Siendo anti individualista, la concepción fascista se pronuncia por el Estado; y se pronuncia por el individuo en cuanto éste coincide con el Estado, que es conciencia y voluntad universal del hombre en su existencia histórica. Está en contra del liberalismo clásico, que surgió de la necesidad de reaccionar contra el absolutismo y que terminó su función histórica desde que el Estado se transformó en la conciencia y voluntad populares. El liberalismo negaba al Estado en interés del individuo particular; el fascismo reconfirma al Estado como verdadera realidad del individuo. Y si la libertad ha de ser atributo del hombre real, y no de aquel abstracto fantoche en el cual pensaba el liberalismo individualista, el fascismo se pronuncia por la libertad. Se pronuncia por la única libertad que puede ser una cosa seria, a saber, la libertad del Estado y del individuo en el Estado. Ello, en razón de que, para el fascista, todo reside en el Estado, y nada que sea humano o espiritual existe, y tanto a menos tiene valor, fuera del Estado. En este sentido, el fascismo es
totalitario, y el Estado fascista, síntesis y unidad de todos los
valores, interpreta, desarrolla e incrementa toda la vida del pueblo
Benito Mussolini, el Fascismo (Doctrina e instituciones) 1937