Discurso de Nikita Khrushcev, sesión cerrada del XX congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética. Referencias a Stalin
En
el informe que presentó el Comité Central del Partido al XX Congreso,
en numerosos discursos pronunciados por delegados a ese Congreso, y
también durante la reciente sesión plenaria del C.C., se dijo mucho
acerca de los efectos perjudiciales del culto a la personalidad.
Después
de la muerte de Stalin el Comité Central del Partido comenzó a estudiar
la forma de explicar, de modo conciso y consistente, el hecho de que no
es permitido y de que es ajeno al espíritu del marxismo-leninismo
elevar a una persona hasta transformarla en superhombre, dotado de
características sobrenaturales semejantes a las de un dios. A un hombre
de esta naturaleza se le supone dotado de un conocimiento inagotable, de
una visión extraordinaria, de un poder de pensamiento que le permite
prever todo, y, también, de un comportamiento infalible.
Entre
nosotros se asumió una actitud de ese tipo hacia un hombre,
especialmente hacia Stalin, durante muchos años. El objeto del presente
informe no es valorar la vida y las actividades de Stalin. Los méritos
de Stalin son bien conocidos a través de un sinnúmero de libros,
folletos y estudios que se redactaron durante su vida. El papel de
Stalin en la preparación y ejecución de la revolución socialista, en la
guerra civil, en la lucha por la construcción del socialismo en nuestro
país, es conocido universalmente. Nadie lo ignora. En este momento nos
interesa analizar un asunto de inmensa importancia para el partido,
tanto ahora como en el futuro... Nos incumbe considerar cómo el culto a
la persona de Stalin creció gradualmente, culto que en momento dado se
transformó en la fuente de una serie de perversiones excesivamente
serias de los principios del Partido, de la democracia del Partido y de
la legalidad revolucionaria.
Debido
a que todos no se han dado cuenta cabal de las consecuencias prácticas
derivadas del culto al individuo, del gran daño causado por el hecho de
que se haya violado el principio de la dirección colegial en el Partido,
concentrando un poder limitado en las manos de una persona, el C.C. del
Partido absolutamente necesario exponer los detalles de este asunto al
XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética.
Durante
la vida de Lenin, el C.C. del Partido fue la expresión real de un tipo
de gobierno colegial, tanto para el Partido como para la nación. Debido a
que fue un revolucionario marxista militante que jamás dejó de acatar
los principios esenciales del Partido, Lenin nunca impuso por la fuerza
sus puntos de vista a sus colaboradores.
LENIN CONTRA STALIN
Vladimir
Ilich Lenin, fuera de las importantes contribuciones que hizo a la
victoria de la clase trabajadora, en bien de la victoria de nuestro
Partido y de las ideas implícitas en el comunismo científico respecto a
la vida, tuvo la visión, debido a su clara inteligencia, de percibir a
tiempo en Stalin esas características negativas que posteriormente
tuvieron consecuencias tan nefastas.
Temiendo
por el futuro del Partido y de la nación soviética, Lenin diagnosticó
por escrito el carácter de Stalin y en forma absolutamente concreta,
señalando que era necesario examinar la necesidad de desplazar a Stalin
de su puesto de Secretario General, puesto que era un ser insolente en
exceso hacia sus camaradas y también, porque, siendo caprichoso, podría
abusar del poder.
En
diciembre de 1922, en una carta al Congreso del Partido, Lenin dijo:
«Después de tomar posesión del cargo de Secretario General, el camarada
Stalin ha acumulado en sus manos un poder desmedido y no estoy seguro de
que sea siempre capaz de usar este poder con el debido cuidado».
Esta
carta, que es un documento político de inmensa importancia, conocida en
la historia del Partido como testamento de Lenin, ha sido distribuida a
los delegados del XX Congreso del Partido. Uds, la habían leído ya y
sin duda la leerán nuevamente. Convendría que Uds. meditaran las francas
palabras de Lenin, puesto que ellas expresan la ansiedad que sentía
Vladimir Ilich respecto al Partido, al pueblo, al Estado y a la futura
dirección de la política del Partido. Dijo Lenin
«Stalin
es excesivamente insolente y este defecto, que puede ser tolerado en un
militante cualquiera del Partido, se transforma en un defecto
inaceptable en una persona que ocupa el cargo de Secretario General. Es
por esto que propongo que los camaradas vean la manera de alejar a
Stalin de este cargo y de colocar allí a otro hombre, uno que, sobre
todas las cosas, difiera de Stalin en lo siguiente: mayor tolerancia,
más lealtad, más bondad y una actitud más considerada y un temperamento
menos caprichoso, etc., etc...»
Este
documento de Lenin se dió a conocer a los delegados al XIII Congreso
del Partido, quienes discutieron la conveniencia de transferir a Stalin a
otro cargo que no fuera el de Secretario General. Los delegados se
declararon en favor de mantener a Stalin en su puesto, expresando su
esperanza de que él tomaría en cuenta las críticas de Lenin y izaría lo
posible por sobreponerse a los defectos que causaban tanta inquietud a
este último.
Camaradas:
el Congreso del Partido debe familiarizarse con dos nuevos documentos
que confirman que el carácter de Stalin era tal cual lo había revelado
Lenin en su testamento. Estos documentos son cartas de Nadejda
Constantinovna Krupskaya [esposa de Lenin], a Kamenev, que en ese tiempo
encabezaba el Buró político, y una carta personal de Lenin a Stalin.
Leeré ahora estos documentos:
«Lev
Vórisovich! Debido a una breve carta que escribí con palabras que me
dictara Vladimir Ilich, con permiso de sus médicos, Stalin se permitió
ayer dirigirse a mí con una violencia inusitada. Durante mis treinta
años de militante, nunca había oído a un camarada dirigir palabras tan
insolentes a otro. Los asuntos del Partido y de Ilich no son de menos
significación para mí que para Stalin. En este momento necesito el
máximum de dominio sobre mí misma. Lo que uno puede y lo que uno no
puede discutir con Ilich lo sé yo mejor que cualquier médico, puesto que
yo sé lo que le pone nervioso y lo que no le perturba; de cualquier
modo sé estas cosas mejor que Stalin. Recurro a Ud. y a Grigory, por ser
los camaradas que se hallan más cerca de V. I., y les ruego que me
protejan de insolentes intromisiones en mi vida privada y de viles
invectivas y amenazas. No tengo la menor duda respecto a cuál será la
unánime decisión de la Comisión de Control, con la cual Stalin me
amenaza; no obstante, tampoco tengo la fuerza ni el tiempo disponible
para malgastarlo en querellas insensatas. Además, soy un ser humano que
soporta en estos momentos una tensión nerviosa excesiva.»
Nadejda
Constantinovna escribió esta carta el 23 de diciembre de 1922. Dos
meses y medio después, en marzo de 1923, Lenin envió a Stalin la
siguiente carta
Al camarada Stalin. Copias para Kamenev y Zinoviev.
«Estimado camarada Stalin:
Ud.
se permitió la insolencia de llamar a mi esposa por teléfono para
reprenderla duramente. A pesar del hecho de que ella prometió olvidarse
de lo dicho, tanto Zinoviev como Kamenev supieron del incidente, porque
ella los informó al respecto. No tengo intención alguna de olvidarme
fácilmente de lo que se hace en contra de mí y no necesito insistir aquí
de que considero que lo que se hace en contra de mi esposa, se hace
contra mí también. Le pido entonces que Ud. medite con cuidado acerca de
la conveniencia de retirar sus palabras y dar las debidas
explicaciones, a menos que prefiera que se corten nuestras relaciones
completamente.
Le saluda, Lenin.
5 de marzo de 1923».
Camaradas:
No discutiré estos documentos, puesto que ellos hablan por sí solos.
Observaré sólo que si Stalin pudo comportarse de esta manera durante la
vida de Lenin y hacia Nadejda Constantinovna Krupskaya, a quien el
Partido bien conoce y valora altamente debido a su leal amistad con
Lenin y al hecho de que fuera una activa batalladora por la causa del
Partido desde su creación, entonces nos es permitido imaginarnos
fácilmente cómo Stalin trataría a otra gente.
Como
los hechos posteriores lo han probado, la inquietud de Lenin fue
justificada inmediatamente después de la muerte de Lenin, Stalin respetó
en cierto modo los consejos de Lenin, pero más tarde comenzó a ignorar
estas serias advertencias.
Cuando
analizamos la forma en que Stalin dirigió al Partido y al país, cuando
nos detenemos a considerar todo lo que hizo Stalin, llegamos al
convencimiento de que los temores de Lenin eran bien fundados. Las
características negativas de Stalin, incipientes durante la vida de
Lenin, lo llevaron, durante los últimos años de su vida a abusar del
poder, lo que ha causado al Partido un daño ilimitado. Debemos meditar
detenidamente y analizar en forma correcta este asunto con el objeto de
desterrar para siempre la posibilidad de que se repita, en cualquier
forma, en el futuro todo aquello que aconteció durante la vida de
Stalin, un ser que rehusó absolutamente tolerar una dirección colegial
del gobierno y del trabajo y que procedió con una violencia salvaje, no
solamente contra quienes se le oponían, sino también contra todo lo que
pareciese, a su carácter despótico y caprichoso, contrario a sus
conceptos. Stalin actuaba no a través de explicaciones [una palabra
ilegible], y de cooperación paciente con la gente, sino imponiendo sus
concepciones y exigiendo una sumisión absoluta a su opinión. El que
osara oponerse a algún concepto o intentara probar la corrección de su
punto de vista y de su actitud, estaba condenado a que se le relegara
del grupo dirigente colectivo y que se le sometiera posteriormente a la
aniquilación física y moral. Esto es especialmente cierto en lo que se
refiere al período posterior al XVII Congreso del Partido, cuando muchos
dirigentes del Partido y simples trabajadores honrados y afanosos del
Partido, todos dedicados a la causa del comunismo, cayeron víctimas del
despotismo de Stalin.
Debemos
atestiguar que el Partido ha tenido que reñir serias luchas contra los
trotskistas, derechistas y nacionalistas burgueses, y que desarmó
ideológicamente a los enemigos de Lenin. Esta guerra ideológica se llevó
a cabo con éxito y, como resultado de ello, el Partido se templó y se
fortaleció. En todo esto Stalin desempeñó un papel positivo. El Partido
libró una gran lucha política y espiritual contra miembros de él que
propusieron tesis antileninistas, que presentaron una línea política
hostil al Partido y a la causa del socialismo. Esta fue una lucha
enconada y difícil, pero necesaria, porque la línea política tanto del
bloque trotskista-zinovievista, como del bujarinista conducía a la
restauración del capitalismo y a la capitulación ante el mismo.
Consideremos por un instante lo que hubiese sucedido si la línea
política de desviación hacia la derecha, o sea la orientación hacia una
industrialización de «percal» o hacia el Kulak, etc., hubiese
prevalecido. Entonces no tendríamos nuestra poderosa industria pesada,
no tendríamos los koljoses y nos encontraríamos débiles y desarmados.
STALIN CREO LA NOCION DE «ENEMIGO DEL PUEBLO»
Vale
la pena destacar que aún durante el proceso de la furiosa lucha
ideológica contra los trotskistas, los zinovievistas, los bujarinistas y
otros, no se usaron extremas medidas represivas contra ellos; la lucha
se realizó en un terreno ideológico. Pero algunos años después, cuando
el Socialismo en nuestro país estaba fundamentalmente estructurado,
cuando las clases explotadoras estaban liquidadas, cuando la estructura
social del Soviet había cambiado radicalmente, cuando la base social no
permitía movimiento político o grupos hostiles al Partido, cuando los
oposicionistas ideológicos del Partido se encontraban vencidos
políticamente desde hacía tiempo, entonces comenzó una política de
represión contra ellos.
Fue
precisamente durante este período [935-1937-1938] que se inició la
práctica de llevar a cabo persecuciones en masa a través de los
mecanismos del Gobierno, primero contra los enemigos del leninismo, o
sea trotskistas, zinovievistas, bujarinistas, derrotados desde hacía
tiempo por el Partido, y posteriormente, también contra comunistas
honrados y contra esos dirigentes del Partido que habían soportado la
pesada carga de la guerra civil y los primeros y más difíciles años de
la industrialización y la colectivización y que habían luchado
activamente contra los trotskistas y derechistas para mantener la línea
leninista del Partido.
Stalin
inventó el concepto de «enemigo del pueblo». Este término hizo
automáticamente innecesario que los errores ideológicos de los hombres
expresados en una controversia se comprobasen; este término hizo posible
que se usaran los más crueles métodos de represión, violándose así
todas las normas de la legalidad revolucionaria, cada vez que alguien
estaba en desacuerdo con Stalin o que se sospechara en él una intención
hostil o debido simplemente a que tenía una mala reputación. Este
concepto de «enemigo del pueblo», finalmente, eliminó todas las
posibilidades de que se desarrollaran luchas ideológicas o de que
alguien pudiese dar a conocer su punto de vista respecto a cualquier
problema, aunque ellos fuesen meramente de carácter práctico. En general
y en realidad, la única prueba de culpabilidad valedera era la
confesión y ella se usaba contra todas las normas de la legalidad, por
cuanto se ha podido demostrar posteriormente que esas confesiones se
obtenían presionando por medios físicos al acusado. Esto condujo a
abiertas violaciones de la legalidad revolucionaria, y al hecho de que
muchas personas enteramente inocentes, que antes habían defendido la
línea del Partido, se transformaran en víctimas.
Debemos
establecer, respecto a esas personas que en cierta época se opusieron a
la línea del Partido, que frecuentemente los cargos no eran tan serios
como para justificar que se les aniquilara físicamente. La fórmula
«enemigo del pueblo» se creó con el objeto específico de aniquilar
físicamente a tales individuos. Es un hecho que muchas personas que
fueron aniquiladas posteriormente como enemigos del pueblo, habían
trabajado con Lenin durante su vida. Algunas de estas personas habían
cometido errores en tiempos de Lenin; no obstante esto, Lenin sacó
beneficio de su trabajo, los corrigió e hizo todo lo posible para
retenerlos en las filas del Partido, induciéndolos a que le siguieran.
La sabiduría de Lenin como conductor de hombres se manifestó siempre en
la forma en que trabajó con los miembros del Partido.
Una
relación enteramente diferente con el pueblo caracterizó a Stalin. Las
virtudes de Lenin, paciencia para trabajar con la gente, persistencia
para educarla, habilidad para inducirlos a seguirle sin utilizar métodos
represivos sino más bien recurriendo a influencias ideológicas, le eran
enteramente ajenas a Stalin. Stalin descartó el método de lucha
ideológica, reemplazándolo por el sistema de violencia administrativa,
persecuciones en masa y terror. Procedió a un ritmo siempre creciente a
imponerse a través de los organismos punitivos, violando así con
frecuencia todas las normas de la moral y las leyes soviéticas.
El
comportamiento arbitrario de una persona estimuló la arbitrariedad en
otras. Las detenciones y las deportaciones en masa de muchos miles de
personas, las ejecuciones sin previo juicio y sin una investigación
normal del comportamiento de los acusados, engendraron condiciones de
inseguridad, temor y aun de desesperación. Esto, es claro, no contribuyó
a reforzar la unidad del Partido, sino, por el contrario, produjo la
aniquilación y la expulsión del Partido de muchos trabajadores leales,
pero molestos para Stalin.
Nuestro
Partido luchó por consolidar los planes de Lenin para la construcción
del Socialismo. Se trataba de una lucha ideológica. Si hubiesen seguido
prevaleciendo los principios de Lenin durante el desarrollo de la lucha,
si hubiese imperado siempre la devoción del Partido a estos principios
en combinación con una aguda preocupación por el bienestar del pueblo,
si todo esto no se hubiese aplicado mal y rechazado sino más bien
utilizado en beneficio de nuestros ideales, no se hubiesen producido tan
brutales violaciones del régimen legal revolucionario y miles de
personas no habrían caído víctimas del sistema de terror. Medidas
extremas se habrían aplicado sólo en contra de aquellas personas que
efectivamente habían cometido actos criminales contra el sistema
soviético.
KAMENEV, ZINOVIEV Y LOS TROTSKISTAS
Recordemos algunos hechos históricos.
En
vísperas de la Revolución de octubre, dos miembros del Comité Central
del Partido bolchevique -Kamenev y Zinoviev- se declararon contra el
plan de Lenin que auspiciaba un levantamiento armado...
Sin
embargo, después de la gran revolución de octubre, Zinoviev y Kamenev,
como es sabido de todos, fueron colocados en posiciones de importancia.
Lenin los situó en puestos de gran responsabilidad, desde los cuales
influyeron en las altas tareas del Partido, participando activamente en
la labor de los principales organismos del Partido. Es sabido que
Zinoviev y Kamenev cometieron otra serie de errores durante la vida de
Lenin, quien en su testamento establece que la actuación de Zinoviev y
Kamenev durante la Revolución de octubre no era, por supuesto, un
accidente, Sin embargo, Lenin no sugirió que se les apresara o fusilara.
Tomemos
ahora como ejemplo a los trotskistas. En este momento, después de un
período histórico bastante amplio, podemos hablar de la lucha contra los
trotskistas con calma y podemos analizar este asunto con suficiente
objetividad. Al fin y al cabo en torno a Trotski había gente cuyo origen
no puede llamarse burgués. Un grupo de ellos pertenecía a la
intelectualidad del Partido y otros formaban parte de la clase
trabajadora. Podemos identificar individualmente y nombrar a muchos que
en su tiempo se unieron a los trotskistas, pero esto no quita que ellos
participaron activamente en los movimientos obreros anteriores a la
Revolución, durante la misma Revolución socialista de octubre y también
en la consolidación de la victoria de la más grande de las revoluciones.
Muchos de ellos rompieron con los trotskistas y volvieron a la posición
leninista. ¿Era, necesario aniquilar a esa gente? Estamos profundamente
convencidos de que si hubiese vivido Lenin no se habrían utilizado
contra ellos métodos tan extremos.
He
ahí unos cuantos hechos históricos. ¿Pero, podríamos decir que Lenin no
se decidió a emplear incluso las medidas más severas contra los
enemigos de la Revolución cuando fue imperativo hacerlo? No, nadie
podría decir tal cosa. Vladimir Ilich exigió siempre un trato sin
consideraciones para los enemigos de la Revolución y de la clase
trabajadora y, cuando lo estimaba necesario, aplicaba los métodos más
severos.
La
severidad de Lenin era extrema sólo cuando lo consideraba
indispensable, cuando las clases explotadoras existían todavía, y se
oponían vigorosamente a la revolución, cuando la lucha por la
supervivencia adquiría agudos contornos, mientras se proseguía la guerra
civil. Stalin, por otra parte, utilizó métodos extremos en una época en
que la revolución ya había vencido, Parece claro que Stalin demostró en
un sinnúmero de oportunidades su intolerancia, su bestialidad y su
abuso del poder. En vez de probar su corrección política y de movilizar a
las masas, con frecuencia escogió el camino de la persecución y de la
aniquilación física, no sólo contra enemigos verdaderos, sino también
contra individuos que no habían cometido crimen alguno contra el
gobierno o contra el Partido. Aquí no vemos signo alguno de sabiduría,
sino más bien de esa fuerza bruta que tanto alarmó a Lenin.
Ultimamente,
en especial después que se desenmascarara a la camarilla de Beria, el
C.C. examinó una serie de asuntos fabricados por esta camarilla. Ello
reveló un cuadro horroroso de brutalidad obcecada como consecuencia del
comportamiento incorrecto de Stalin. Los hechos demuestran que Stalin,
utilizando su poder ilimitado, cometió muchos abusos en nombre del C.C. y
sin consultar la opinión de los miembros del Comité o siquiera de los
miembros del Buró Político del C.C.; con frecuencia no informaba acerca
de sus decisiones personales respecto a asuntos muy importantes del
Partido y del gobierno. Lenin, por el contrario, jamás creyó inoportuno
consultar cualquier asunto con el C.C. para que él lo aprobara, o al
menos, con los miembros del Buró Político.
En
el período más difícil de la vida de nuestro Partido y de nuestro país,
Lenin creyó indispensable convocar regularmente congresos, conferencias
del Partido y sesiones plenarias del C.C., en los cuales los más
importantes asuntos se discutían y en que se tomaban resoluciones
cuidadosamente estudiadas en conjunto por los dirigentes.
STALIN VIOLÓ BRUTALMENTE LOS PRINCIPIOS LENINISTAS
Así
se procedía durante la vida de Lenin. ¿Se observaron los sagrados
principios leninistas del Partido después de la muerte de Vladimir
Ilich? Durante los primeros años, los congresos del Partido y los planes
del C.C. se realizaron en forma más o menos regular; posteriormente,
cuando Stalin comenzó a abusar de su poder en forma creciente, estos
principios se violaron totalmente. En los últimos quince años de su vida
esta situación empeoró. ¿Podría considerarse normal que transcurriesen
trece años entre el XVIII y el XIX Congreso del Partido, años durante
los cuales nuestro Partido y nuestro país vivió tantos acontecimientos
importantes? Estos acontecimientos exigían categóricamente que el
Partido resolviera acerca de ellos por cuanto afectaban, primero, la
defensa del país durante la guerra patriótica, y, luego, en la época en
que se construía para la paz, graves asuntos internos. Aun después de la
guerra no se reunió un Congreso durante más de siete años.
Los
plenos del C.C. no se celebraron casi nunca. Debiera bastar que se
mencione que durante todos los años de la guerra patriótica no se
verificó un solo pleno del C.C.
Es
cierto que se intentó celebrar un pleno del C.C. en octubre de 1941,
cuando se llamó a todos sus miembros de los diversos puntos del país,
reuniéndoseles en Moscú. Esperaron dos días la inauguración de ese
pleno, pero en vano; Stalin no quería ni siquiera reunirse y conversar
con los miembros del C.C. Este hecho demuestra lo desmoralizado que se
encontraba Stalin en los primeros meses de la guerra, y con cuanta
altivez y desdén trataba a los miembros del C.C.
En
la práctica, Stalin ignoraba las normas de la vida del Partido y
pisoteaba los principios leninistas de gobierno colegial. La tendenciosa
actitud de Stalin hacia el Partido y el C.C. se puso plenamente en
evidencia después del XVII Congreso del Partido, que se realizó en 1934.
Disponiendo
ahora de numerosos datos que comprueban su incalificable actitud hacia
los líderes del Partido, el C.C. ha creado una Comisión del Partido bajo
el control del Presidium del C.C. A esta Comisión se le encargó de
investigar todo aquella que hizo posible las represiones en masa contra
la mayoría de los miembros del C.C. y los candidatos elegidos para que
actuaran en el XVII Congreso del Partido Comunista de toda la Unión.
LAS TERRIBLES «DEPURACIONES» DE 1937-1938
La Comisión
se ha familiarizado con una gran cantidad de material existente en los
archivos de la N.K.V.D. y con otros documentos, y ha establecido muchos
hechos que conciernen la fabricación de cargos contra comunistas, las
falsas acusaciones y los descarados abusos de la legalidad socialista
que tuvieron como consecuencia la muerte de gente inocente. Es obvio que
muchas de las actividades del Partido, del Soviet y de la economía se
tildaron en 1937-1938 de «enemigas», cuando en realidad no las
realizaban ni enemigos ni espías ni saboteadores, etc., sino comunistas
honrados. Se trataba de gente acusada injustamente, que - no pudiendo
soportar tanta bárbara tortura - se autoacusaban, por orden de los
jueces investigadores y de los falsificadores, de toda clase de crímenes
graves e increíbles. La Comisión ha presentado al Presidium del C.C. un
material extenso y bien documentado referente a las represiones en masa
llevadas a cabo contra los delegados del XVII Congreso del Partido y
contra miembros del C.C. elegidos en ese Congreso. Este material ha sido
estudiado por el Presidium del C.C. y éste ha comprobada que de los 139
miembros y candidatos del C.C. del Partido que se eligieron en el XVII
Congreso, 98 de ellos, es decir el 70 %, fueron detenidos y fusilados
[la mayor parte entre 1937 y 1938]. (Indignación en la sala). ¿Cuál era
la composición de los delegados que participaron en el XVII Congreso? Se
sabe que el 80 % de, los participantes con voto del XVII Congreso
ingresó en el Partido en la época de la conspiración anterior a la
revolución y durante la guerra civil; esto significa antes de 1921. El
origen social de la masa de los delegados era la clase trabajadora (60 %
de los miembros con voto). Por esta razón es inconcebible que un
Congreso así constituido eligiese al C.C. una mayoría compuesta por
enemigos del Partido. La única razón por la cual se tildó al 70 %c de
los miembros del C.C,, y de los miembros elegidos al XVIII Congreso de
«enemigos del pueblo y del Partido», es porque se difamó a comunistas
honrados por medio de acusaciones fabricadas, minando así gravemente la
legalidad revolucionaria.
El
mismo destino hallaron no sólo los miembros del C.C., sino también la
mayoría de los delegados al XVII Congreso del Partido. De los 1.906
delegados que fueron allí ya sea para votar o para aconsejar, 1.108
fueron apresados y acusados de crímenes contra la revolución, es decir
un número superior a la mayoría. Este mero hecho demuestra cuán
absurdos, cuán contrarios al sentido común fueron los cargos de crímenes
«contra-revolucionarios» esgrimidos en contra de ellos, ya que no nos
es posible entender cómo la mayoría de los componentes del XVII Congreso
pudiesen haber merecido tales acusaciones. (Indígnación en la sala).
Recordaremos
que el XVII Congreso, del Partido se conoce históricamente como el
Congreso de los Victoriosos. Los delegados a ese Congreso habían
participado activamente en la construcción del Estado Socialista; muchos
de ellos habían sufrido y soportado lo indecible por el Partido durante
los años pre-revolucionarios. Ellos lucharon contra el enemigo
valientemente y enfrentaron la muerte cara a cara, sin temor. Cómo nos
va a ser posible crer que esa gente se demostrase posteriormente
traidora y que hubiese ingresado en las filas de los enemigos del
socialismo durante el período posterior a la liquidación política de los
zinovievistas, trotskistas y derechistas y después de las grandes
conquistas de la construcción socialista? Lo cierto es que todo esto fue
el resultado de la forma en que Stalin abusó del poder y comenzó a
utilizar el terror contra los jefes del Partido.
¿Cuál
es la razón por la cual las persecuciones en masa contra los activistas
se incrementaron más y más después del XVII Congreso? Es porque en este
tiempo Stalin se había colocada por encima del Partido, por encima del
país, de tal modo que había dejado de tomar en cuenta tanto al C.C. como
al Partido. Stalin siguió considerando en cierto modo la opinión
colectiva hasta el XVIII Congreso, pero después de la liquidación
política de los trotskistas, zinovievistas y bujarinistas, cuando -como
resultado de la lucha y de las victorias socialistas- el Partido había
logrado la unidad, Stalin dejó de valorar aún en grado mínimo a los
miembros del C.C. del Partido y aun a los del Buró Político; Stalin
pensó que ahora podía decidirlo todo por su cuenta, y que necesitaba
sólo la ayuda, de datos, estadísticos, y lo cierto es que trataba a
todos los que no estudiaban las estadísticas, de un modo tal que sólo
les era posible escucharle y alabarle.
Después
del asesinato criminal de S. M. Kirov, el amigo más íntimo de Stalin,
miembro del Politburó y jefe del Partido en Leningrado [su asesinato en
1934 fue el pretexto para iniciar una gran purga], comenzaron las
persecuciones en masa y las violaciones brutales de la legalidad
soviética. En la tarde del 10 de diciembre de 1934, por iniciativa de
Stalin (sin la aprobación del Politburó), el Secretario del Comité
Central Ejecutivo, Yenukidze, firmó la siguiente directiva:
«1.
- Se ordena a los servicios de investigación que aceleren los casos de
las personas a quienes se acusa de la preparación y ejecución de actos
de terror.
2.
- Se ordena a los organismos judiciales que no aplacen las ejecuciones
de las penas de muerte dictadas por crímenes de esta categoría para
examinar las posibilidades de indulto, porque el Presidium del Comité
Central Ejecutivo de la URSS no considera posible aceptar peticiones de
esta índole.
3.
- Los organismos del Comisariado de Asuntos Interiores deben ejecutar
las penas de muerte contra los criminales de la categoría arriba
mencionada inmediatamente que se dicten las sentencias. » [Yenukidze,
uno de los más antiguos amigos de Stalin, ejecutado en 1937].
Esta
directiva fue la base de una serie de acusaciones en masa y de abusos
contra la legalidad socialista. Durante muchos de los juicios fabricados
se acusó a los reos de preparar actos de terrorismo; esto les privaba
de la posibilidad de que sus casos fuesen reabiertos aun cuando ellos
declararan ante el Tribunal que se les había hecho confesar a la fuerza o
cuando, de un modo convincente, rechazaban las acusaciones esgrimidas
contra ellos.
UNA PROVOCACIÓN DE LA G.P.U.: EL ASESINATO DE KIROV
Debe
afirmarse que hasta el momento las circunstancias que rodean el
asesinato de Kirov encubren muchos asuntos inexplicables y misteriosos
que exigen un examen más cuidadoso. Hay razones que permiten suponer que
el asesino de Kirov, Nikolayev, fue ayudado por uno de los hombres
asignados para proteger la persona de Kirov. Mes y medio antes del
asesinato, Nikolayev fue apresado por suponérsele un comportamiento
sospechoso, pero se le dejó en libertad y ni siquiera se le registró. Es
causa de sospecha el hecho de que cuando el miembro de la Cheka
designado para proteger a Kirov fue conducido para ser interrogada el 2
de diciembre de 1934, murió en un accidente automovilístico, del cual
salieron ilesos todos los otros ocupantes del vehículo. Después del
asesinato de Kirov, altos funcionarios del N.K.V.D. en Leningrado fueron
condenados sin severidad, pero en 1937 se les fusiló. Podemos presumir
que se les fusiló con el objeto de cubrir los rastros de los
organizadores del asesinato de Kirov (agitación en la, sala).
Las
persecuciones en masa aumentaron inmensamente de 1936 en adelante y
después de un telegrama de Stalin y Jdanov [antes de su muerte repentina
en 1948, se consideraba a Jdanov como el posible sucesor de Stalin]
fechado en Sochi el 25 de septiembre de 1936 y, dirigido a Kaganovich,
Molotov y otros miembros de Politburó. Decía este telegrama lo siguiente
«Consideramos
absolutamente indispensable que el camarada Yejov sea nombrado
Comisario del Pueblo para los asuntos interiores. Yagoda ha demostrado
ser incapaz de desenmascarar al bloque trotskista-zinovievista. La
O.G.P.U. lleva un atraso de cuatro años en este asunto. Ello lo han
notado todos los militantes del Partido y la mayoría de los
representantes de la N.K.V.D.»
Yagoda
y Yejov fueron jefes de la Policía Secreta en períodos sucesivos.
Yagoda, después de iniciar la gran purga cayó preso en ella y fue
liquidado en 1938, Yejov asumió la dirección de las purgas y las
prolongó enormemente, hasta que fue reemplazado por Beria en 1938, quien
-aparentemente- lo hizo ejecutar.
Esta
formulación stalinista de que la N.K.V.D. [término intercambiable con
O.G.P.U.] llevaba cuatro años de atraso en sus investigaciones
represivas y de que era necesario recuperar el tiempo perdido, indujo a
los miembros de la N.K.V.D. a realizar ejecuciones y detenciones en
masa.
Debemos
recalcar que se impuso esta formulación a la Sesión Plenaria del Comité
Central del Partido Comunista, celebrada entre febrero y marzo de 1937.
La Sesión Plenaria aprobó la resolución basándose en el informe Yejov
intitulado «Lecciones que surgen de las actividades nefastas de
espionaje y diversión organizadas por agentes japoneses, alemanes y
trotskistas». Por lo cual se acordó lo siguiente:
«El
Pleno del Comité Central del Partido Comunista Bolchevique considera
que todos los hechos revelados durante la investigación de una actividad
anti-soviética de origen trotskista, apoyada por sus secuaces en las
provincias, demuestran que el Comisariado del Pueblo de Asuntos
Interiores se ha atrasado por lo menos cuatro años en el trabajo
destinado a desenmascarar a los inexorables enemigos del pueblo.»
Es
así que las persecuciones en masa se estimulaban en este tiempo en
nombre de la lucha contra el trotskismo. ¿Es cierto que los trotskistas
en ese tiempo constituían un peligro para el Partido y el Estado
Soviético? Debemos recordar que en 1927, en vísperas del XV Congreso del
Partido, el movimiento trotskista-zinovievista de oposición sólo obtuvo
4.000 de los 724.000; votos emitidos. Durante los diez años que
transcurrieron entre el XV Congreso del Partido y el Pleno de febrero y
marzo del C.C. del Partido, el trotskismo se había debilitado del todo,
muchos trotskistas de antes habían variado de opinión y trabajaban en
diversos sectores por la construcción del socialismo. Queda en claro que
la marcha de la construcción socialista era tal que no justificaba el
terror y las represiones en masa por todo el país.
Lo
cierto es que Lenin enseñó que sólo era necesario recurrir a la
violencia revolucionaria cuando existía resistencia de parte de las
clases explotadoras y tenían poder. Tan pronto como la situación
política de la nación hubo mejorado, cuando en enero de 1920 el Ejército
Rojo se apoderó de Rostov, logrando su más importante victoria sobre
Denikin, Lenin dió órdenes a Deherjinsky [primer jefe de la Policía
Secreta Bolchevique] de cesar el terror y de abolir la pena de muerte.
Lenin justificó esta importante medida política del Estado Soviético del
siguiente modo en su informe a la Sesión del Comité Central Ejecutivo
del 2 de febrero de 1920:
«Nos
vimos obligados a recurrir al terror debido a que el terror lo practicó
la Entente cuando poderosas potencias del mundo lanzaron sus hordas
contra nosotros. No hubiésemos durado dos días si no hubiésemos
respondido a estos atentados de la oficialidad y de la Guardia Blanca
sin dar cuartel. Tuvimos que recurrir al terror, pero fue la Entente,
debido a sus métodos terroristas, la que nos obligó a hacerlo. Pero tan
pronto como logramos una victoria decisiva y aún antes de que terminase
la guerra, inmediatamente después de la toma de Rostov, renunciamos a la
pena de muerte, probando así nuestra decisión de llevar a cabo nuestro
programa en la forma en que lo habíamos prometido.
Decimos
ahora que nuestra decisión de recurrir a la violencia es consecuencia
de nuestra determinación de neutralizar a los explotadores, los grandes
terratenientes y los capitalistas. Tan pronto como se logró esto,
abandonamos el uso, de métodos despiadados. Lo hemos probado en la
práctica.»
Stalin
renegó de estos claros preceptos de Lenin. Stalin lanzó al Partido y la
N.K.V.D. a una política de terror cuando las clases explotadoras de
nuestro país habían sido liquidadas, por lo cual no había razón que la
justificara.
Este
terror tenía como objeto no eliminar los restos de las clases
explotadoras, sino perseguir a trabajadores honrados del Partido y del
Estado Soviético; contra ellos se esgrimieron acusaciones difamantes,
falsas y absurdas, atribuyéndoseles intenciones ocultas de espionaje,
sabotaje y la prepara ión de complots ficticios, etc.
En
el Pleno del Comité Central celebrado entre febrero y marzo de 1937,
muchos de sus miembros pusieron en duda la justeza del curso que se
había impuesto a los acontecimientos al mantener las represiones en masa
bajo el pretexto de que se combatía intenciones ocultas.
El
camarada Postyshev, jefe del Partido en Ucrania, quien desapareció en
1937, expresó con mucha habilidad sus dudas al respecto, observando:
«Mi
pensamiento me induce a considerar que los severos años de lucha han
terminado; los miembros del Partido que han perdido su vigor, se han
desmoralizado y unido al campo del enemigo; elementos saludables siguen
luchando por el Partido. Estos han sido los años de la industrialización
y la colectivización. No me es posible pensar que después del período
de severidad, Karpov y gente como él se encuentren junto al enemigo.
(Karpov fue un miembro del Comité Central Ucraniano que Postyshev
conocía bien). Y ahora, según lo que aquí se muestra, resulta que Karpov
fue reclutado en 1934 por los trotskistas. Personalmente no creo que en
1934 un miembro honrado del Partido, que durante largo tiempo marchó
sin cejar por el duro camino que imponía la lucha contra los enemigos
del Socialismo y del Partido, podría traicionar en esa forma. Yo no lo
creo... No me puedo imaginar que sea posible estar con el Partido
durante los años difíciles y luego, en 1934, pasarse a los trotskistas.
Esto es algo muy raro...» (Agitación en la sala).
Utilizando
la formulación de Stalin que establece que mientras más cerca nos
hallamos del socialismo, más enemigos le surgen, y basándose en la
resolución aprobada por el Plena del C.C. celebrado entre febrero y
marzo y que es consecuencia del informe de Yejov, provocadores que se
habían infiltrado en los organismos de seguridad del Estado comenzaron a
proteger -en nombre del Partido- la persecución en masa que se
realizaba contra los miembros del Partido, los líderes del Estado
Soviético y los simples ciudadanos soviéticos. Basta anotar que el
número de personas apresadas por crímenes «contrarrevolucionarios»
aumentó diez veces entre 1936 y 1937.
La
mayoría de los miembros y candidatos del Comité Central elegidos
durante el XVII Congreso y apresados entre 1937 y 1938, fueron
expulsados ilegalmente, lo que constituye un abuso brutal de los
Estatutos del Partido, por cuanto el C.C. reunido en Pleno jamás estudió
sus casos.
Ahora
bien, cuando se examinaron las acusaciones contra estos presuntos
espías y saboteadores se encontró que se habían inventado sus crímenes.
Las confesiones de culpabilidad de muchos de esos presuntos enemigos del
pueblo se obtuvieron sometiéndolos a torturas inhumanas y crueles.
Al
mismo tiempo Stalin, según nos han informado los miembros del Politburó
de ese tiempo, jamás mostró a ese organismo las declaraciones hechas
por los acusados ante el Tribunal Militar, en las cuales, negaban sus
confesiones y solicitaban que se reabriera su proceso. Declaraciones de
ese tipo había muchas y Stalin las conocía.
El
C.C. considera indispensable informar al Congreso acerca de muchos de
estos casos fabricados contra los miembros del Comité Central del
Partido elegidos en el XVII Congreso.
Un
ejemplo de provocación vil, de falsificación detestable y de violación
criminal de la legalidad revolucionaria es el caso del que fuera
candidato al Politburó del Comité Central, un eminente trabajador del
Partido y del gobierno soviético, el camarada Eikhe, que había ingresado
en el Partido en 1905. Se detuvo al camarada Eikhe el 29 de abril de
1938 a raíz de un informe difamante, sin la sanción del fiscal de la
URSS, que se recibió finalmente quince meses después de que se le
detuviera. La investigación del caso Eikhe se verificó de un modo que
violó la legalidad soviética en forma absoluta y sobre las bases de una
falsificación consciente de los hechos.
Se
le obligó a Eikhe, bajo tortura, a firmar antes de tiempo un protocolo
de sus confesiones preparado por los jueces a cargo de la investigación,
que lo acusaban de actividades antisoviéticas.
El
1° de octubre de 1939 Eikhe envió una declaración a Stalin, en la cual
negó categóricamente su culpabilidad y solicitó que se revísara su caso.
En esa declaración decía: « No hay miseria más grande que estar sentado
tras las rejas de una cárcel del gobierno por el cual uno ha luchado
con todas sus fuerzas». Una segunda declaración de Eikhe, que él envió a
Stalin el 27 de octubre de 1939, se ha conservado. Se puede leer en
ella lo siguiente:
«El
25 de octubre de este año se me informó que una investigación de mi
caso había culminado y se me permitió acceso a los documentos de esa
investigación. Si fuese cierta la centésima parte de los crímenes de que
se me acusa no me habría atrevido a enviarle esta declaración antes de
que se me ejecutara: no obstante no soy culpable de una sola de esas
acusaciones y mi corazón se encuentra limpio aún de la sombra de una
bajeza. Jamás en mi vida le he dicho a Ud. una sola mentira y ahora que
tengo mis dos pies en la tumba, tampoco le miento. Todo mi caso es un
ejemplo típico de provocación, difamación y violación de las bases
elementales de nuestra legalidad revolucionaria... Las confesiones que
se incluyen en mi expediente no sólo son absurdas, sino que contienen
además declaraciones difamantes acerca del C.C. del Partido Bolchevique y
del Consejo de Comisarios del Pueblo, por cuanto resoluciones correctas
del Comité Central del Partido Bolchevique y del Consejo de Comisarios
del Pueblo, que no se tomaron a raíz de una iniciativa mía y en las
cuales no intervine, se presentan como actos hostiles de organizaciones
contrarrevolucionarias realizados por insinuación mía.
Ahora
me refiero a la parte más vergonzosa de mi vida, o sea, a mi confesión
de estar envuelto en actividades contrarrevolucionarias... El caso es el
siguiente: No me fue posible soportar las torturas a que me sometieron
Ushakov y Nikolayev (oficiales de la N.K.V.D.), y especialmente el
primero, que, sabiendo que tenía las costillas rotas y que ellas todavía
no se habían soldado, me causó mucho dolor, obligándome así a acusarme a
mí mismo y a otros.
La
mayor parte de mi confesión me fue sugerida o dictada por Ushakov, el
resto es mi reconstrucción del material proporcionado por la N.K.V.D.,
referente a Siberia Oriental y por él asumo toda responsabilidad. Cada
vez que alguna parte de lo que se había dictado, o sea, de la historia
fabricada por Ushakov, se mostraba inconsistente, se me obligaba a
firmar una modificación.
(...)
Le
ruego y solicito que estudie nuevamente mi caso y no con el objeto de
que se me indulte, sino con la finalidad de desenmascarar la vil
provocación que como una serpiente se ha envuelto en torno a muchas
personas como consecuencia de mezquindad y difamación criminal. Yo nunca
lo he traicionado a Vd. ni al Partido. Sé que muero debido al vil y
mezquino trabajo de enemigos del Partido, del pueblo, que han fabricado
esta provocación contra mí.»
Parecería
que una declaración tan importante merecía llevarse al C.C. para que él
la examinara. Esto no se hizo y la declaración fue enviada a Beria
mientras se seguía maltratando al candidato al Politburó, camarada
Eikhe. El 2 de febrero de 1940 se llevó a Eikhe ante el tribunal.
El
4 de febrero, Eikhe fue fusilado. (Indignación en la sala). Ahora se ha
establecido en forma definitiva que el caso de Eikhe fue fabricado
enteramente; se le ha concedido una rehabilitación póstuma.
El
camarada Rudzutak, candidato a miembro del Politburó, miembro del
Partido desde 1905, que había sufrido diez años de encarcelamiento
durante el régimen zarista, renegó absolutamente ante el Tribunal de la
confesión que se le había obligado a firmar. Los protocolos de la sesión
del Colegio del Tribunal Supremo Militar contienen la siguiente
declaración de Rudzutak:
«...La
única petición que hace el Tribunal es que el Comité Central del
Partido Comunista Bolchevique sea informado de que la N.K.V.D. cuenta
entre los suyos con un núcleo que hábilmente fabrica documentos
acusatorios que obligan a gente inocente a confesar; no se le da a uno
oportunidad de demostrar que no ha participado en los crímenes que las
confesiones de otras personas establecen. Los métodos de investigación
son tales que obligan a mentir a las personas y a difamar a gente
enteramente inocente fuera de los que ya soportan una acusación. Le pide
al Tribunal que se lo permita informar al C.C. del Partido Comunista
Bolchevique acerca de todo esto por escrito. Él asegura al Tribunal que
personalmente no ha tenido nunca intenciones malignas respecto a la
política de nuestro Partido, porque siempre ha estado de acuerdo con la
política del Partido en lo que concierne a las actividades culturales y
económicas.»
Esta
declaración de Rudzutak se ignoró a pesar de que Rudzutak era en ese
momento jefe de la Comisión de Control Central que se había organizado
de acuerdo con las concepciones de Lenin con el objeto de luchar por la
unidad del Partido... De este modo cayó el jefe de este alto organismo
víctima de una voluntad bestial y antojadiza; ni se le hizo comparecer
ante el Politburó del C.C., porque Stalin no quería hablar con él. En
veinte minutos se decidió su sentencia y fue fusilado. (Indignación en
la sala). Después de estudiar cuidadosamente este caso en 1955, se
estableció que la acusación contra Rudzutak era falsa y que se basaba en
material difamante. Rudzutak ha sido rehabilitado después de su muerte.
La forma en que trabajaba la N.K.V.D. para fabricar diversos centros
ficticios antisoviéticos y bloques de la misma índole con la ayuda de
métodos provocadores se esclarece en la confesión del camarada
Rosenblum, miembro del Partido desde 1906, a quien se detuvo en 1937 en
Leningrado por orden de la N.K.V.D.
LA G.P.U. FABRICA “CENTROS ANTISOVIÉTICOS”
Durante
el examen a que fue sometido en 1955 el caso de Komarov, se supo lo
siguiente acerca de Rosenblum: Cuando Rosenblum fue detenido en 1937, se
le torturó en forma terrible y se le ordenó que confesara informaciones
falsas respecto a su persona y a otras. Entonces se le llevó a la
oficina de Zakovsky (alto oficial de la Policía Secreta), quien le
ofreció su libertad a condición de que confesara ante el Tribuna lo que
se había fabricado contra él en la N.K.V.D. en 1937, referente a
sabotaje, espionaje y trabajo en un centro terrorista de Leningrado.
(Agitación en la sala). Con cinismo increíble Zakovsky habló revelándome
cómo operaba el vil mecanismo para la ingeniosa creación de complota
antisoviéticos ficticios.
«Con
el objeto de informarme al respecto -dijo Rosenblum- Zakovsky me
insinuó varias posibles variantes de la organización del centro de
Leningrado y sus sucursales. Después de explicarme la organización en
detalle, Zakovsky me dijo que la N.K.V.D. estudiaría el caso de este
centro, observando que el juicio sería público. Ante los tribunales se
acusaría a cuatro o cinco supuestos miembros de este centro, a Chudov,
Ugarov, Smorodin, Pozern, Shaposhnikova (esposa de Chudov) y otros,
conjuntamente con dos o tres miembros de las sucursales de éste
centro... Ud. mismo, dijo Zakovsky, no necesitará inventar nada. La
N.K.V.D. preparará para Ud. una reseña respecto a cada sucursal del
Centro; la tendrá que estudiar muy bien y recordar en detalle las
preguntas y las respuestas que puedan surgir en el Tribunal. Este caso
estará listo dentro de unos tres o cuatro meses o quizás medio-año.
Durante
todo este tiempo Ud. ha de prepararse de modo que no comprometa ni la
investigación ni a su persona. Su futuro dependerá del desenlace del
juicio y sus resultados. Si Ud. comienza a mentir y atestiguar
falsamente, cúlpese Ud. mismo. Si logra soportarlo, salvará su cabeza y
nosotros lo alimentaremos, y vestiremos a expensas del gobierno hasta el
día de su muerte.»
Este
es el tipo de vileza que se practicaba en ese tiempo. (Agitación en la
sala). Kamarov, un viejo bolchevique, fue liquidado en la gran purga y
rehabilitado en 1955. Rosenblum cayó víctima de la gran purga.
La
práctica de la falsificación de casos puesta en marcha por la N.K.V.D.
afectó aún más a las provincias que a la metrópoli. El material de
investigación de ese tiempo demuestra que en casi todas las regiones y
provincias de la República existían supuestos grupos de
derechistas-trotskistas dedicados al espionaje y al terror, organizados
en centros de sabotaje y lo curioso es que los jefes de todas estas
organizaciones, no sabemos por qué razón, eran siempre los Primeros
Secretarios de los Comités Centrales del Partido Comunista en las
provincias o repúblicas de la Unión Soviética. (Agitación en la sala).
Muchos
miles de comunistas inocentes y honrados han muerto como resultado de
estas monstruosas falsificaciones y como consecuencia del hecho de que
se aceptó todo tipo de confesiones difamantes obtenidas por la fuerza y
en las cuales existían autoacusaciones y acusaciones a otro. De esa
manera se fabricaron los casos contra los eminentes trabajadores del
Estado y del Partido: Kossior, Chubar, Postyschev, Korsaryev y otros.
Durante
esos años se aplicó la persecución en gran escala y de ello resultó la
pérdida de muchos leales servidores del Partido. Se aceptó la viciosa
práctica de permitir que la N.K.V.D. preparase lista de personas cuyos
casos caían bajo la jurisdicción del Colegio Militar y las sentencias de
esas personas se preparaban de antemano. Yejov enviaba estas listas a
Stalin para que él las aprobara en persona y sugiriera el castigo. Entre
1937 y 1938, 383 de estas listas que contenían los nombres de muchos
miles de miembros del Partido, del Gobierno, del Komsomol, del Ejército y
de la Economía se enviaron a Stalin. Él aprobó esas listas.
Un
gran número de estos casos se está revisando ahora y muchos de ellos se
han anulado porque se basan en falsificaciones. Basta que se diga que
desde 1954 hasta el momento, el Colegio Militar del Tribunal Supremo ha
rehabilitado a 7.679 personas, muchas de las cuales están muertas.
Detenciones en masa de trabajadores del Partido, de la Economía, del
Soviet y del Ejército han causado enorme daño a nuestro país y a la
causa del desarrollo socialista. La persecución en masa tiene una
influencia negativa sobre las condiciones político-morales del Partido,
puesto que crean una situación de incertidumbre y un ambiente de
sospechas malsanas que destruye la confianza entre los comunistas. Todo
tipo de difamadores y de trepadores se aprovechó de esta circunstancia.
Las
resoluciones del Pleno del C.C. del Partido Comunista, celebrado en
enero de 1938, habían mejorado en parte la organización del Partido. No
obstante, ene 1938 continuaban las persecuciones. Sólo porque este
Partido tiene a su disposición un fondo moral y político tan poderoso ha
podido sobrevivir tras la difícil etapa de 1937-1938.
STALIN ORDENA QUE SE APLIQUEN TORTURAS FÍSICAS
Con
justicia acusamos a Yejov por las prácticas degeneradas que puso en
marcha en 1937. Pero debemos contestar las siguientes preguntas: ¿Es
posible que Yejov detuviera a Kossior sin el consentimiento de Stalin?
¿Hubo un cambio de opiniones o alguna decisión del Politburó al
respecto? No, no hubo, como tampoco lo hubo en otros casos semejantes.
¿Podría Yejov haber decidido por su cuenta un asunto tan importante como
el que atañe a la vida de un eminente miembro del Partido? No seria
ingenuo creer que toda esto es la obra particular de Yejov. Es obvio que
estos asuntos los decidía Stalin y que si él no hubiese ordenado y
sancionado todo, Yejov no habría podido operar.
Hemos
examinado los casos de Kossior, de Rudzutak [uno de los miembros del
Politburó, que desapareció en 1938], de Postyshev, de Kosaryev y otros y
los hemos rehabilitado. ¿Por qué causa se detuvo y sentenció a estas
personas? Al revisar la evidencia, no se encuentra razón para ello.
Ellos, como muchos otros, fueron detenidos sin el conocimiento del
fiscal. En tal caso no hay necesidad de que se sancione nada y ¡qué
sanción se iba a necesitar cuando Stalin lo decidía todo! Él era en
estos casos el fiscal. Stalin no sólo estaba de acuerdo con estas
detenciones, sino que él las ordenaba por iniciativa propia. Debemos
decir esto para que los delegados del Congreso puedan valorar los hechos
y llegar a las debidas conclusiones. Los acontecimientos prueban que
muchos de los abusos fueron ordenados por Stalin sin tomar en cuenta
ninguna de las normas del Partido o de la Ley Soviética. Stalin era un
hombre desconfiado, enfermizamente suspicaz; nosotros lo conocíamos,
porque trabajábamos con él. Podía mirar a un hombre y decir: «¿Por qué
están tan esquivos tus ojos hoy?» o «¿Por qué vuelves los ojos hacia
otro lado y evitas mírarme de frente?» Sus enfermizas sospechas creaban
en él una desconfianza general que envolvía aun a los más destacados
miembros del Partido que conocía desde hacía muchos años. En todas
partes veía enemigos, agentes dobles y espías. Puesto que poseía un
poder ilimitado, daba rienda suelta a su carácter voluntarioso,
asfixiando moral y físicamente a las personas. Surgió una situación que
hacía imposible que uno expresara su voluntad. Cuando Stalin decía que
era necesario detener a tal o cual persona, había que aceptar
dogmáticamente que se trataba de un «enemigo del pueblo». Mientras tanto
la pandilla de Beria, que dirigía los organismos de seguridad del
Estado, se superaba fabricando las pruebas de la culpabilidad de los
detenidos y de la veracidad de los documentos que falsificaba. ¿Y qué
pruebas se ofrecían? Las confesiones de los detenidos; y los jueces
instructores aceptaban estas confesiones. ¿Y cómo es posible que una
persona confiese haber realizado crímenes que no ha cometido? Sólo si se
aplican métodos de tortura física que la reduce a un estado de
inconsciencia, que la priva de su juicio y la despoja de su dignidad de
ser humano. De esta manera se obtenían las confesiones.
Cuando
la ola de detenciones en masa empezó a disminuir en 1939 y los líderes
territoriales de las organizaciones del Partido comenzaron a acusar a
los miembros de la N.K.V.D. de usar métodos de presión física, entonces
Stalin despachó un telegrama en clave, el 20 de enero de 1939, al Comité
de Secretarios de Regiones y Territorios, a los Comités Centrales de
los Partidos Comunistas de las Repúblicas Populares, a, los Comisarios-
de Asuntos Interiores y a los jefes de la N.K.V.D. Establecía este
telegrama:
«El
Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética precisa que
la aplicación de métodos de presión física por la N.K.V.D. es aceptada
desde 1937 de acuerdo con el permiso dado por el Comité Central del
Partido Comunista Bolchevique en 1937... Es cosa sabida que todos los
servicios policíacos de los burgueses, utilizan medios físicos para
influir sobre los representantes del proletariado socialista y que los
usan en sus formas más escandalosas. Cabe preguntarse: ¿por qué el
Servicio de Inteligencia Socialista ha de ser más humanitario con los
enloquecidos agentes de la burguesía, con los mortales enemigos de la
clase trabajadora? El Comité Central del Partido Comunista Bolchevique
considera que se debe presionar físicamente, aunque sólo cuando se trate
de conocidos y obstinados enemigos del pueblo, siendo en estos casos
justificable y apropiado.»
De
esta manera sanciona Stalin, en nombre del C.C. del Partido Comunista
Bolchevique, la más vil violación de la legalidad socialista, la tortura
y la opresión, todo lo cual condujo a difamantes acusaciones por parte
de gente inocente.
Estos
y otros muchos hechos demuestran que todas las normas correctas del
Partido para la solución de diversos problemas se anularon, de modo que
todo dependía del capricho de un hombre.
EL “GENIO MILITAR” DE STALIN
El
poder acumulado en las manos de una persona, Stalin, condujo a serios
errores de nefastas consecuencias durante la gran guerra patriótica.
Cuando
vemos muchas de nuestras películas, leemos muchas de nuestras novelas y
estudios históricos y científicos, la labor de Stalin en la guerra
patriótica aparece como algo enteramente inverosímil. Stalin lo había
previsto todo. El ejército soviético, basándose en planes estratégicos
preparados mucho antes por Stalin, y utilizando tácticas denominadas de
«defensa activa», es decir, tácticas que permitieron a los alemanes
llegar hasta Moscú y Stalingrado, gracias al genio de Stalin, quebró la
ofensiva y subyugó al enemigo. La victoria épica lograda por el poderío
armado de la tierra soviética, por el heroísmo de su pueblo, se atribuye
enteramente en estas novelas, películas y estudios científicos al genio
estratégico de Stalin.
Debemos
analizar este asunto con cuidado, porque tiene inmenso alcance desde el
punto de vista no sólo histórico, sino también político, educativo y
práctico.
Durante
y después de la guerra, Stalin adelantó la tesis de que la tragedia que
nuestra nación vivió en la primera parte de la guerra era consecuencia
de que Alemania atacó inesperadamente a la Unión Soviética. Pero,
camaradas, esto no es verdad. Tan pronto como Hitler llegó al poder en
Alemania, se asignó a sí mismo la tarea de liquidar al comunismo. Los
fascistas confesaban esto abiertamente y ellos no escondieron sus
planes. Con el objeto de obtener esta finalidad agresiva, Hitler creó
toda suerte de pactos y bloques, tales como el famoso Eje
Berlín-Roma-Tokio. Muchos hechos anteriores a la guerra demuestran que
Hitler tenía la intención de lanzarse contra la Unión Soviética, y que
había concentrado grandes unidades armadas como también cuerpos
blindados cerca de la frontera soviética.
Documentos
que se han publicado, demuestran que el 3 de abril de 1941, Churchill, a
través de su embajador en la URSS, Cripps, advirtió personalmente a
Stalin que Hitler estaba reagrupando sus fuerzas armadas con el objeto
de atacar a la Unión Soviética. Es evidente que Churchill no hizo esto
debido a que abrigaba un sentimiento de amistad hacia la Unión
Soviética. Tenía muy presentes sus miras imperialistas, a las cuales
convenía una sangrienta guerra entre Alemania y la URSS para así
fortalecer al Imperio británico. No obstante, Churchill afirmaba en su
nota que deseaba prevenir a Stalin y llamarle la atención respecto al
peligro que le amenazaba. Churchill hizo hincapié repetidas veces en
esto, tanto en sus despachos del 18 de abril como en los de los días
siguientes. Pero Stalin no hizo caso de estas advertencias; más aún dió
órdenes de que no se atribuyera importancia a esta clase de información
para no provocar la iniciación de operaciones militares. Debemos
reafirmar que informaciones de este tipo respecto a concentraciones
alemanas destinadas a invadir el territorio soviético llegaban también a
través de nuestros servicios militares y diplomáticos. No obstante,
puesto que nuestros líderes estaban preparados para no aceptar esas
informaciones, ese tipo de noticias se enviaba con temor y se valoraba
con reserva.
Un
cable de nuestra Embajada en Londres, con fecha 18 de junio de 1941,
dice: «Desde ahora Cripps está absolutamente convencido de que es
inevitable un conflicto entre Alemania y la URSS, y que éste se
iniciará a más tardar a mediados de junio. Según Cripps, los alemanes,
hasta el presente, tienen concentradas 147 divisiones (incluyendo fuerza
aérea y unidades auxiliares) a lo largo de la frontera soviética...»
A
pesar de estos avisos extremadamente serios, no se tomaron las medidas
necesarias para preparar debidamente al país para su defensa o para
prevenir que se le tomara de sorpresa. ¿Contábamos con el tiempo y con
la capacidad para prepararnos? Sí, tuvimos tiempo y teníamos capacidad.
Nuestra industria había ya logrado un desarrollo tal, que era capaz de
proveer totalmente al Ejército soviético. Esto lo prueba el hecho de que
aunque durante la guerra perdimos casi la mitad de nuestra industria, e
importantes zonas industriales y productoras de alimentos, como
resultado de la ocupación de Ucrania, del Cáucaso del Norte y de otras
partes occidentales del país, la nación soviética pudo aún organizar su
producción de equipo militar en las regiones orientales y proveer a
nuestras fuerzas armadas con todo lo necesario para destruir al enemigo.
Si se hubiese movilizado nuestra industria debidamente y a tiempo para
que proveyese al Ejército con el material necesario, nuestras pérdidas
de guerra habrían sido decididamente inferiores. Esa movilización no se
comenzó, sin embargo, cuando se debía. Y ya en los primeros días de la
guerra se hizo obvio que nuestro Ejército estaba mal equipado, que no
teníamos suficiente artillería, tanques o aviones.
La
ciencia y la tecnología soviéticas produjeron excelentes modelos de
tanques y piezas de artillería antes de la guerra. Pero no estaba
organizada la producción en masa y lo cierto es que comenzamos a
modernizar nuestro equipo en vísperas de la guerra. Como resultado de
todo esto, en el momento que se produjo la invasión enemiga del
territorio soviético, no teníamos la suficiente cantidad ya sea de
maquinaria antigua que no se utilizaba para la producción de armamentos o
de maquinaria nueva que pensábamos introducir en la producción de armas
de guerra. La situación, en lo que se refiere a artillería antiaérea,
era especialmente débil; no habíamos organizado tampoco la producción de
municiones antitanque. Fue imposible defender muchas regiones
fortificadas tan pronto como se las atacó, porque los armamentos
antiguos se habían retirado y los nuevos no estaban en producción. Esto
afectaba no sólo la situación referente a la producción de tanques,
artillería y aviones. Al estallar la guerra no teníamos siquiera el
suficiente número de fusiles para equipar a los movilizados. Recuerdo
que en esos días llamé de Kiev al camarada Malenkov y le dije: «El
pueblo se ha presentado voluntariamente con el objeto de ingresar en el
nuevo ejército y pide armas. Ud. debe enviarme armas». Malenkov,
entonces miembro del Consejo Interior de Guerra, me contestó: «No
podemos enviarle armas; estamos enviando todos nuestros fusiles a
Leningrado y tendrán que armarse ustedes mismos.» (Agitación en la
sala).
Tal
era la situación armamentista entonces. En este sentido no podemos
olvidarnos, por ejemplo, del siguiente hecho. Poco después de la
invasión de la Unión Soviética por el ejército de Hitler, Korponos,
entonces jefe del Distrito Militar Especial de Kiev (que posteriormente
murió en el frente) escribió a Stalin diciéndole que los alemanes habían
llegado al río Bug y se estaban preparando para un ataque y que en un
futuro muy cercano probablemente iniciarían una ofensiva, Por eso
Korponos sugería que se organizara una fuerte línea defensiva, que se
evacuaran 300.000 personas de la zona fronteriza y que varios puntos
fuertes se organizaran ahí con zanjas antitanques y trincheras para
soldados, etc. Moscú respondió a esta sugestión insinuando que esta
medida constituiría una provocación y que no le era permitido iniciar
trabajos defensivos en la frontera, ya que no se podía dar a los
alemanes pretexto alguno para que iniciaran operaciones militares. Así
es, pues, que nuestras fronteras no se hallaban preparadas para repeler
al enemigo.
Cuando
los ejércitos fascistas invadieron el territorio soviético y comenzaron
las operaciones militares, Moscú emitió una orden, en virtud de la cual
se prohibía contestar al fuego alemán. ¿Por qué? Porque Stalin seguía
convencido, a pesar de los hechos, de que la guerra no había aún
comenzado, y que esto era sólo una acción de provocación de parte de
diversas secciones indisciplinadas del ejército alemán, y que nuestra
reacción podría ser causa de que los alemanes comenzaran la guerra.
Lo
siguiente también es bien conocido. La víspera de la invasión del
territorio de la Unión Soviético por el ejército de Hitler, cierto
ciudadano alemán cruzó nuestra frontera y declaró que los ejércitos
alemanes habían recibido órdenes de iniciar la ofensiva contra la Unión
Soviética en la noche del 22 de junio a las 3 de la mañana. Stalin fue
informado al respecto inmediatamente, pero aun esta advertencia fue
ignorada por él.
Como
se ve, todo se ignoró: las advertencias de ciertos comandantes de
ejército, las declaraciones de desertores del ejército del enemigo y aun
la abierta hostilidad del enemigo. ¿Es éste un ejemplo de lo alerta que
estaba el jefe del Partido en un momento histórico particularmente
significativo?
¿Y
cuál fue el resultado de esta actitud indifernte, de este
desconocimiento de los hechos? El resultado fue que ya a pocas horas y
días de iniciarse el ataque, el enemigo había destruído en la región de
la frontera gran parte de nuestra aviación, de nuestra artillería y otro
equipo militar; había aniquilado un gran número de nuestros comandos
militares y desorganizado nuestro mando; a consecuencia de esto, no
pudimos evitar que el enemigo penetrara profundamente en nuestro
territorio.
Muy
serias consecuencias, especialmente en lo que se refiere a la etapa
inicial de la guerra, siguieron al hecho de que Stalin hubiese
aniquilado a tantos comandantes del ejército y comisarios políticos
entre 1937 y 1941. Durante los años de represión, sufrieron numerosos
núcleos del Comando Militar, comenzando literalmente desde el nivel del
comandante de batallón y compañía hasta llegar a los más altos niveles
de la jerarquía militar; durante ese tiempo los núcleos de jefes que
habían adquirido experiencia militar en España y en Extremo Oriente,
fueron liquidados casi completamente.
La
política de persecuciones en gran escala contra los núcleos militares
minó la disciplina militar, porque durante varios años oficiales de
todos los rangos y aun soldados del Partido y del Komsomol debían, en
sus respectivas células, desenmascarar a sus superiores como a enemigos
ocultos. (Agitación en la sala).
Es
lógico que esto influyera en forma negativa sobre la disciplina militar
en el período inicial de la guerra. Uds. saben que teníamos antes de la
guerra excelentes mandos, cuya lealtad al Partido y a la patria era
indudable. Baste con decir que aquellos que lograron sobrevivir, a pesar
de las torturas que debieron soportar en las prisiones, demostraron ser
desde los primeros días de la guerra, verdaderos patriotas y que
pelearon heroicamente por la gloria de nuestro país. Pienso en estos
momentos en camaradas como Rokossovsky (que, como se sabe, había estado
preso), Gorbatov, Meretskov (que es un delegado en el presente
Congreso), Poklas (que fué un excelente comandante y que pereció en el
frente), y muchos, muchos otros. No obstante, numerosos comandantes de
este temple perecieron en campos y prisiones y el Ejército no volvió a
verlos más. Fueron éstas las causas de la situación que se produjo al
comienzo de la guerra y que tanto hizo peligrar a la patria, No sería
correcto olvidar que después de los primeros severos desastres en el
frente, Stalin pensó que se estaba ante el fin. En uno de sus discursos
de esos días dijo: « Todo aquello que Lenin creó, se ha perdido para
siempre».
Después
de esto, por un buen tiempo, Stalin se alejó de la dirección de las
operaciones militares y se dedicó a no hacer nada. Volvió a asumir la
dirección activa sólo cuando el Politburó lo visitó para decirle que era
necesario tomar ciertas medidas para mejorar la, situación en el
frente. Por lo tanto, la amenazadora situación que se cernió sobre la
nación en el primer período de la guerra, fue consecuencia de métodos
erróneos empleados por Stalin mismo.
No
hablamos, sin embargo, solamente de los momentos en que la guerra se
iniciaba, cuando la desorganización de nuestros ejércitos trajo como
consecuencia severas pérdidas. Meses después, la histeria y el
nerviosismo de Stalin le impulsaron a intervenir en las operaciones
militares, causando serios daños al ejército. Stalin estaba lejos de
comprender lo que acontecía en el frente. Esto era natural, porque
durante toda la guerra patriótica nunca visitó ningún sector del frente,
ni ciudad liberada alguna, salvo una breve excursión hacia Mozhaisk
cuando la situación allí se había estabilizado. A este incidente se han
dedicado muchas obras literarias saturadas de fantasía y también muchos
cuadros.
Simultáneamente,
Stalin se estaba entrometiendo en las operaciones y dictando órdenes
que no tomaban en cuenta la situación real en un sector determinado del
frente y que no podían sino culminar en grandes pérdidas humanas.
Me
permitiré en esta ocasión hacer resaltar un hecho característico que
ilustra cómo Stalin dirigía las operaciones del frente. Está presente en
este Congreso el Mariscal Bagramyan, que fue en un tiempo jefe de
operaciones del Cuartel General del frente sud-occidental y que podrá
confirmar lo que les digo. Cuando surgió una situación extremadamente
seria en la región de Jarkov, él había decidido correctamente suprimir
una operación cuyo objetivo era rodear Jarkov, porque la situación real
en ese momento hacía pensar que podrían producirse consecuencias fatales
si se continuaba la operación. Informamos de esto a Stalin haciéndole
ver que la situación exigía cambios en el plan de operaciones para
evitar que el enemigo liquidara una concentración considerable de
nuestro ejército. Stalin, desafiando el sentido común, ignoró nuestras
sugestiones y ordenó que se continuara la operación destinada a rodear
Jarkov, a pesar del hecho de que en ese instante muchas concentraciones
del ejército se encontraban amenazadas y podían ser rodeadas y
liquidadas. Llamé por teléfono a Vasilevsky, entonces jefe del Estado
Mayor, y le rogué en estos términos: «Alejandro Mikhailovich, lleve un
mapa (Vasilevsky se encuentra ahora con nosotros) y muéstrele al
camarada Stalin la situación que se ha desarrollado». Haremos notar que
Stalin planeaba las operaciones en un globo terráqueo. (Animación en la
sala). Sí, camaradas, usaba un mapamundi esférico para trazar las líneas
de los diverso, frentes. Yo le dije al camarada Vasilevsky: «Muéstrele
la situación en el mapa, ya que en la presente encrucijada no podemos
continuar la operación concebida. La antigua decisión debe cambiarse por
razones muy justificadas». Vasilevsky me respondió diciendo que Stalin
ya había estudiado el problema y que él, Vasilevsky, no volvería a
tratar el asunto otra vez con Stalin porque éste no quería oír nuevos
argumentos acerca de esta operación. Después de esta conversación con
Vasilevsky, telefoneé a Stalin a su villa, pero Stalin no contestó al
teléfono, sino Malenkov. Le dije al camarada Malenkov que llamaba desde
el frente y que debía conversar personalmente con Stalin. Stalin me
informó, a través de Malenkov, que yo tenía que conversar con Malenkov.
Por
segunda vez insistí que deseaba informar personalmente a Stalin de la
grave situación que había surgido para nosotros en el frente. Pero
Stalin no consideró conveniente acercarse al teléfono y declaró que
debía hablar a través de Malenkov, aunque se hallaba a unos pocos pasos
del aparato. Después de que escuchara así, indirectamente, lo que
solicitábamos, Stalin respondió : «Que todo quede tal cual está». ¿Y
cuál fue el resultado de esta decisión? Lo peor que ya nos habíamos
imaginado. Los alemanes rodearon las concentraciones de nuestros
ejércitos y como consecuencia de ello perdimos cientos de miles de
soldados. He ahí una muestra del genio militar de Stalin y de lo que él
nos costó. (Inquietud en la sala). En una ocasión, después de la guerra,
durante una reunión con Stalin y los miembros del Politburó, Anastasio
Mikoyan mencionó que Krutchev parecía haber tenido la razón cuando
telefoneó acerca de la operación de Jharkov y que era desafortunado el
hecho de que sus sugestiones no se hubiesen aceptado. ¡No pueden
imaginarse la furia de Stalin! ¡Cómo era posible que no se reconociera
que él, Stalin, había tenido razón! Él era, al fin y al cabo, un genio y
un genio no puede equivocarse.
Todos
pueden errar pero Stalin consideraba que él nunca erraba, que él
siempre tenía la razón. Nunca reconoció ante nadie que él se hubiese
equivocado jamás ni en la menor cosa, a pesar del hecho de que no fueron
pocos sus errores en cuanto a las actividades teóricas y prácticas.
Después del Congreso del Partido es posible que tengamos que revalorar
muchas de las operaciones militares de la guerra para, presentarlas en
su perspectiva debida. Las tácticas que insistió en imponer Stalin sin
conocer la esencia de la conducta de las operaciones militares nos
costaron mucha sangre. Los militares saben que aún a fines de 1941
Stalin seguía insistiendo en grandes ataques frontales y en la captura
de aldea tras aldea en vez de aprobar operaciones envolventes que
permitiesen penetrar en el campo enemigo por la retaguardia. Por esta
razón sufrimos muchas bajas hasta que nuestros generales, sobre cuyas
espaldas descansaba el peso de la conducción de la guerra, lograron
cambiar la situación y pasar a un tipo de operaciones más flexibles, que
inmediatamente produjo en los frentes serios cambios muy favorables a
nosotros.
Más
vergonzoso aún es el hecho de que después de nuestra gran victoria
sobre el enemigo, que tanto nos costó, Stalin comenzase a degradar a
muchos de los comandantes que más contribuyeron a lograr esa victoria y
sólo porque Stalin no deseaba que se honrara a nadie, salvo a él, por
los éxitos logrados en el frente.
Stalin
tenía gran interés por conocer la apreciación que merecía el camarada
Jukov (ahora ministro de Defensa) como jefe militar y me pidió con
frecuencia mi opinión sobre Jukov, yo le dije: «He conocido a Jukov
mucho tiempo; es un buen general y un buen jefe militar. Después de la
guerra, Stalin comenzó a contar una serie de cuentos absurdos acerca de
Jukov, entre ellos el siguiente:
«Uds.
alaban a Jukov, pero no lo merece. Se dice que antes de cada operación
en el frente, Jukov hacía lo siguiente: Cogía un puñado de tierra y lo
olía y luego decía: «Podemos comenzar el ataque», o lo contrario, «la
operación planeada no puede realizarse». Yo le dije en una ocasión:
«Camarada Stalin: no sé quién habrá inventado eso, pero no es cierto».
Es
posible que el camarada Stalin inventase estos cuentos con el objeto de
quitar importancia al papel militar y al talento del mariscal Jukov. En
este sentido, Stalin utilizó mucha energía para popularizarse él mismo
como un gran líder; recurrió a todos los medios posibles para convencer
al pueblo de que todas las victorias ganadas por la nación soviética
durante la guerra patriótica eran consecuencia de su coraje, su
intrepidez y su genio. Del mismo modo que Kuzma Kryuehkov (un cosaco
famoso que realizó notables actos de heroísmo contra los alemanes), él
vestía a siete con un solo traje al mismo tiempo. (Animación en la
sala).
Con
este mismo espíritu consideramos por un instante nuestras películas
históricas y militares y algunas de nuestras creaciones literarias.
Ellas nos causan náuseas. Su verdadero objetivo es alabar el genio
militar de Stalin. Recordemos la película «La caída de Berlín». En ella,
Stalin actúa, da órdenes en un salón, en el cual hay muchas sillas
vacías y sólo se le acerca un hombre, y éste para informarle de algo -se
trata de Poskrebyshev, su leal escudero- (Risa en la sala).
¿Y
qué hay del mando militar? ¿Del Politburó? ¿Del gobierno? ¿Qué hacen
ellos y do qué se ocupan? En la película, sencillamente, no aparecen.
Stalin obra por todos, no cuenta con nadie, no se hace asesorar. Al
menos, todo se le muestra al país bajo esta luz falsa. ¿Por qué? Con el
objeto de rodear a Stalin de una gloria que contradicen los hechos y que
no corresponde a la verdad histórica. En vano nos preguntamos: ¿Dónde
están los militares que soportaron el peso de la guerra? La película no
los muestra; estando Stalin ahí, no hay cabida para nadie. Pero no fue
Stalin, sino el Partido como entidad, el gobierno soviético, nuestro
heroico ejército, sus inteligentes jefes y sus valientes soldados, toda
la nación soviética, los que aseguraron la victoria en la guerra
patriótica. (Tempestuosos y prolongados aplausos).
El
papel principal y el mérito principal por la duradera victoria
conseguida en la guerra pertenecen a nuestro Partido Comunista, a
nuestras fuerzas armadas, y a las decenas de millones de personas que
forman el pueblo soviético y que el Partido alentó. (Aplausos
atronadores y prolongados).
DEPORTACIÓN DE NACIONES ENTERAS
Camaradas,
examinemos otros hechos. La Unión Soviética se considera con justicia
el modelo de un Estado multinacional, porque hemos asegurado en la
práctica la igualdad y la amistad de todas las naciones que conviven en
nuestra tierra. Tanto más monstruosos, por eso, son los actos cuyo
iniciador fue Stalin y que constituyen una vil violación de los
principios básicos de la política nacional del Estado soviético, tal
cual la enunció Lenin. Aludimos a las deportaciones en masa, que
alejaron de su tierra natal a naciones enteras junto con todos los
comunistas sin excepción alguna. Estas deportaciones no podían
justificarse por consideraciones de orden militar.
Así,
ya a fines de 1943, cuando se quebró el frente de la Unión Soviética,
se tomó y puso en ejecución una decisión referente a la deportación de
todos los Karachai de las tierras en que vivían. En el mismo período, a
fines de diciembre de 1943, corrió la misma suerte toda la población de
la República autónoma Kalmyk. En marzo de 1944, se deportaron todos los
Chechen y los Inkush y se liquidó la República Autónoma Chechen-Inkush.
En
abril de 1944, fueron deportados todos los balkars a regiones lejanas
del territorio de la República Autónoma Kabardyno-Balkar y a la
república misma se le cambió el nombre por República Autónoma
Kabardinia. Los ucranianos se salvaron de correr esta suerte solamente
porque eran muchos y no había ningún lugar a donde deportarlos. De lo
contrario, también se les habría deportado. (Risas y animación en la
sala).
Ningún
marxista-leninista ni ninguna persona de sentido común puede comprender
cómo se puede responsabilizar, por actividades hostiles, a naciones
enteras, incluyendo a mujeres, niños y gente de edad, comunistas y
komsomols y cómo se puede deportar a tanta gente y exponerla a la
miseria y sufrimiento por actos hostiles de individuos o grupos de
personas.
Después
del fin de la guerra patriótica, la nación soviética daba realce con
orgullo a las magníficas victorias ganadas con grandes sacrificios y
tremendos esfuerzos. El país pasó por un período de entusiasmo político.
El Partido salió de la guerra unido como nunca. En la hoguera de la
guerra se templaron los núcleos del Partido. En estas condiciones, nadie
podía haber siquiera pensado en la posibilidad de una conspiración
dentro del Partido.
Y
fue precisamente en ese tiempo que surgió el llamado «affaire de
Leningrado» que, como lo hemos probado ahora, fue fabricado. Entre los
que inocentemente perdieron la vida por este «affaire», se cuentan los
camaradas Voznesensky, Kuznetsov, Rodionov; Popkov y otros.
Voznesensky
fue, como miembro del Politburó, el principal planificador. Desapareció
en 1949 y se sabe, ahora que fue fusilado. Como se sabe, Voznesensky y
Kuznetsov fueron líderes inteligentes y eminentes. Colaboraron con
Stalin muy de cerca en un tiempo. Basta mencionar que Stalin hizo a
Vosnesensky primer adjunto del presidente del Consejo de Ministros y
Kuznetsov fue elegido secretario del Comité Central. El hecho mismo de
que Stalin encargara a Kuznetsov la supervigilancia de los organismos de
seguridad del Estado muestra la confianza de que gozaba.
¿Cómo
sucedió que estas personas fueran señaladas como enemigas del pueblo y
liquidadas? Los hechos han comprobado que el «Affaire de Leningrado»
también fue el resultado de una actitud tendenciosa y obstinada contra
los núcleos del Partido.
Si
la situación hubiese sido normal en el Comité Central del Partido y en
el Politburó del C.C., asuntos de esta naturaleza se habrían examinado
ahí de acuerdo con la práctica del Partido, y se habrían valorado todos
los hechos pertinentes, de modo que ni este “affaire” ni ningún otro
semejante habría ocurrido.
LOS CRÍMENES DE LA POSTGUERRA
Debemos
declarar que, después de la guerra, la situación se complicó más.
Stalin se volvió más caprichoso aún, más irritable y brutal; aumentó
considerablemente su desconfianza. Su manía de persecución alcanzó
dimensiones increíbles. Muchos trabajadores se transformaban en enemigos
suyos ante sus propios ojos. Después de la guerra. Stalin se separó aún
más de la colectividad. Todo lo decidía él solo, sin ninguna
consideración por nadie ni por nada.
Esta
increíble desconfianza fue hábilmente aprovechada por el provocador,
abyecto y vil enemigo Beria, que había asesinado a miles de comunistas y
soviéticos leales. El ascenso de Voznesensky y Kuznetsov alarmó a
Beria. Ahora hemos comprobado que fue precisamente Beria quien sugirió a
Stalin la fabricación, por él y sus confidentes, de material en forma
de declaraciones y cartas anónimas, y en forma de diversos rumores y
conversaciones.
El
C.C. ha examinado este llamado «Affaire de Leningrado», personas que
sufrieron inocentemente han sido rehabilitadas y las gloriosas
organizaciones del Partido de Leningrado han reconquistado su honor.
Abakumov y otros, que habían fabricado este «affaire» fueron puestos a
disposición de los tribunales y se les procesó en Leningrado
condenándoseles porque lo merecían.
Surge
esta pregunta: ¿Por qué causa vemos sólo ahora la verdad de este
asunto, y por qué no hicimos algo antes, durante la vida de Stalin, por
evitar la pérdida de vidas inocentes? Fue porque Stalin personalmente
supervigiló el «Affaire de Leningrado» y la mayoría de los miembros del
Politburó no conocían, en ese tiempo, las circunstancias de este asunto
y, por lo tanto, no podían intervenir.
Cuando
Stalin recibió cierto material de Beria y Abakumov, sin examinar este
difamatorio material, ordenó una investigación del «affaire» de
Voznesensky y Kuznetsov. Con esto se selló su destino.
Igualmente
instructivo es el caso de la organización nacionalista Mingrelian, que
existía, supuestamente, en Georgia. Como se sabe, el C.C. del Partido
Comunista de la Unión Soviética tomó acuerdos referentes a este asunto
en noviembre de 1951 y en marzo de 1952. Estos acuerdos se tomaron sin
previa discusión con el Politburó. Stalin personalmente los había
redactado. Ellos contenían serias acusaciones contra muchos comunistas
leales. Sobre la base de documentos falsificados, se probó que existía
en Georgia una supuesta organización nacionalista cuyo objeto era la
liquidación del poder soviético en esa república con la ayuda de poderes
imperialistas.
En
relación a esto fueron arrestados en Georgia muchos miembros
responsables del Partido y del Soviet. Posteriormente se probó que ésta
fue una calumnia dirigida contra la organización del Partido de Georgia.
Sabemos
que se han producido algunas veces manifestaciones locales de tipo
nacionalista burgués en Georgia, como en diversas otras repúblicas.
Hemos de preguntarnos: ¿Sería posible que durante el período en el cual
se tomaron las resoluciones a que se ha hecho referencia más arriba, las
tendencias nacionalistas crecieran tanto que existiera el peligro de
que Georgia abandonara la Unión Soviética y se uniera a Turquía?
(Animación en la sala. Risa).
Esto
es, naturalmente, un disparate. Es imposible imaginarse cómo estas
suposiciones pudieron caber en la mente de nadie. Todos saben cómo
Georgia se ha desarrollado económica y culturalmente bajo el gobierno de
los Soviets.
La
producción industrial de la República de Georgia es 27 veces mayor de
lo que era antes de la revolución. Muchas nuevas industrias han surgido
en Georgia que no existían antes de la revolución: una fundición de
hierro, una industria petrolera, una industria constructora de
maquinarias, etc. Hace tiempo que ha desaparecido el analfabetismo que,
en la Georgia prerrevolucionaria, abarcaba al 78 % de la población.
¿Podrían
los georgianos, al comparar la situación de su república con la dura
situación por la cual atraviesan las masas trabajadoras de Turquía,
aspirar a unirse a Turquía? En 1955, Georgia produjo 18 veces más acero
por persona que Turquía. Georgia produce nueve veces más energía
eléctrica por persona que Turquía. De acuerdo con el censo disponible de
1950, el 65 % de la población total de Turquía es analfabeto, y de las
mujeres, el 80 % son analfabetas. Georgia tiene 19 instituciones de
altos estudios con aproximadamente 39.000 habitantes. La prosperidad de
la clase trabajadora ha aumentado considerablemente en Georgia bajo el
gobierno soviético.
Es
claro que a medida que se desarrollaron la economía: y la cultura y a
medida que crece la conciencia socialista de las masas trabajadoras en
Georgia se desvanece la fuente de la cual extrae sus fuerzas el
nacionalismo burgués.
Resultó
finalmente que no había organización nacionalista alguna en Georgia.
Sin embargo, hubo miles de víctimas inocentes a causa de medidas
caprichosas y desordenadas. Todo esto sucedió bajo el gobierno «genial»
de Stalin, «el gran hijo de la nación georgiana», como llaman a Stalin
los georgianos. (Animación en la sala).
Lo
caprichoso y obstinado que era Stalin se notaba no sólo en sus
decisiones referentes a la vida interna del país, sino también en las
relaciones internacionales de la Unión Soviética.
El
Pleno de julio de C.C. estudió en detalle las razones del desarrollo
del conflicto con Yugoslavia. Fué vergonzoso el papel que Stalin
desempeñó en esto. El asunto yugoslavo no surgía de problema alguno que
no se pudiese resolver por medio de discusiones entre camaradas. No
existía base alguna de importancia que justificara este conflicto. La
ruptura de relaciones con este país pudo evitarse. Esto no quiere decir,
sin embargo, que los líderes yugoslavos no hubiesen errado o fuesen
perfectos. Pero estos errores y defectos los exageró en forma monstruosa
Stalin, por lo cual se produjo la ruptura de relaciones con un país
amigo.
Recuerdo
los primeros días del conflicto entre la Unión Soviética y Yugoslavia y
como se infló artificialmente. Una vez, cuando vine de Kiev a Moscú,
fui invitado a visitar a Stalin, quien, mostrándome la copia de una
carta enviada hacía poco a Tito, me preguntó: «¿Ha leído Ud. esto?»
Sin
esperar mi respuesta, me contestó: «Moveré el dedo meñique y Tito
dejará de existir. Caerá». Hemos pagado muy caro ese movimiento de su
dedo meñique. Esa afirmación de Stalin era un reflejo de su manía de
grandeza, y lo cierto es que siempre actuaba así. «Moveré mi dedo
meñique y desaparecerá Kossier», «moveré otra vez mi dedo meñique y
desaparecerán Postyshev y Chubar», «moveré otra vez mi dedo meñique y
ahora desaparecerán Voznesensky y Kuznetsov».
Pero
esto no sucedió con Tito. Por más que moviera su dedo meñique o aun
todos los dedos de la mano, Tito no caía. ¿Por qué? La razón es que en
este desacuerdo con los camaradas yugoslavos, Tito contaba con el
respaldo de un pueblo y de un Estado que se habían templado en una lucha
por la libertad y por su independencia y que apoyaban totalmente a sus
jefes. Uds. ven a qué extremos llegó Stalin debido a su manía de
grandeza. Había perdido todo sentido de la realidad, de tal modo que
demostraba su altivez y su suspicacia no sólo en su trato con el pueblo
de la URSS, sino también en su trato, con partidos y con naciones. Hemos
reexaminado cuidadosamente el caso de Yugoslavia y hemos encontrado una
solución adecuada, que es aceptable para los pueblos de la Unión
Soviética y de Yugoslavia, como también para todas las democracias
populares y los elementos progresivos de toda la humanidad. La solución
de nuestras relaciones anormales con Yugoslavia convenía a los intereses
de todo el mundo socialista, puesto que fortalece la paz en el mundo.
Recordemos
también el asunto del complot de los médicos. (Animación en la sala.)
Lo cierto es que no existió tal complot y que la única prueba de él la
constituyó una declaración hecha por la doctora Timashuk, que
seguramente había recibido órdenes de alguien o sugestiones (al fin o al
cabo era una colaboradora no oficial de los organismos de seguridad del
Estado) para que escribiera una carta a Stalin, estableciendo que los
doctores le sometían a tratamientos médicos impropios. A Stalin, una
carta así le bastaba para llegar a la conclusión de que los médicos de
la Unión Soviética complotaban. Emitió órdenes de detención en contra de
eminentes especialistas soviéticos. Dirigió personalmente las
investigaciones y estableció el método a usar en los interrogatorios.
Dijo que había que encadenar al académico Vinogradov y que otros debían
ser flagelados. Se halla presente en este Congreso, como delegado, el
camarada Ignatiev, antes ministro de Seguridad del Estado. Stalin le
dijo a él bruscamente: «Si no obtienes confesiones de los médicos,
rebajaremos tu altura en una cabeza». (Tumulto en la sala).
Stalin
llamó personalmente al juez a cargo de la investigación para darle
instrucciones acerca de los métodos que debía emplear; la fórmula era
simple: ¡Torturar, torturar!
Poco
después de la detención de los médicos, nosotros -los miembros del
Politburó- recibimos los protocolos que contenían sus confesiones.
Después de distribuir estos protocolos, Stalin nos dijo: «Uds. son
gatitos; ¿qué les sucederá sin mí? El país perecerá porque ustedes no
saben reconocer a sus enemigos».
El
caso se presentaba de tal manera que era imposible verificar los hechos
en los cuales se basaba la investigación. No era posible tratar de
confirmar las acusaciones estableciendo contacto con los acusados que
habían confesado su culpa. Nos parecía, sin embargo, que este caso era
dudoso. Conocíamos a algunas de estas personas, porque las habíamos
consultado. Después de la muerte de Stalin, estudiamos los cargos y
descubrimos que se habían inventado de principio a fin. Este caso
ignominioso fue gestado por Stalin; no tuvo, sin embargo, tiempo para
concluirlo tal cual lo había concebido y ésta es la razón por la cual
estos médicos todavía viven. Ahora se les ha rehabilitado a todos y
trabajan donde siempre habían trabajado.
STALIN Y BERIA
En
la organización de todos estos «casos vergonzosos» desempeñó un papel
bajísimo un rabioso enemigo de nuestro Partido y agente del Servicio de
Inteligencia de una nación extranjera -Beria- quien había ganado la
confianza de Stalin. ¿De qué manera pudo este agitador lograr una
posición tan destacada en el Partido y en el Estado hasta llegar a
ocupar el cargo de vicepresidente del Consejo de Ministros de la Unión
Soviética y miembro del Politburó del C.C.? Se ha establecido que este
villano trepó a los más altos cargos del Gobierno por una escalera
formada por innumerables cadáveres.
¿Existían
indicios de que Beria fuese un enemigo del Partido? Sí, los había. Ya
en el Pleno del Comité Central, celebrado en 1937, el entonces Comisario
del Pueblo de Sanidad, Kaminsky, dijo que Beria trabajaba para el
Servicio de Inteligencia Mussavat. Pero apenas terminó el Pleno del
C.C., se detuvo a Kaminsky y se le fusiló. ¿Había examinado Stalin las
aseveraciones de Kaminsky? No, porque Stalin creía en Beria y eso le
bastaba. Y cuando Stalin creía en una persona o en alguna cosa, entonces
nadie podía decir nada que contradijese su opinión. Quien se atreviera a
oponérsele, era liquidado en la misma forma en que lo fue Kaminsky.
También existían otros indicios. Las declaraciones hechas al C.C. del
Partido por el camarada Snegov y que son interesantes. (Snegov,
funcionario de la organización del Partido en la región caucásica, ha
sido rehabilitado recientemente, después de haber estado preso durante
diecisiete años. Kartvelishvili, que se menciona abajo, fue liquidado en
1931). La declaración de Snegov dice: «En relación con la propuesta
rehabilitación del antiguo miembro del C.C., Kartvelishvili Lavryentiv,
he puesto en manos del representante del Comité de Seguridad del Estado
un estudio detallado que se refiere a la intervención de Beria en la
deposición de Kartvelishvili y que elucida los criminales motivos que
llevaron a Beria a actuar como lo hizo. En mi opinión, es indispensable
recordar un hecho importante referente a este caso y hacerlo llegar al
C.C., ya que no consideré propio incluirlo en el documento de la
investigación, y es el siguiente:
El
30 de octubre de 1931, en una sesión del Buró de Organización del C.C.,
Kartvelishvili, siendo secretario del Comité Transcaucásico, presentó
un informe. Estaban presentes todos los miembros del Comité. Hoy soy yo
el único que vive de todos ellos. Durante esta sesión, Stalin propuso,
en un discurso referente a la organización del Secretariado
Transcaucásico, lo siguiente: Primer Secretario, Kartvelishvili; Segundo
Secretario, Beria. (Esta es la primera vez en la historia del Partido
que el nombre de Beria aparece mencionado como candidato a un puesto de
funcionario). Kartvelishvili contestó diciendo que conocía a Beria muy
bien y que por esta razón se negaba categóricamente a trabajar junto a
él. Stalin propuso entonces que este asunto quedara en suspenso y que se
resolviera en el proceso del trabajo. Dos días después se acordó que
Beria recibiría el nombramiento y que se deportaría de Transcaucasia a
Kartvelishvili. Este hecho lo pueden confirmar los camaradas Mikoyan y
Kaganovich que se hallan presentes en la sesión.
La
larga enemistad entre Kartvelishvili y Beria se conocía; data del
tiempo en que el camarada Sergo participaba activamente en los asuntos
transcaucásicos. (Kartvelishvili era el más íntimo colaborador de
Sergo). Esa enemistad impulsó a Beria a fabricar una acusación contra
Kartvelishvili. Es digno de notarse que el caso de Kartvelishvili
contiene una acusación de terrorismo realizada por él contra Bería. La
posterior acusación contra Beria discute muchos de sus crímenes. Debemos
recordar algunos, especialmente debido a que es posible que no todos
los delegados a este Congreso hayan leído el documento. Deseo recordar
la forma bestial en que Beria manejó los casos de Kedrov, Golubiev y la
madre adoptiva de Golubiev, Baturina, personas que querían informar al
C.C. respecto a las viles actividades de Beria. Se les fusiló sin previo
juicio y se les condenó después de muertos.
He
aquí lo que el camarada Kedrov escribió al C.C. a través del camarada
Andreyev (Andreyev era entonces secretario del C.C.; Kedrov, amigo
personal de Lenin, fue liquidado en la gran purga)
«Apelo
a su ayuda desde una oscura celda en la prisión de Lefortorsky. Que mi
grito de horror llegue a sus oídos; escúcheme, tómeme bajo su protección
y aleje de mí la pesadilla de los interrogatorios y pruebe que todo es
un error. Sufro siendo inocente, créame. El tiempo confirmará que digo
la verdad; no soy un agente provocador de la policía secreta del Zar; no
soy un espía; no soy miembro de una organización anti-soviética, de lo
cual se me acusa en las viles denuncias. No soy culpable de crimen
alguno contra el Partido ni contra el Gobierno. Soy un viejo
bolchevique, limpio de toda mancha; he luchado honradamente durante
cuarenta años dentro de las filas del Partido por el bien y la
prosperidad de la nación...
Hoy
tengo 62 años de edad y me siguen amenazando los jueces con torturas
degradantes y severas. Ellos ya no son capaces de reconocer su error, de
darse cuenta de que la forma en que están llevando mi caso es ilegal en
todo sentido. Tratan de justificar sus acciones imaginándose que soy un
rabioso enemigo del Partido. Soy inocente y no hay nada que pueda
desviar a un hijo del Partido y transformarlo en un enemigo, ni aún en
el momento de la muerte,
Estoy
en una encrucijada; no hay manera de que yo pueda desviar los rudos
golpes que se me lanzan encima. No obstante, todo tiene su limite. Se me
ha torturado hasta el extremo. Se ha quebrantado mi salud y desfallecen
mis fuerzas y mi energía. Se acerca mi fin. ¡ Morir en una prisión
soviética, acusado de ser un vil traidor a la patria; ¡algo más
monstruoso no puede sucederle a un hombre honrado! ¡Y cuán monstruoso es
todo esto! Una amargura y un dolor indecibles oprimen mi corazón. ¡No,
no. Esto no sucederá; esto no ha de ser! Ni el Partido ni el Gobierno
soviético ni el Comisario del Pueblo, L. P. Beria, pueden permitir una
injusticia tan cruel e irreparable. Estoy convencido de que si se me
sometiese a un interrogatorio tranquilo, sin torturas feroces, sin ira,
se demostraría fácilmente que las acusaciones no tienen base. Creo
sinceramente que la verdad y la justicia triunfarán. ¡Lo creo, lo creo!»
El
Colegio militar reconoció inocente al viejo bolchevique, camarada
Kedrov. A pesar de ésto, fue fusilado por orden de Beria. (Indignación
en la sala.) Beria también trató cruelmente a la familia del camarada
Ordjonikidze. ¿Por qué? Porque Ordjhonikidze había intentado impedir que
Beria llevase a cabo sus planes funestos. Beria había eliminado de su
camino a todas las personas que podían oponérsele. Ordjhonikidze fue
siempre un adversario de Beria y se lo dijo a Stalin, quien, en vez de
examinar el asunto y de tomar medidas apropiadas, permitió la
liquidación de los hermanos de Ordjhonikidze por lo cual finalmente se
suicidó el camarada. (Indignación en la sala).
El
Comité Central desenmascaró a Beria poco después de la muerte de
Stalin. Como resultado de un proceso legal muy detallado, se estableció
que Beria había cometido crímenes monstruosos y por ellos fue fusilado.
¿Hemos de preguntarnos por qué Beria que había liquidado a decenas de
millares de trabajadores del Partido y del Soviet, no fue desenmascarado
en la vida de Stalin? No fue desenmascarado antes porque se servía con
mucha habilidad de las debilidades de Stalin despertándole sospechas
ayudaba a Stalin en todo y, además, siempre lo apoyaba.
EJEMPLOS DE LA VANIDAD DE STALIN
¡Camaradas!.
El culto al individuo alcanzó proporciones tan monstruosas debido
principalmente a Stalin, puesto que él utilizó todos los medios
concebibles para enaltecerse, Múltiples pruebas respaldan lo que
acabamos de observar. Uno de los más característicos ejemplos de la
forma en que Stalin se enaltecía, se encuentra en la absoluta falta de
modestia que exhibe en su «Breve Biografía» publicada en 1948. Este
libro es la expresión de la adulación más servil y un ejemplo de cómo se
endiosa a un hombre, transformándolo en un sabio infalible, en el más
grande líder, en el estratega más sublime de todos los tiempos y de
todas las naciones. Ya es imposible encontrar palabras que puedan
acercarlo más al cielo.
No
es necesario dar ejemplos aquí de la odiosa adulación que satura este
libro. Basta decir que Stalin los aprobó todos y que editó él mismo el
libro. Él insertó algunas alabanzas en el de su puño y letra. ¿Qué es lo
que Stalin consideraba indispensable incluir en este libro? ¿Intentó en
alguna ocasión disminuir los halagos que contenía su «Breve Biografía»?
No; señalaba los lugares en que, según su parecer, no se le halagaba lo
suficiente. He aquí algunos ejemplos característicos de lo que Stalin
agregaba de su puño y letra
«En
la lucha contra los escépticos, los capituladores los trotskistas, los
zinovietistas, bujarinistas, los kamenevistas, se aglutinaron
definitivamente, después de la muerte de Lenin, los núcleos más
destacados del Partido que levantaban el estandarte de Lenin. Ellos
agruparon al Partido en torno a los principios de Lenin y guiaron al
pueblo soviético por el camino de la industrialización y de la
colectivización de la economía rural. El líder do este núcleo, su fuerza
directriz, tanto en el Partido como en el Estado, fue el camarada
Stalin.»
Así escribe Stalin de sí mismo y luego agrega:
«A
pesar de que condujo al Partido y al pueblo con inmensa habilidad y de
que gozaba del apoyo ilimitado de todo el pueblo soviético, Stalin nunca
permitió que su trabajo fuese en grado alguno contaminado por el menor
rastro de vanidad, engreimiento o autoadulación.»
¿Dónde
y cuándo se ha había visto que un líder dirigente se halagara en tal
forma? ¿Es digno todo esto de un líder marxista-leninista? No fue
precisamente contra esto que Marx y Engels adoptaron una posición muy
definida. También Lenin condenó esta práctica.
En
el borrador del texto de su libro aparece la siguiente frase: «Stalin
es el Lenin de hoy día». Pero esta frase le pareció demasiado débil a
Stalin, de modo que él la cambió de su puño y letra por la siguiente:
«Stalin es el valioso continuador de la labor de Lenin; o, como se dice
en nuestro Partido, Stalin es el Lenin de hoy día». Es posible dar
muchos ejemplos semejantes de adulaciones escritas por él mismo en las
pruebas de los textos del libro. Se dota especialmente y con mucha
generosidad de genio militar y de talento estratégico. Citaré un trozo
que insertó Stalin respecto a su genio militar
«La
ciencia militar soviética, ya muy avanzada, recibió aún mayor impulso
del camarada Stalin. El camarada Stalin elaboró la, teoría de los
factores operantes permanentes que deciden las guerras, la de la defensa
activa, y las leyes de la contraofensiva y de la ofensiva, de la
cooperación de todos los servicios y de todas las armas en la guerra
moderna, el papel que desempeñan las grandes masas de tanques y las
grandes fuerzas aéreas en las guerras modernas, y la artillería, por ser
la más formidable arma de todos los servicios. En las diversas etapas
de la guerra el genio de Stalin descubrió las soluciones exactas y ellas
tomaban en cuenta todas las situaciones.» (Agitación en la sala).
Más
adelante, Stalin dice: «La maestría militar de Stalin quedó demostrada
tanto en las acciones defensivas como en las ofensivas. El genio del
camarada Stalin le permitió adivinar los planes del enemigo y
derrotarle. Las batallas en las cuales el camarada Stalin dirigió a los
ejércitos soviéticos son brillantes ejemplos de destreza militar». De
esta manera se halagó Stalin como estratega. ¿Quién lo hizo? Stalin
mismo y no mientras actuaba como estratega, sino cuando operaba como
autor y editor, ya que es uno de los principales creadores de su
halagüeña biografía. Y un dato más tomado de esa «Breve biografía de
Stalin». Como se sabe, «Breve curso de la historia del Partido Comunista
bolchevique» fue escrito por una Comisión del C.C. del Partido. Hecho
que se refleja en la siguiente declaración en la copia de prueba de la
«Breve biografía de Stalin». «Una comisión del C.C. del Partido
Comunista Bolchevique, bajo la dirección de Stalin, y con su
participación activa, ha preparado un libro intitulado: «Breve Curso de
la Historia del Partido Comunista Bolchevique», pero aún esa declaración
no satisfizo a Stalin. La siguiente frase la reemplazó en la versión
final de la «Breve Biografía» : «En 1938 apareció el libro «Breve Curso
de la Historia del Partido Comunista Bolchevique», escrito por el
camarada Stalin y aprobado por una Comisión del C.C. del Partido
Bolchevique». ¿Habrá que agregar algo más? (Animación en la sala.)
Como
ustedes ven, una sorprendente metamorfosis cambió una obra realizada
por un grupo en un libro escrito por Stalin. No es necesario explicar
cómo y por qué se verificó esta metamorfosis. Se nos ocurre ahora
preguntar, ¿si Stalin es autor de este libro, por qué sintió la
necesidad de alabar tanto en él a Stalin y de transformar toda la
historia de nuestro glorioso Partido Comunista de la época posterior a
la Revolución de Octubre en una consecuencia circunstancial del genio de
Stalin?
¿Refleja
este libro en debida forma los esfuerzos del Partido por lograr la
transformación socialista de este país, por construir el Estado
Socialista, por completar la industrialización y colectivización del
país, y tantos otros pasos dados por el camino señalado por Lenin Este
libro habla ante todo de Stalin, contiene sus discursos y sus informes.
Todo sin la menor excepción, se halla ligado a su nombre. Y cuando
Stalin afirma que él mismo escribió «Breve Curso de la Historia del
Partido Comunista Bolchevique», nos llenamos de asombro. ¿Es posible que
un marxista-leninista escriba así de su persona, poniéndose por los
cielos? O tomemos ahora el asunto de los premios Stalin. (Agitación en
la sala). ¡Ni los zares crearon premios y les dieron su nombre! Stalin
reconoció como el mejor texto para nuestro himno nacional uno que no
contiene una sola palabra sobre el Partido Comunista, pero que contiene
la siguiente frase: « Stalin nos crió leales al pueblo, él nos inspiró
en el trabajo y en la acción». En estas líneas del himno nacional están
todas las tendencias leninistas-marxistas atribuidas a Stalin en aquello
que concierne a la educación.
Se
trata, es claro, de una desviación de la doctrina marxista-leninista,
de una disminución consciente del papel desempeñado por el Partido.
Debemos agregar que el Presidium del Comité Central ha aprobado una
resolución, encargando que se escriba un nuevo texto para el himno
nacional, en el cual se destacará la labor del pueblo y la labor del
Partido. (Fuertes y prolongados aplausos).
¿Y
fue sin el conocimiento de Stalin que se dió su nombre a tantas de
nuestras grandes empresas y de nuestras ciudades? ¿Fue sin su
conocimiento que se erigieron tantos monumentos a Stalin en todo el
país? Es un hecho que Stalin mismo firmó el 2 de julio de 1951 una
resolución del Consejo de Ministros de la U.R.S.S. referente a la
erección en el Canal Volga-Don de un impresionante monumento a Stalin:
el 4 de septiembre del mismo año ordenó que se entregaran treinta
toneladas de cobre con el objeto de que se construyese ese impresionante
monumento.
Todo
el que ha visitado Stalingrado, tiene que haber visto la inmensa
estatua que él puso ahí en un sitio que poca gente frecuenta. Se
gastaron sumas fabulosas para construirla en un área en que la gente
vivía en casuchas desde la guerra. Mediten ustedes mismos si Stalin
tenía razón para decir en su biografía que no se había permitido nunca
soportar la sombra de un engreimiento, de orgullo o de autoadulación.
EL AUTORITARISMO DEL “JEFE GENIAL”
Al
mismo tiempo Stalin demostraba a cada paso su falta de respeto por la
memoria de Lenin. No es una coincidencia que, a pesar de la decisión
tomada hace treinta años atrás de construir un palacio de los Soviets
como monumento a Vladimir Ilich, dicho monumento no se haya construido
nunca. Su erección se posponía siempre y el proyecto se archivó. No
podemos dejar de recordar la resolución del Gobierno Soviético del día
14 de agosto de 1925 referente a la fundación de premios Lenin para el
trabajo educacional. Esta resolución se publicó en la prensa, pero hasta
el momento no hay premios Lenin. Esto también debería corregirse.
(Tumultuosos y prolongados aplausos).
Durante
la vida de Stalin, gracias a los métodos conocidos que yo he
mencionado, y también debido, para referirme a un caso específico, a la
«Breve biografía de Stalin», todos los hechos se explicaban de tal modo
que parecía que Lenin había desempeñado siempre un papel secundario, aún
durante la Revolución Socialista de Octubre. En muchas películas y en
muchas obras literarias, la figura de Lenin se presenta en forma
incorrecta y se disminuye su importancia en forma inadmisible.
A
Stalin le encantaba ver la película «El Año Inolvidable de 1919», en la
cual se le muestra en un tren blindado y en que prácticamente aparece
derrotando al enemigo con su sable. Que Kument Yefremovich Voroshilov,
nuestro querido amigo, halle el coraje necesario para escribir la verdad
acerca de Stalin; al fin y al cabo, él sabe cómo luchó Stalin. Ya sé
que le costará el hacer tal cosa; sin embargo, sería bueno que lo
hiciera. Todos aprobarán su trabajo, tanto el pueblo como el Partido.
Incluso sus nietos se lo agradecerán. (Prolongados aplausos).
Cada
vez que se hablaba de los episodios de la Revolución de Octubre y
acerca de la Guerra Civil, se daba la impresión de que Stalin había
desempeñado el papel principal, como si en cada ocasión y en todos los
casos Stalin le hubiese sugerido a Lenin lo que debía hacer y cómo lo
debía hacer. Esto es difamar a Lenin. (Aplausos prolongados). No creo
que pecaré contra la verdad al decir que el 99% de los presentes sabía
poco y había oído hablar poco de Stalin antes de 1924, mientras que a
Lenin lo conocían todos lo conocía toda la nación, todo el Partido y
también todos los niños y aún los ancianos.
Todo
esto debe revisarse cuidadosamente para que la historia, la literatura y
las bellas artes, reflejen en forma debida el papel desempeñado por
Lenin en las grandes conquistas del Partido Comunista y del pueblo
soviético, el pueblo creador. (Aplausos).
Camaradas:
El culto a la personalidad ha sido causa de que se empleen falsos
principios en el trabajo del Partido y en la actividad económica;
engendró la violación inicua de la democracia interna del Partido y del
Soviet. Esterilizó la administración, causó desviaciones de muchos tipos
y propició el encubrimiento de limitaciones personales, tergiversando
la verdad. Nuestra nación engendró a causa de él muchos aduladores y
especialistas en falsos optimismos y en el engaño.
No
debemos olvidar tampoco que, debido a las numerosas detenciones de
líderes del Partido, del Soviet y de la economía, muchos trabajadores
comenzaron a trabajar con incertidumbre, mostrándose excesivamente
cautos; temerosos, respecto a su capacidad, perdían toda iniciativa y
además temblaban ante su propia sombra. Tomemos por ejemplo las
resoluciones del Partido y del Soviet. Se preparaban en forma rutinaria,
muchas veces sin tener en cuenta la situación real. Esto llegó a tal
punto que los trabajadores del Partido, aún en las sesiones de mínima
importancia, leían sus discursos. Todo esto facilitaba la
burocratización y el aniquilamiento del Partido.
El
hecho de que Stalin se resistiera a tomar en cuenta las realidades de
la vida y que desconociera el estado verdadero de los asuntos en las
provincias, lo comprueba la dirección que imprimió al desarrollo
agrícola. Todos los que se interesaban por la situación nacional,
entendían lo difícil de la situación en el campo, pero Stalin nunca se
dio cuenta de esto. ¿Informamos a Stalin sobre esto? Sí, le informamos,
pero él no nos apoyó. ¿Por qué? Porque Stalin jamás iba a ninguna parte,
no conocía siquiera a los trabajadores koljoz de la ciudad; ignoraba
totalmente la situación en las provincias. Conocía el campo y la
agricultura a través de las películas y, en esas películas, se
disfrazaba y adornaba la situación existente. Muchas películas sobre la
vida de los koljos muestran vistas sobrecargadas de pavos y gansos.
Stalin aparentemente creía que reflejaban la verdad. Lenin veía la vida
de otra manera; siempre se mantuvo cerca del pueblo, él recibía a
delegaciones de campesinos y con frecuencia hablaba en las reuniones de
las diversas fábricas; él visitaba las aldeas y conversaba con los
campesinos. Stalin se separó del pueblo y jamás iba a parte alguna. Esto
duró diez años. La última vez que visitó una aldea fue en enero de
1928, cuando fue a Siberia a supervigilar unas entregas de cereales.
¿Cómo, entonces, iba a comprender la situación de las provincias? Y
cuando una vez se le dijo, durante una discusión, que la situación en el
campo era difícil, y muy especialmente la de la ganadería, se organizó
una comisión a la cual se le encargó la preparación de una resolución
llamada «medios para desarrollar aún más la crianza de animales en
koljoses y sovjoses».
Trabajamos
en este proyecto. Es claro que nuestras proposiciones de ese tiempo no
abarcaban todas las posibilidades, pero sí exploramos varios caminos que
podrían conducir al mejoramiento de la crianza de animales en los
koljozes y sovjozes.
Habíamos
propuesto entonces que se elevara el precio de esos productos para
aumentar el incentivo de los trabajadores del koljoz y sovjoz. Pero no
se aceptó nuestro proyecto y en febrero de 1953 lo descartamos
totalmente. Más aún, mientras Stalin preparaba el proyecto, propuso que
los impuestos pagados por los koljoses y por los trabajadores del kojos,
se elevaran en 40.000 millones de rublos. Según él, los campesinos
estaban bien y los trabajadores del koljos apenas necesitaban vender una
gallina más para pagar el impuesto total. Imagínense lo que esto
significaba. Desde luego, los 40.000 millones de rublos representaban
una suma superior a las entradas de los trabajadores del koljoz por sus
ventas al Gobierno. En 1952, por ejemplo, los koljozes y los
trabajadores del koljos recibieron 26.280 millones de rublos por los
productos que vendían al Estado. ¿La posición adoptada por Stalin
descansaba en datos de alguna clase? Claro que no. En tales casos, los
números no le interesaban. Si Stalin decía una cosa, tenía que ser
así... Al fin y al cabo era un genio y el genio no necesita contar, le
basta con mirar e inmediatamente sabe cómo deben hacerse las cosas.
Cuando él expresa su opinión, es un deber repetirla y admirar su
sabiduría. ¿Pero, cuánta sabiduría encerraba su proposición de aumentar
en 40.000 millones de rublos los impuestos de los agricultores? Ninguna,
absolutamente ninguna, porque esa proposición no se basaba en un
estudio cuidadoso de la situación, sino en las fantasías de una persona
que vivía alejada de toda, realidad. En este momento hemos comenzado
lentamente a liberarnos de esta difícil situación agrícola. Los
discursos de los delegados al Vigésimo Congreso nos complacen a todos.
Nos agrada que tantos delegados expresen que existen bases para que se
cumpla el Sexto Plan Quinquenal para la ganadería, no dentro de un
período de cinco años, sino de dos o tres. Estamos seguros de que las
finalidades del nuevo Plan Quinquenal se lograrán con éxito.
(Prolongados aplausos).
¿POR QUE NO SE REBELARON LOS MIEMBROS DEL POLITBURO?
Camaradas:
puesto que criticamos tan agudamente hoy día el culto a la personalidad
que tanta fuerza tomó durante la vida de Stalin, puesto que hablamos de
muchos de los fenómenos negativos que engendra este culto que es tan
ajeno al espíritu del marxismo-leninismo, se nos podría preguntar: ¿Cómo
es posible? Stalin encabezó el Gobierno y el Partido durante 30 años,
en los cuales se lograron muchas victorias. ¿Cómo pudo ser esto? En mi
opinión, esta pregunta sólo pueden hacerla las personas cegadas,
hipnotizadas irremediablemente por el culto a la personalidad, sólo por
aquellos que no entienden la esencia de la revolución y del Estado
soviético, sólo por aquellos que no entienden, en un sentido leninista,
el papel desempeñado por el Partido y por la nación entera en el
desarrollo de la sociedad soviética.
La Revolución Soviética
la realizaron la clase trabajadora y los campesinos pobres con ayuda
parcial de la clase media campesina. Fue ganada por el pueblo conducido
por el Partido Bolchevique. El gran servicio prestado por Lenin fue el
de crear un partido militante de la clase trabajadora, pero él iba
armado por una compenetración marxista de las leyes del desarrollo
social y él templó este Partido en la lucha revolucionaria de las masas y
del pueblo. Ustedes recordarán bien las sabias palabras de Lenin
respecto a que el Estado Soviético es fuerte, porque las masas tienen
conciencia de que la historia es creada por los millones y las decenas
de millones de personas que forman el pueblo. Nuestras históricas
victorias las obtuvimos gracias a la organización dada por el Partido, a
las muchas organizaciones provinciales y al abnegado trabajo del
pueblo. Estas victorias fueron el resultado del gran empuje y la gran
actividad de la nación y del Partido en conjunto; no son todas fruto del
genio de Stalin como se intentó hacer creer durante el periodo del
culto a la personalidad.
Si
hemos de considerar este asunto como marxistas-leninistas, entonces
tenemos que afirmar categóricamente que la dirección practicada durante
los últimos años de la vida de Stalin, fue un serio error y constituyó
un obstáculo en el camino del desarrollo social soviético. Stalin con
frecuencia dejaba pasar meses antes de abocarse a la solución de
problemas de inmensa importancia para la vida del país y del Estado y
cuya solución no podía posponerse.
Durante
la jefatura de Stalin, nuestras relaciones pacíficas con otras naciones
se vieron múltiples veces amenazadas, porque las decisiones de un
hombre pueden causar y muchas veces causan, serias complicaciones. El
último año, cuando logramos liberarnos de las dañinas prácticas del
culto a la personalidad y tomamos varias medidas necesarias en la esfera
de los asuntos internos y de la política externa, todos notaron cómo la
actividad se incrementaba ante sus propios ojos, cómo se desarrollaba
la actividad creadora de las grandes masas trabajadoras, y cuán
favorablemente influía todo esto sobre el desarrollo de la economía y la
cultura. (Aplausos).
Algunos
camaradas pueden preguntarnos: ¿ Dónde estaban los miembros del
Politburo del C.C.? ¿Por qué no lucharon a tiempo contra el culto al
individuo? ¿Y por qué esto se está haciendo sólo ahora?
Ante
todo debemos considerar el hecho de que los miembros del Politburó
miraron estos asuntos de una manera diferente en diferentes épocas.
Inicialmente muchos de ellos apoyaron activamente a Stalin porque Stalin
era uno de los más fuertes marxistas y su lógica, su fuerza y su
voluntad tenían gran influencia sobre los núcleos y parcialmente sobre
el trabajo.
Se
sabe que Stalin, después de la muerte de Lenin, especialmente durante
los primeros años, luchó activamente por el leninismo contra los
enemigos de la teoría leninista y contra aquellos que se desviaban.
Respaldado por la teoría leninista, el Partido, con el C.C. a la cabeza,
empezó en gran escala el trabajo de industrialización socialista del
país, de colectivización agrícola y la revolución cultural. En ese
tiempo. Stalin adquirió gran popularidad, simpatía y ayuda. El Partido
tuvo que luchar contra los que intentaban desviar al país del correcto
sendero leninista; tuvo que luchar contra los trotkistas, zinovievistas y
derechistas, y los nacionalistas burgueses. Esta lucha fue
indispensable. Más tarde, sin embargo, Stalin, abusando de su poder más y
más, empezó a luchar contra eminentes líderes del Partido y del
Gobierno y gente soviética honrada. Como ya lo hemos mostrado, Stalin
trató de esa manera a líderes tan eminentes del Partido y del Gobierno
como Kossior, Rudzutak, Eikhe, Postyshev y muchos otros.
Quien
intentara oponerse a cargos y sospechas sin base, esgrimidas contra
inocentes, terminaba por caer víctima de la represión. Esto fue
justamente lo que perdió al camarada Postyshev. En uno de sus discursos,
Stalin reveló su disconformidad con Postyhev y terminó preguntándole :
«¿Qué es Ud. realmente?». Postyshev le contestó en voz alta : «Soy un
bolchevique, camarada Stalin, un bolchevique. En un comienzo se
consideró que esta aseveración constituía una falta de respeto hacia el
camarada Stalin y posteriormente se le miró como un acto malvado y esto
fue la causa de que se aniquilara a Postyshev, tildándosele de «enemigo
del pueblo». Cuando aún persistía esta situación, conversé en varias
ocasiones con Bulganin; y una vez, cuando los dos íbamos juntos en
automóvil, me dijo: «Ha sucedido a veces que un hombre ha ido a visitar a
Stalin, invitado por él como amigo, y se ha sentado a su mesa sin saber
si luego iba a regresar a su casa o se le llevaría preso». Es obvio que
en tales circunstancias la situación de los miembros del Politburó era
dificilísima. Ahora si agregamos a esto el hecho de que en los últimos
años no se convocaron sesiones plenarias del C.C. y que sólo
ocasionalmente se reunía el Politburó, se comprenderá cuán difícil
resultaba al Politburó defender a quienes se acusaba injustamente.
Ya
hemos demostrado claramente que se tomaban muchas decisiones sin
consultar a las organizaciones colectivas. El triste fin del camarada
Voznesensky, miembro del Politburó, víctima de las represiones de
Stalin, es conocido de todos. Es característico de esta etapa que la
decisión de degradar al camarada Voznesensky no se discutió jamás; se
llegó a ella de un modo muy oscuro. Del mismo modo se llegó a la
decisión de degradar a los camaradas Kuznetsov y Rodionov. Se redujo así
la importancia del trabajo del Politburó del C.C. y luego se
desorganizó su trabajo, creando dentro del Politburó varias comisiones
que se llegaron a conocer como «Quintetos», «Sextetos», «Septetos», etc.
He aquí, a modo de ejemplo, una resolución del Politburó tomada el 3 de
octubre de 1946.
«Proposición
de Stalin : 1. - La Comisión del Politburó para las Relaciones
Exteriores (sexteto), se ha de preocupar, en el futuro, no tan sólo de
la construcción interna y de la política doméstica. 2.- El Sexteto
incorporará al Presidente de la Comisión Estatal para la Planificación
Económica de la U.R.S.S., camarada Voznesensky, y se le conocerá en
adelante como Septeto. (Firmado) J. Stalin, Secretario del C.C. »
¡Díganle si no es la terminología de un jugador de naipes! (Risa en la sala).
STALIN QUERIA LIQUIDAR A MOLOTOV Y MIKOYAN
Es
obvio que la creación dentro del Politburó, de este tipo de comisiones
-«Quintetos», «Sextetos», etc.- contradecía el principio de gobierno
colectivo. Esto trajo como resultado que muchos miembros del Politburó
se vieron impedidos de participar en la preparación de decisiones de
alta importancia para el Estado.
Uno
de los más antiguos miembros del Partido, Voroshilov, se halló en una
situación casi imposible. Se le privó por muchos años del derecho a
participar en las sesiones del Politburó. Stalin le prohibió asistir a
las sesiones del Politburó o recibir documentos.
Debido
a su naturaleza extremadamente suspicaz, Stalin abrigó la absurda
creencia de que Voroshilov era un agente inglés. (Risa en la sala). Es
cierto, ¡un agente inglés! Se instaló en su casa un aparato especial que
registraba todo lo que allí se conversaba. (Indignación en la sala).
Por su decisión unilateral, Stalin también separó del Politburó a otro
hombre, a Andreyev. Este fue uno de sus actos más absurdos y
caprichosos.
Consideremos
ahora el primer Pleno del C.C. posterior al Décimonono Congreso del
Partido, cuando Stalin en su discurso analizó las personalidades de
Molotov y Mikoyan, sugiriendo que estos viejos militantes de nuestro
Partido eran culpables de algunos cargos in fundamento. Es posible que,
si Stalin hubiese permanecido en el mando por algunos meses más, tanto
el camarada Molotov como el camarada Mikoyan no habrían estado entre
nosotros para dirigirse a este Congreso. Parece que Stalin tenía la
intención de terminar con todos los miembros antiguos del Buró Político
para reemplazarlos por gente nueva. La proposición que hizo al XIX
Congreso, referente a la selección de 25 personas con el objeto de que
ingresaran al Presidium del C.C., tenía como fin alejar a los viejos
miembros del Politburó para introducir a gente de menos experiencia, que
por ello lo halagaría en forma desmedida.
Podemos
suponer también que así preparaba el camino para la aniquilación futura
de todos los viejos miembros del Politburó, por ser ésta una manera de
cubrir todo rastro de sus actos más vergonzosos, justamente los que
estamos analizando ahora.
Camaradas:
Con el objeto de evitar que se repitan estos errores del pasado, el
Comité Central se ha declarado absolutamente contrario al culto a la
personalidad. Consideramos también que se halagó en forma excesiva a
Stalin. No obstante, Stalin sin duda realizó en el pasado obras de
importancia en beneficio de las clases trabajadoras, del Partido y del
Movimiento Obrero Internacional.
Este
asunto se complica debido al hecho de que lo que acabamos de discutir
aconteció durante la vida de Stalin, bajo su mandato y con su
aprobación; parece que Stalin estaba convencido de que procedía en
defensa de los intereses de la clase trabajadora y contra los enemigos
que complotaban y también contra los ataques del campo imperialista.
Miraba las cosas desde el punto de vista de los intereses de la clase
trabajadora, de los intereses de la gente laboriosa, de los intereses de
la victoria del socialismo y del comunismo. No podemos asegurar que
éstas fueron las obras de un déspota atolondrado. Él juzgaba que lo que
se hacía, debía hacerse en bien del Partido, de las masas trabajadoras y
en nombre de la defensa de los objetivos revolucionarios. ¡He ahí toda
la tragedia!
CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS
Camaradas:
Lenin hizo hincapié frecuentemente en que la modestia es una necesidad
indispensable a todo buen y verdadero bolchevique. Lenin fue siempre la
personificación de la modestia. No declaremos que hemos seguido
constantemente y en todo sentido el ejemplo de Lenin. Basta señalar que
muchas ciudades, fábricas, empresas industriales, koljoces, sovjoses,
como también instituciones culturales soviéticas, llevan el nombre de
servidores del Gobierno o líderes del Partido que, cuando así se les
bautizó, gozaban aún de muy buena salud. Muchos de nosotros somos
responsables de haber dado nuestros nombres a varias ciudades,
estaciones de radios, empresas y koljoses. Debemos corregir esto.
(Aplausos). Pero esto debe hacerse con calma y lentamente. El C.C.
discutirá este asunto y lo estudiará con cuidado para evitar errores y
excesos. Recuerdo cómo Ucrania llegó a saber que se había detenido a
Kossior; la radio de Kiev comenzaba sus programas de esta manera: «Esta
es la radio de Kossior». Cuando un día comenzaron los programas sin que
se mencionara a Kossior, nadie dudó de que algo le había sucedido a
Kossior y que lo probable era que se le había detenido. Así, si hoy día
comenzamos a cambiar los nombres en todas partes, el pueblo va a pensar
que los camaradas en cuyo honor se asignaron esos nombres, han caído en
desgracia y han sido detenidos. (Animación en la sala). ¿Cómo se ha de
juzgar la autoridad e importancia de un líder? ¿Sobre la base de cuántas
ciudades, industrias, fábricas, koljoses y sovjoses, llevan su nombre?
¿No
es ya tiempo de que eliminemos este vestigio de «propiedad privada» y
que «nacionalicemos» las industrias, las fábricas, los koljoses y los
sovjoses? (Risas y aplausos. Una voz grita : «Está bien»).
Es
nuestro deber examinar muy seriamente el problema del culto a la
personalidad. No podemos permitir que este asunto salga del Partido y
llegue a la prensa. Por esta razón lo estamos discutiendo aquí en una
sesión secreta. No es conveniente proveer al enemigo de municiones; no
debemos lavar nuestra ropa sucia ante los ojos del mundo. Creo que los
delegados a este Congreso comprenderán bien el significado de lo dicho y
valorarán debidamente estas sugestiones. (Aplausos tumultuosos).
Camaradas:
Debemos abolir el culto a la personalidad en forma absoluta y
definitiva; debemos llegar a conclusiones correctas tanto en el campo
ideológico y teórico, como en el campo del trabajo práctico. Es
necesario adelantar la siguiente moción: Condenar y eliminar de una
manera bolchevique el culto a la personalidad por ser contrario al
marxismo-leninismo y ajeno a los principios del Partido y a sus normas y
combatir inexorablemente todo intento de reintroducir su práctica en
cualquiera forma. Debemos volver a respetar la tesis más importante del
marxismo-leninismo científico, que establece que la historia la crean
los pueblos, como así también todos los bienes espirituales y materiales
de la humanidad.
Debemos
volver a interpretar la responsabilidad del partido marxista en la
lucha revolucionaria por la transformación de la sociedad, viéndolo como
responsable de lograr la victoria final del comunismo.
En
relación con esto, nos veremos obligados a examinar críticamente, desde
un punto de vista marxista-leninista, muchos de los errores derivados
del culto a la personalidad que se hallan presentes en nuestros estudios
históricos y filosóficos, en nuestra posición económica y en otras
ciencias como también en la literatura y en las bellas artes. Es
indispensable que en un futuro cercano preparemos un texto serio de la
historia de nuestro Partido y que esté de acuerdo con el objetivismo
científico del marxismo. También un texto de la historia de la sociedad
soviética y un libro sobre los acontecimientos de la Guerra Civil y de
la Gran Guerra Patriótica.
En
segundo lugar, para continuar sistemáticamente el trabajo realizado por
el C.C. del Partido durante años, una obra que se caracterice por un
minucioso estudio de todas las organizaciones del Partido desde abajo
hasta arriba, de los principios leninistas acerca de la dirección del
Partido y, ante todo, sobre el principio del Gobierno Colegial, el cual
debe regirse por las normas del Partido establecidas en sus estatutos y
que atribuyen gran importancia a la crítica y a la autocrítica.
En
tercer lugar habrá que restablecer completamente los principios de la
democracia soviética, tal cual se enuncian en la constitución de la
Unión Soviética y que son contrarios al abuso caprichoso, por parte de
un individuo, del poder.
Camaradas:
El XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, pone de
manifiesto con nuevo vigor la inquebrantable unidad de nuestro Partido y
su cohesión en torno al C.C., como también su decisión de lograr la
culminación de su gran tarea que es construir el comunismo. (Aplausos
tumultuosos). Y el hecho de que nosotros hayamos presentado en todas sus
facetas los problemas que se plantean para destruir el culto a la
personalidad, que es ajeno al marxismo-leninismo, como también la pesada
tarea de liquidar sus consecuencias, es una prueba más de la gran
fuerza moral y política de nuestro Partido. (Prolongados aplausos).
Tenemos
la seguridad más absoluta de que nuestro Partido, fortalecido por las
históricas resoluciones del XX Congreso, conducirá al pueblo soviético
por la senda leninista hacia nuevos éxitos y nuevas victorias. (Aplausos
prolongados y tumultuosos).
¡Viva el victorioso estandarte de nuestro Partido, el Leninismo!