los pueblos, nosotros no aceptaremos que se nos
prive de ninguno de esos derechos, nosotros no renunciaremos a ninguno de esos
derechos.»
El señor
Secretario General de las Naciones Unidas, U Thant, entendió nuestras razones.
Sin embargo, los Estados Unidos pretendieron establecer una nueva prerrogativa
arbitraria e ilegal: la de violar el espacio aéreo de cualquier país pequeño.
Así han estado surcando el aire de nuestra patria aviones U-2 y otros tipos de
aparatos espías que, con toda impunidad, navegan en nuestro espacio aéreo.
Hemos hecho todas las advertencias necesarias para que cesen las violaciones
aéreas, así como las provocaciones que los marinos yanquis hacen contra
nuestras postas de vigilancia en la zona de Guantánamo, los vuelos rasantes de
aviones sobre buques nuestros o de otras nacionalidades en aguas
internacionales, los ataques piratas a barcos de distintas banderas y las
infiltraciones de espías, saboteadores y armas en nuestra isla.
Nosotros
queremos construir el socialismo; nos hemos declarado partidarios de los que
luchan por la paz; nos hemos declarado dentro del grupo de países no alineados,
a pesar de ser marxistas leninistas, porque los no alineados, como nosotros,
luchan contra el imperialismo. Queremos paz, queremos construir una vida mejor
para nuestro pueblo y, por eso, eludimos al máximo caer en las provocaciones
maquinadas por los yanquis, pero conocemos la mentalidad de sus gobernantes;
quieren hacernos pagar muy caro el precio de esa paz. Nosotros contestamos que
ese precio no puede llegar más allá de las fronteras de la dignidad.
Y Cuba
reafirma, una vez más, el derecho a tener en su territorio la armas que le
conviniere y su negativa a reconocer el derecho de ninguna potencia de la
tierra, por potente que sea, a violar nuestro suelo, aguas jurisdiccionales o
espacio aéreo.
Si en alguna
asamblea Cuba adquiere obligaciones de carácter colectivo, las cumplirá
fielmente; mientras esto no suceda, mantiene plenamente todos sus derechos,
igual que cualquier otra nación.
Ante las
exigencias del imperialismo, nuestro Primer Ministro planteó los cinco puntos
necesarios para que existiera una sólida paz en el Caribe. Estos son:
«Primero:
Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y
económica que ejercen los Estados Unidos en todas partes del mundo contra
nuestro país.
Segundo:
Cese de todas las actividades subversivas, lanzamiento y desembarco de armas y
explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, filtración
de espías y saboteadores, acciones todas que se llevan a cabo desde el
territorio de los Estados Unidos y de algunos países cómplices.
Tercero:
Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases existentes en los
Estados Unidos y en Puerto Rico.
Cuarto: Cese
de todas las violaciones de nuestro espacio aéreo y naval por aviones y navíos
de guerra norteamericanos.
Quinto:
Retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano
ocupado por los Estados Unidos.» No se ha cumplido ninguna de estas exigencias
elementales, y desde la Base Naval de Guantánamo, continúa el hostigamiento de
nuestras fuerzas. Dicha Base se ha convertido en guarida de malhechores y
catapulta de introducción de éstos en nuestro territorio.
Cansaríamos
a esta Asamblea si hiciéramos un relato medianamente detallado de la multitud
de provocaciones de todo tipo. Baste decir que el número de ellas, incluidos
los primeros días de este mes de diciembre, alcanza la cifra de 1.323,
solamente en 1964.
La lista
abarca provocaciones menores, como violación de la línea divisoria, lanzamiento
de objetos desde territorio controlado por los norteamericanos, realización de
actos de exhibicionismo sexual por norteamericanos de ambos sexos, ofensas de
palabra; otros de carácter más grave como disparos de armas de pequeño calibre,
manipulación de armas apuntando a nuestro territorio y ofensas a nuestra enseña
nacional; provocaciones gravísimas son: el cruce de la línea divisoria
provocando incendios en instalaciones del lado cubano y disparos con fusiles,
hecho repetido 78 veces durante el año, con el saldo doloroso de la muerte del
soldado Ramón López Peña, de resultas de dos disparos efectuados por las postas
norteamericanas situadas a 3,5 kilómetros de la costa por el límite noroeste.
Esta gravísima provocación fue hecha a las 19:07, del día 19 de julio de 1964,
y el Primer Ministro de nuestro Gobierno manifestó públicamente, el 26 de
Julio, que de repetirse el hecho, se daría orden a nuestras tropas de repeler
la agresión. Simultáneamente, se ordenó el retiro de las líneas de avanzada de
las fuerzas cubanas hacia posiciones más alejadas de la divisoria y la
construcción de casamatas adecuadas.
1.323
provocaciones en 340 días significan aproximadamente 4 diarias. Sólo un
ejército perfectamente disciplinado y con la moral del nuestro puede resistir
tal cúmulo de actos hostiles sin perder la ecuanimidad.
47 países
reunidos en la Segunda Conferencia de Jefes de Estado o de Gobierno de países
No Alineados, en El Cairo, acordaron, por unanimidad:
«La
Conferencia advirtiendo con preocupación que las bases militares extranjeras
constituyen, en la práctica, un medio para ejercer presión sobre las naciones,
y entorpecen su emancipación y su desarrollo, según sus concepciones
ideológicas, políticas, económicas y culturales, declara que apoya sin reserva
a los países que tratan de lograr la supresión de las bases extranjeras
establecidas en su territorio y pide a todos los Estados la inmediata
evacuación de las tropas y bases que tienen en otros países.
La
Conferencia considera que el mantenimiento por los Estados Unidos de América de
una base militar en Guantánamo (Cuba), contra la voluntad del Gobierno y del
pueblo de Cuba, y contra las disposiciones de la Declaración de la Conferencia
de Belgrado, constituye una violación de la soberanía y de la integridad
territorial de Cuba.
La
Conferencia, considerando que el Gobierno de Cuba se declara dispuesto a
resolver su litigio con el Gobierno de los Estados Unidos de América acerca de
la base de Guantánamo en condiciones de igualdad, pide encarecidamente al
Gobierno de los Estados Unidos que entable negociaciones con el Gobierno de
Cuba para evacuar esa base.»
El gobierno
de los Estados Unidos no ha respondido a esa instancia de la Conferencia de El
Cairo y pretende mantener indefinidamente ocupado por la fuerza un pedazo de
nuestro territorio, desde el cual lleva a cabo agresiones como las detalladas
anteriormente.
La
Organización de Estados Americanos, también llamada por los pueblos Ministerio
de las Colonias norteamericanas, nos condenó «enérgicamente», aun cuando ya
antes nos había excluido de su seno, ordenando a los países miembros que
rompieran relaciones diplomáticas y comerciales con Cuba. La OEA autorizó la
agresión a nuestro país, en cualquier momento, con cualquier pretexto, violando
las más elementales leyes internacionales e ignorando por completo a la
Organización de las Naciones Unidas.
A aquella
medida se opusieron con sus votos los países de Uruguay, Bolivia, Chile y
México; y se opuso a cumplir la sanción, una vez aprobada, el gobierno de los
Estados Unidos Mexicanos; desde entonces no tenemos relaciones con países
latinoamericanos salvo con aquel Estado, cumpliéndose así una de las etapas
previas de la agresión directa del imperialismo.
Queremos
aclarar, una vez más, que nuestra preocupación por Latinoamérica está basada en
los lazos que nos unen: la lengua que hablamos, la cultura que sustentamos, el
amo común que tuvimos. Que no nos anima otra causa para desear la liberación de
Latinoamérica del yugo colonial norteamericano. Si alguno de los países
latinoamericanos aquí presentes decidiera restablecer relaciones con Cuba,
estaríamos dispuestos a hacerlo sobre bases de igualdad y no con el criterio de
que es una dádiva a nuestro gobierno el reconocimiento como país libre del
mundo, porque ese reconocimiento lo obtuvimos con nuestra sangre en los días de
la lucha de liberación, lo adquirimos con sangre en la defensa de nuestras
playas frente a la invasión yanqui.
Aun cuando
nosotros rechazamos que se nos pretenda atribuir ingerencias en los asuntos
internos de otros países, no podemos negar nuestra simpatía hacia los pueblos
que luchan por su liberación y debemos cumplir con la obligación de nuestro
gobierno y nuestro pueblo de expresar contundentemente al mundo que apoyamos
moralmente y nos solidarizamos con los pueblos que luchan en cualquier parte
del mundo para hacer realidad los derechos de soberanía plena proclamados en la
Carta de las Naciones Unidas.
Los Estados
Unidos sí intervienen; lo han hecho históricamente en América. Cuba conoce
desde fines del siglo pasado esta verdad, pero la conocen también Colombia,
Venezuela, Nicaragua y la América Central en general, México, Haití, Santo
Domingo.
En años
recientes, además de nuestro pueblo, conocen de la agresión directa Panamá,
donde los «marines» del Canal tiraron a mansalva sobre el pueblo inerme; Santo
Domingo, cuyas costas fueron violadas por la flota yanqui para evitar el
estallido de la justa ira popular, luego del asesinato de Trujillo; y Colombia,
cuya capital fue tomada por asalto a raíz de la rebelión provocada por el
asesinato de Gaitán.
Se producen
intervenciones solapadas por intermedio de las misiones militares que
participan en la represión interna, organizando las fuerzas destinadas a ese
fin en buen número de países, y también en todos los golpes de estado, llamados
«gorilazos», que tantas veces se repitieron en el continente americano durante
los últimos tiempos.
Concretamente,
intervienen fuerzas de los Estados Unidos en la represión de los pueblos de
Venezuela, Colombia y Guatemala que luchan con las armas por su libertad. En el
primero de los países nombrados, no sólo asesoran al ejército y a la policía,
sino que también dirigen los genocidios efectuados desde el aire contra la
población campesina de amplias regiones insurgentes y, las compañías yanquis
instaladas allí, hacen presiones de todo tipo para aumentar la ingerencia
directa.
Los
imperialistas se preparan a reprimir a los pueblos americanos y están formando
la internacional del crimen. Los Estados Unidos intervienen en América
invocando la defensa de las instituciones libres. Llegará el día en que esta
Asamblea adquiera aún más madurez y le demande al gobierno norteamericano
garantías para la vida de la población negra y latinoamericana que vive en este
país, norteamericanos de origen o adopción, la mayoría de ellos. ¿Cómo puede
constituirse en gendarme de la libertad quien asesina a sus propios hijos y los
discrimina diariamente por el color de la piel, quien deja en libertad a los
asesinos de los negros, los protege además, y castiga a la población negra por
exigir el respeto a sus legítimos derechos de hombres libres?
Comprendemos
que hoy la Asamblea no está en condiciones de demandar explicaciones sobre
hechos, pero debe quedar claramente sentado que el gobierno de los Estados
Unidos no es gendarme de la libertad, sino perpetuador de la explotación y la
opresión contra los pueblos del mundo y contra buena parte de su propio pueblo.
Al lenguaje
anfibológico con que algunos delegados han dibujado el caso de Cuba y la OEA
nosotros contestamos con palabras contundentes y proclamamos que los pueblos de
América cobrarán a los gobiernos entreguistas su traición.
Cuba,
señores delegados, libre y soberana, sin cadenas que la aten a nadie, sin
inversiones extranjeras en su territorio, sin procónsules que orienten su
política, puede hablar con la frente alta en esta Asamblea y demostrar la
justeza de la frase con que la bautizaran: «Territorio Libre de América.»
Nuestro
ejemplo fructificará en el Continente como lo hace ya, en cierta medida en
Guatemala, Colombia y Venezuela.
No hay
enemigo pequeño ni fuerza desdeñable, porque ya no hay pueblos aislados. Como
establece la Segunda Declaración de La Habana: «Ningún pueblo de América Latina
es débil, porque forma parte de una familia de doscientos millones de hermanos
que padecen las mismas miserias, albergan los mismos sentimientos, tienen el
mismo enemigo, sueñan todos un mismo mejor destino y cuentan con la solidaridad
de todos los hombres y mujeres honrados del mundo.
Esta epopeya
que tenemos delante la van a escribir las masas hambrientas de indios, de
campesinos sin tierra, de obreros explotados; la van a escribir las masas
progresistas, los intelectuales honestos y brillantes que tanto abundan en
nuestras sufridas tierras de América Latina. Lucha en masas y de ideas, epopeya
que llevarán adelante nuestros pueblos maltratados y despreciados por el
imperialismo, nuestros pueblos desconocidos hasta hoy, que ya empiezan a
quitarle el sueño. Nos consideraban rebaño impotente y sumiso y ya se empieza a
asustar de ese rebaño, rebaño gigante de doscientos millones de latinoamericanos
en los que advierte ya sus sepultureros el capital monopolista yanqui.
La hora de
su reivindicación, la hora que ella misma se ha elegido, la vienen señalando
con precisión también de un extremo a otro del Continente. Ahora esta masa
anónima, esta América de color, sombría, taciturna, que canta en todo el
Continente con una misma tristeza y desengaño, ahora esta masa es la que
empieza a entrar definitivamente en su propia historia, la empieza a escribir
con su sangre, la empieza a sufrir y a morir, porque ahora los campos y las
montañas de América, por las faldas de sus sierras, por sus llanuras y sus
selvas, entre la soledad o el tráfico de las ciudades, en las costas de los
grandes océanos y ríos, se empieza a estremecer este mundo lleno de corazones
con los puños calientes de deseos de morir por lo suyo, de conquistar sus
derechos casi quinientos años burlados por unos y por otros. Ahora sí la
historia tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y
vilipendiados, que han decidido empezar a escribir ellos mismos, para siempre,
su historia. Ya se los ve por los caminos un día y otro, a pie, en marchas sin
término de cientos de kilómetros, para llegar hasta los «olimpos» gobernantes a
recabar sus derechos. Ya se les ve, armados de piedras, de palos, de machetes,
en un lado y otro, cada día, ocupando las tierras, afincando sus garfios en las
tierras que les pertenecen y defendiéndolas con sus vidas; se les ve, llevando
sus cartelones, sus banderas, sus consignas; haciéndolas correr en el viento,
por entre las montañas o a lo largo de los llanos. Y esa ola de estremecido
rencor, de justicia reclamada, de derecho pisoteado, que se empieza a levantar
por entre las tierras de Latinoamérica, esa ola ya no parará más. Esa ola irá
creciendo cada día que pase. Porque esa ola la forman los más, los mayoritarios
en todos los aspectos, los que acumulan con su trabajo las riquezas, crean los
valores, hacen andar las ruedas de la historia y que ahora despiertan del largo
sueño embrutecedor a que los sometieron.
Porque esta
gran humanidad ha dicho «¡Basta!» y ha echado a andar. Y su marcha, de
gigantes, ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la
que ya han muerto más de una vez inútilmente. Ahora, en todo caso, los que
mueran, morirán como los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única,
verdadera e irrenunciable independencia.»
Todo eso,
Señores Delegados, esta disposición nueva de un continente, de América, está
plasmada y resumida en el grito que, día a día, nuestras masas proclaman como
expresión irrefutable de su decisión de lucha, paralizando la mano armada del
invasor. Proclama que cuenta con la comprensión y el apoyo de todos los pueblos
del mundo y especialmente, del campo socialista, encabezado por la Unión Soviética.
Esa proclama
es: Patria o muerte.
Segunda
Intervención. Uso del derecho a réplica
Pido
disculpas por tener que ocupar por segunda vez esta tribuna. Lo hago haciendo
uso del derecho de réplica. Naturalmente, aunque no estamos interesados especialmente
en ello, esto que podría llamarse ahora la contrarréplica, podríamos seguir
extendiéndola haciendo la contrarréplica y así hasta el infinito.
Nosotros
contestaremos una por una las afirmaciones de los delegados que impugnaron la
intervención de Cuba, y lo hacemos en el espíritu en que cada uno de ellos lo
hizo, aproximadamente.
Empezaré
contestando al delegado de Costa Rica, quien lamentó que Cuba se haya dejado
llevar por algunos infundios de la prensa sensacionalista, y manifestó que su
Gobierno tomó inmediatamente algunas medidas de inspección cuando la prensa
libre de Costa Rica, muy distinta a la prensa esclava de Cuba, hizo algunas
denuncias.
Quizás el
delegado de Costa Rica tenga razón. Nosotros no podemos hacer una afirmación
absoluta basada en los reportajes que la prensa imperialista, sobre todo de los
Estados Unidos, ha hecho repetidas veces a los contrarrevolucionarios cubanos.
Pero si Artime fue jefe de la fracasada invasión de Playa Girón, lo fue con
algún intermedio, porque fue jefe hasta llegar a las costas cubanas y sufrir
las primeras caídas, volviendo a los Estados Unidos. En el intermedio, como la
mayoría de los miembros de aquella «heroica expedición libertadora», fue
«cocinero o sanitario», porque ésa fue la forma en que llegaron a Cuba después
de estar presos, según sus declaraciones, todos los «libertadores» de Cuba.
Artime, que ahora vuelve a ser jefe, se indignó contra la acusación. ¿De qué?
De contrabando de whisky, porque en sus bases de Costa Rica y Nicaragua, según
informó, no hay contrabando de whisky: «hay preparación de revolucionarios para
liberar a Cuba.» Esas declaraciones han sido hechas a las agencias noticieras y
han recorrido el mundo.
En Costa
Rica se ha denunciado esto repetidas veces. Patriotas costarricenses nos han
informado de la existencia de esas bases en la zona de Tortugueras y zonas
aledañas, y el Gobierno de Costa Rica debe saber bien si esto es verdad o no.
Nosotros
estamos absolutamente seguros de la certeza de estas informaciones, como
también estamos seguros de que el señor Artime, entre sus múltiples ocupaciones
«revolucionarias», tuvo tiempo también para contrabandear whisky, porque son
cosas naturales en la clase de libertadores que el Gobierno de Costa Rica
protege, aunque sea a medias.
Nosotros sostenemos,
una y mil veces, que las revoluciones no se exportan. Las revoluciones nacen en
el seno de los pueblos. Las revoluciones las engendran las explotaciones que
los gobiernos -como el de Costa Rica, el de Nicaragua, el de Panamá o el de
Venezuela- ejercen sobre sus pueblos. Después, puede ayudarse o no a los
movimientos de liberación; sobre todo se les puede ayudar moralmente. Pero, la
realidad es que no se pueden exportar revoluciones.
Lo decimos
no como una justificación ante esta Asamblea; lo decimos simplemente como la
expresión de un hecho científicamente conocido desde hace muchos años. Por eso,
mal haríamos en pretender exportar revoluciones y menos, naturalmente, a Costa
Rica, en donde en honor a la verdad existe un régimen con el cual no tenemos
absolutamente comunión de ningún tipo y que no es de los que se distinguen en
América por la opresión directa indiscriminada contra su pueblo.
Con respecto
a Nicaragua queríamos decir a su representante, aunque no entendí bien con
exactitud toda su argumentación en cuanto a los acentos -creo que se refirió a
Cuba, a Argentina y quizás también a la Unión Soviética- espero en todo caso
que el representante de Nicaragua no haya encontrado acento norteamericano en
mi alocución porque eso sí que sería peligroso. Efectivamente, puede ser que en
el acento y que utilizara al hablar se escapara algo de la Argentina. He nacido
en la Argentina; no es un secreto para nadie. Soy cubano y también soy argentino
y, si no se ofenden las ilustrísimas señorías de Latinoamérica, me siento tan
patriota de Latinoamérica, de cualquier país de Latinoamérica, como el que más
y, en el momento en que fuera necesario, estaría dispuesto a entregar mi vida
por la liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica, sin pedirle
nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie. Y así en esa disposición
de ánimo, no está solamente este representante transitorio ante esta Asamblea.
El pueblo de Cuba entero está con esa disposición. El pueblo de Cuba entero
vibra cada vez que se comete una injusticia, no solamente en América, sino en
el mundo entro. Nosotros podemos decir lo que tantas veces hemos dicho del
apotegma maravilloso de Martí, de que todo hombre verdadero debe sentir en la
mejilla el golpe dado a cualquier mejilla de hombre. Eso, el pueblo entero de
Cuba, lo siente así, señores representantes.
Por si el
representante de Nicaragua quiere hacer alguna pequeña revisión de su carta
geográfica o inspeccionar ocularmente lugares de difícil acceso, puede ir
además de a Puerto Cabezas -de donde creo que no negará salió parte, o gran
parte, o toda la expedición de Playa Girón- a Blue Fields y Monkey Point, que
creo que se debería llamar Punto Mono, y que no sé por qué extraño accidente
histórico, estando en Nicaragua, figura como Monkey Point. Allí podrá encontrar
algunos contrarrevolucionarios o revolucionarios cubanos, como ustedes
prefieren llamarles, señores representantes de Nicaragua. Los hay de todos los
colores. Hay también bastantes whisky, no sé si contrabandeado o si
directamente importado. Conocemos de la existencia de esas bases. Y,
naturalmente, no vamos a exigir que la OEA investigue si las hay o no.
Conocemos la ceguera colectiva de la OEA demasiado bien para pedir tal absurdo.
Se dice que
nosotros hemos reconocido tener armas atómicas. No hay tal. Creo que ha sido
una pequeña equivocación del representante de Nicaragua. Nosotros solamente
hemos defendido el derecho a tener las armas que pudiéramos conseguir para
nuestra defensa, y hemos negado el derecho de ningún país a determinar qué
tipos de armas vamos a tener.
El
representante de Panamá, que ha tenido la gentileza de apodarme Che,
como me apoda el pueblo de Cuba, empezó hablando de la Revolución mexicana. La
delegación de Cuba hablaba de la masacre norteamericana contra el pueblo de
Panamá, y la delegación de Panamá empieza hablando de la Revolución mexicana y
siguió en este mismo estilo, sin referirse para nada a la masacre
norteamericana por la que el Gobierno de Panamá rompió relaciones con los
Estados Unidos. Tal vez en el lenguaje de la política entreguista, esto se
llame táctica; en el lenguaje revolucionario, esto, señores, se llama
abyección, con todas las letras. Se refirió a la invasión del año 1959. Un
grupo de aventureros, encabezados por un barbudo de café, que nunca había
estado en la Sierra Maestra y que ahora está en Miami, o en alguna base o en
algún lugar, logró entusiasmar a un grupo de muchachos y realizar aquella
aventura. Oficiales del Gobierno cubano trabajaron conjuntamente con el
Gobierno panameño para liquidar aquello. Es verdad que salieron de puerto
cubano, y también es verdad que discutimos en un plano amistoso en aquella
oportunidad.
De todas las
intervenciones que hay aquí contra la delegación de Cuba, la que parece
inexcusable en todo sentido es la intervención de la delegación de Panamá. No
tuvimos la menor intención de ofenderla ni de ofender a su Gobierno. Pero
también es verdad otra cosa: no tuvimos tampoco la menor intención de defender
al Gobierno de Panamá. Queríamos defender al pueblo de Panamá con una denuncia
ante las Naciones Unidas, ya que su Gobierno no tiene el valor, no tiene la
dignidad de plantear aquí las cosas con su verdadero nombre. No quisimos
ofender al Gobierno de Panamá, ni tampoco lo quisimos defender. Para el pueblo
de Panamá, nuestro pueblo hermano, va nuestra simpatía y tratamos de defenderlo
con nuestra denuncia.
Entre las
afirmaciones del representante de Panamá se encuentra una muy interesante. Dice
que, a pesar de las bravatas cubanas, todavía está allí la base. En la
intervención, que estará fresca en la memoria de los representantes, tiene que
reconocerse que hemos denunciado más de 1.300 provocaciones de la base de todo
tipo, que van de algunas nimias hasta disparos de armas de fuego. Hemos
explicado cómo no queremos caer en provocaciones, porque conocemos las
consecuencias que ellas pueden traer para nuestro pueblo; hemos planteado el
problemas de la base de Guantánamo en todas las conferencias internacionales y
siempre hemos reclamado el derecho del pueblo de Cuba a recobrar esa base por
medios pacíficos. No hemos echado nunca bravatas, porque no las echamos, señor
representante de Panamá, porque los hombres como nosotros, que están dispuestos
a morir, que dirigen un pueblo entero dispuesto a morir por defender su causa,
nunca necesitan echar bravatas.
No echamos
bravatas en Playa Girón; no echamos bravatas cuando la Crisis de Octubre,
cuando todo el pueblo estuvo enfrente del hongo atómico con el cual los
norteamericanos amenazan a nuestra Isla, y todo el pueblo marchó a las
trincheras, marchó a las fábricas, para aumentar la producción. No hubo un solo
paso atrás; no hubo un solo quejido, y miles y miles de hombres que no
pertenecían a nuestras milicias entraron voluntariamente a ellas en momentos en
que el imperialismo norteamericano amenazaba con echar una bomba o varias
bombas atómicas o un ataque atómico sobre Cuba. Ese es nuestro país. Y un país
así, cuyos dirigentes y cuyo pueblo -lo puedo decir aquí con la frente muy
alta- no tienen el más mínimo miedo a la muerte y conocen bien la
responsabilidad de sus actos, nunca echa bravatas. Eso sí: lucha hasta la
muerte, señor representante de Panamá, si es necesario, y luchará hasta la
muerte, con su Gobierno, todo el pueblo de Cuba si es agredido.
El señor
representante de Colombia manifiesta, en todo medido -yo también tengo que
cambiar el tono- que hay dos aseveraciones inexactas: una, la invasión yanqui
en 1948 a raíz del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán; y, por el tono de voz del
señor representante de Colombia, se advierte que siente muchísimo aquella
muerte: está profundamente apenado.
Nosotros nos
referimos, en nuestro discurso, a otra intervención anterior que, tal vez, el
señor representante de Colombia olvidó: la intervención norteamericana sobre la
segregación de Panamá. Después, manifestó que no hay tropas de liberación en
Colombia, porque no hay nada que liberar. En Colombia, donde se habla con tanta
naturalidad de la democracia representativa y sólo hay dos partidos políticos
que se distribuyen el poder mitad y mitad durante años, de acuerdo con una
democracia fantástica, la oligarquía colombiana ha llegado al summum de
la democracia, podemos decir. Se divide en liberales y conservadores y en
conservadores y liberales; cuatro años uno y cuatro años otros. Nada cambia.
Esas son las democracias de elecciones; ésas son las democracias
representativas que defiende, probablemente con todo entusiasmo, el señor
representante de Colombia, en ese país donde se dice que hay 200.000 o 300.000
muertos a raíz de la guerra civil que incendiara a Colombia después de la
muerte de Gaitán. Y, sin embargo, se dice que no hay nada que liberar. No habrá
nada que vengar, tampoco; no habrá miles de muertos que vengar; no habrá habido
ejércitos masacrando pueblos y no será ese mismo ejército el que masacra el
pueblo desde el año 1948. Lo que está ahí lo han cambiado algo, o sus generales
son distintos, o sus mandos son distintos u obedecen a otra clase distinta de
la que masacró al pueblo durante cuatro años de una larga lucha y lo siguió
masacrando intermitentemente durante varios años más. Y se dice que no hay que
liberar nada. ¿No recuerda el señor representante de Colombia que en
Marquetalia hay fuerzas a las cuales los propios periódicos colombianos han
llamado «la República Independiente de Marquetalia» y a uno de cuyos dirigentes
se le ha puesto el apodo de Tiro Fijo para tratar de convertirlo en un
vulgar bandolero? ¿Y no sabe que allí se hizo una gran operación por parte de
16.000 hombres del ejército colombiano, asesorados por militares
norteamericanos, y con la utilización de una serie de elementos, como
helicópteros y, probablemente -aunque no puedo asegurarlo- con aviones, también
del ejército norteamericano?
Parece que
el señor representante de Colombia tiene mala información por estar alejado de
su país o su memoria es un poco deficiente. Además, el señor representante de
Colombia manifestó con toda soltura que si Cuba hubiera seguido en la órbita de
los estados americanos otra cosa sería. Nosotros no sabemos bien a qué se
referirá con esto de la órbita; pero órbita tienen los satélites y nosotros no
somos satélites. No estamos en ninguna órbita; estamos fuera de órbita.
Naturalmente que si hubiéramos hecho aquí un melifluo discurso de algunas
cuartillas en un español naturalmente mucho más fino, mucho más sustancioso y
adjetivado, y hubiéramos hablado de las bellezas del sistema interamericano y
de nuestra defensa firme, inconmovible, del mundo libre dirigido por el centro
de la órbita que todos ustedes saben quién es. No necesito nombrarlo.
El señor
representante de Venezuela también empleó un tono moderado, aunque enfático.
Manifestó que son infames las acusaciones de genocidio y que realmente era increíble
que el Gobierno cubano se ocupara de estas cosas de Venezuela existiendo tal
represión contra su pueblo. Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una
verdad conocida, que la hemos expresado siempre ante el mundo: fusilamientos,
sí, hemos fusilado; fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario.
Nuestra lucha es una lucha a muerte. Nosotros sabemos cuál sería el resultado
de una batalla perdida y también tienen que saber los gusanos cuál es el
resultado de la batalla perdida hoy en Cuba. En esas condiciones nosotros
vivimos por la imposición del imperialismo norteamericano. Pero, eso sí:
asesinatos no cometemos, como está cometiendo ahora en estos momentos, la
policía venezolana que creo recibe el nombre de Digepol, si no estoy mal informado.
Esa policía ha cometido una serie de actos de barbarie, de fusilamientos, es
decir, asesinatos y después ha tirado los cadáveres en algunos lugares. Esto ha
ocurrido contra la persona, por ejemplo, de estudiantes, etcétera.
La prensa
libre de Venezuela fue suspendida varias veces en estos últimos tiempos por dar
una serie de datos de este tipo. Los aviones militares venezolanos, con la
asesoría yanqui, sí, bombardean zonas extensas de campesinos, matan campesinos;
sí, crece la rebelión popular en Venezuela, y sí, veremos el resultado después
de algún tiempo.
El señor
representante de Venezuela está indignado. Yo recuerdo la indignación de los
señores representantes de Venezuela cuando la delegación cubana en Punta del
Este leyó los informes secretos que los voceros de los Estados Unidos de
América tuvieron a bien hacernos llegar en una forma indirecta, naturalmente.
En aquel momento leímos ante la asamblea de Punta del Este la opinión que
tenían los señores representantes de los Estados Unidos del Gobierno
venezolano. Anunciaban algo interesantísimo que -perdonen la inexactitud porque
no puedo citar ahora textualmente- podría ser más o menos así: «O esta gente
cambia o aquí todos van a ir al paredón.» El paredón es la forma en que se
pretende definir la Revolución Cubana; el paredón de fusilamiento.
Los miembros
de la embajada norteamericana anunciaban, en documentos irrefutables, que ése
era el destino de la oligarquía venezolana si no cambiaba sus métodos, y así se
le acusaba de latrocinio y, en fin, se le hacían toda una serie de terribles
acusaciones de ese orden.
La
delegación venezolana se indignó muchísimo; naturalmente, no se indignó con los
Estados Unidos; se indignó con la representación cubana que tuvo a bien leerle
las opiniones que los Estados Unidos tenían de su Gobierno y, también de su
pueblo. Si, la única respuesta que hubo a todo esto es que el señor Moscoso,
que fue quien graciosamente cedió documentos en forma indirecta, fue cambiado
de cargo.
Le
recordamos esto al señor representante de Venezuela porque las revoluciones no
se exportan; las revoluciones actúan y la Revolución venezolana actuará en su
momento, y los que no tengan avión listo -como hubo en Cuba- para huir hacia
Miami o hacia otros lugares, tendrán que afrontar allí lo que el pueblo
venezolano decida. No echen culpas a otros pueblos, a otros gobiernos, de lo
que pueda suceder allí. Quiero recomendar al señor representante de Venezuela,
que, si tiene interés, lea algunas interesantísimas opiniones sobre lo que es
la guerra guerrillera y cómo combatirla, que algunos de los elementos más
inteligentes del COPEI han escrito y publicado en la prensa de su país... Verá
que no es con bombas y asesinatos como se puede combatir a un pueblo en armas.
Precisamente, esto es lo que hace más revolucionarios a los pueblos. Lo
conocemos bien. Está mal que a un enemigo declarado le hagamos el favor de
mostrarle la estrategia contraguerrillera, pero lo hacemos porque sabemos que
su ceguera es tanta que no la seguirá.
Queda el
señor Stevenson. Lamentablemente no está aquí presente. Comprendemos
perfectamente bien que el señor Stevenson no esté presente.
Hemos
escuchado, una vez más, sus declaraciones medulares y serias, dignas de un
intelectual de su categoría. Declaraciones iguales, enfáticas, medulares y
serias fueron hechas en la primera comisión, el 15 de abril de 1961, durante la
sesión 1.149, precisamente, el día en que aviones piratas norteamericanos con
insignias cubanas -que salieron de Puerto Cabezas, según creo recordar, de
Nicaragua o tal vez de Guatemala, no está bien precisado- bombardearon los
aeropuertos cubanos y casi reducen a cero nuestra fuerza aérea. Los aviones,
después de realizar su «hazaña» a mansalva, aterrizan en Estados Unidos. Frente
a nuestra denuncia el señor Stevenson dice cosas muy interesantes.
Perdóneseme
lo largo de esta intervención, pero creo que es digno recordar una vez más las
frases medulares de un intelectual tan distinguido como el señor Stevenson,
pronunciadas apenas cuatro o cinco días antes de que el señor Kennedy dijera
tranquilamente, a la faz del mundo, que asumía toda responsabilidad de los
hechos ocurridos en Cuba. Esta es, creo una simple reseña, porque dado el poco
tiempo de que disponíamos no hemos podido recolectar actas precisas de cada una
de las reuniones. Dicen así:
«Las
acusaciones formuladas contra los Estados Unidos por el representante de Cuba,
con respecto a los bombardeos, que, según se informa, se han realizado contra
los aeropuertos de La Habana y Santiago y sobre el cuartel general de la fuerza
aérea cubana en San Antonio de los Baños, son totalmente infundadas.»
Y el señor
Stevenson las rechaza categóricamente.
«Como lo
declaró el Presidente de los Estados Unidos, las fuerzas armadas de los Estados
Unidos no intervendrán en circunstancia alguna en Cuba y los Estados Unidos
harán todo lo que sea posible a fin de que ningún norteamericano participe en
acción alguna contra Cuba.»
Un año y
pico después tuvimos la gentileza de devolverle el cadáver de un piloto que
cayó en tierras cubanas. No el del mayor Anderson; otro de aquella época.
«En cuanto a
los acontecimientos que según se dice han ocurrido esta mañana y en el día de
ayer, los Estados Unidos estudiarán las peticiones de asilo político de
conformidad con los procedimientos habituales.»
Le iban a
dar asilo político a la gente que ello habían mandado. «Quienes creen en la
libertad y buscan asilo contra la tiranía y la opresión encontrarán siempre
comprensión y acogida favorable de parte del pueblo norteamericano y del
Gobierno de los Estados Unidos.»
Así sigue el
señor Stevenson su larga perorata.
Dos días
después, desembarcan en Playa Girón las huestes de la Brigada 2506 conocida por
su heroísmo seguramente en los anales de la historia de América. Dos días
después se rinde la brigada heroica sin perder casi ni un hombre y entonces
empieza aquel torneo -que algunos de ustedes habrán conocido- de hombres
vestidos con el uniforme de gusanos que tiene el ejército de los Estados
Unidos, diciendo que eran cocineros y enfermeros o que habían venido de
marineros en aquella expedición.
Fue entonces
cuando el presidente Kennedy tuvo un gesto digno. No pretendió mantener una
falsa política que nadie creía y dijo claramente que se responsabilizaba de
todo aquello que había ocurrido en Cuba. Se responsabilizó, sí; pero la
Organización de Estados Americanos no lo responsabilizó ni le exigió
responsabilidades de ningún tipo que nosotros recordemos. Fue una
responsabilidad ante su propia historia y ante la historia de los Estados
Unidos, porque la Organización de Estados Americanos estaba en la órbita. No
tenía tiempo de ocuparse de estas cosas.
Agradezco al
señor Stevenson su referencia histórica a mi larga vida como comunista y
revolucionario que culmina en Cuba. Como siempre, las agencias norteamericanas,
no sólo en noticias, sino de espionaje, confunden las cosas. Mi historia de
revolucionario es corta y realmente empieza en el Granma y sigue hasta
este momento.
No
pertenecía al Partido Comunista hasta ahora que estoy en Cuba y podemos proclamar
todos ante esta Asamblea el marxismo-leninismo que sigue como teoría de acción
la Revolución cubana. Lo importante no son las referencias personales; lo
importante es que el señor Stevenson una vez más dice que no hoy violación de
las leyes, que los aviones no salen de aquí, como tampoco los barcos, por
supuesto; que los ataques piratas surgen de la nada, que todo surge de la nada.
Utiliza él la misma voz, la misma seguridad, el mismo acento de intelectual
serio y firme que usara en 1961 para sostener, enfáticamente, que aquellos
aviones cubanos habían salido de territorio cubano y que se trataba de exilados
políticos, antes de ser desmentido. Naturalmente, me explico, una vez más, que
el distinguido colega, el señor Stevenson, haya tenido a bien retirarse de esta
Asamblea.
Los Estados
Unidos pretenden que pueden realizar los vuelos de vigilancia porque los aprobó
la Organización de Estados Americanos. ¿Quién es la Organización de los Estados
Americanos para aprobar vuelos de vigilancia sobre el territorio de un país?
¿Cuál es el papel que juegan las Naciones Unidas? ¿Para qué está la
Organización si nuestro destino va a depender de la órbita, como tan bien ha
definido el señor representante de Colombia, de la Organización de Estados
Americanos? Esta es una pregunta muy seria y muy importante, que hay que hacer
ante esta Asamblea. Porque nosotros, país pequeño, no podemos aceptar, de
ninguna manera, el derecho de un país grande a violar nuestro espacio aéreo;
muchísimo menos con la pretensión insólita de que sus actos tienen la
juridicidad que le da la Organización de Estados Americanos, la que nos expulsó
de su seno y con la cual no nos liga vínculo alguno. Son muy serias las
afirmaciones del representante de los Estados Unidos.
Quiero decir
únicamente dos pequeñas cosas. No pienso ocupar todo el tiempo de la Asamblea
en estas réplicas y contrarréplicas.
Dice el
señor representante de los Estados Unidos que Cuba echa la culpa de su desastre
económico al bloqueo, cuando ése es un problema a consecuencia de la mala
administración del Gobierno. Cuando nada de esto había ocurrido, cuando
empezaron las primeras leyes nacionales en Cuba, los Estados Unidos comenzaron
a tomar acciones económicas represivas tales como la supresión unilateral, sin
distinción alguna, de la cuota de azúcar, que tradicionalmente vendíamos al
mercado norteamericano. Asimismo, se negaron a refinar el petróleo que habíamos
comprado a la Unión Soviética en uso de legítimo derecho y amparados en todas
las leyes posibles.
No repetiré
la larga historia de las agresiones económicas de los Estados Unidos. Sí diré,
que a pesar de esas agresiones, con la ayuda fraterna de los países
socialistas, sobre todo de la Unión Soviética, nosotros hemos salido adelante y
continuaremos haciéndolo; que aun cuando condenamos el bloqueo económico, él no
nos detendrá y, pase lo que pase, seguiremos constituyendo un pequeño dolor de
cabeza cuando lleguemos a esta Asamblea o a cualquier otra, para llamar a las
cosas por su nombre y a los representantes de los Estados Unidos gendarmes de
la represión en el mundo entero.
Por último,
sí hubo embargo de medicinas contra Cuba.
Pero sin no
es así, nuestro Gobierno en los próximos meses pondrá un pedido de medicinas
aquí en los Estados Unidos, y le mandará un telegrama al señor Stevenson, que
nuestro representante leerá en la comisión o en el lugar que sea conveniente,
para que sepa bien si son o no ciertas las imputaciones que Cuba hace. En todo
caso, hasta ahora lo han sido. La última vez que pretendimos comprar medicinas
por valor de 1.500.000 dólares, medicinas que no se fabrican en Cuba y que son
necesarias únicamente para salvar vidas, el Gobierno norteamericano intervino e
impidió esa venta.
Hace poco el
Presidente de Bolivia le dijo a nuestros delegados, con lágrimas en los ojos,
que tenía que romper con Cuba porque los Estados Unidos lo obligaban a ello.
Así, despidieron de La Paz a nuestros delegados.
No puedo
afirmar que esa aseveración del Presidente de Bolivia fuera cierta. Lo que sí
es cierto, es que nosotros le dijimos que esa transacción con el enemigo no le
valdría de nada, porque ya estaba condenado.
El
Presidente de Bolivia, con el cual no teníamos ni tenemos ningún vínculo, con
cuyo Gobierno no hicimos nada más que mantener las relaciones que se deben
mantener con los pueblos de América, ha sido derrocado por un golpe militar.
Ahora se ha establecido allí una Junta de Gobierno.
En todo
caso, para gente como ésta, que no sabe caer con dignidad, vale la pena
recordar lo que le dijo, creo que la madre del último califa de Granada a su
hijo, que lloraba al perder la ciudad: «Haces bien en llorar como mujer lo que
no supiste defender como hombre.»