MENSAJE DEL GOBERNADOR Manuel Dorrego AL ABRIR LAS SESIONES DE LA LEGISLATURA DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES EN JUNIO 13 DE 1828
SEÑORES REPRESENTANTES:
El
Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, ve con la mayor satisfacción
reunida su séptima Legislatura, porque en este momento se encuentran
realizadas las esperanzas concebidas en los primeros días de la
revolución. Así es, que viene lleno de confianza a saludar a sus
honorables Representantes, y darles cuenta fiel de los negocios
confiados a su dirección. Sin embargo, no le es posible hacerlo con
todos aquellos detalles que antes acostumbraba, porque la guerra ha
paralizado una porción de medios de mejora interior, y así sólo hablará
de los asuntos principales, en cuanto lo permite la actual posición del
país.
La paz interior ha sido el
primer objeto que ha llamado su atención, convencido que sin ella
seríamos precisamente el escándalo del mundo, y el ludibrio de nuestros
enemigos. No habían bastado aún las experiencias pasadas para convencer
que la construcción de un Estado, está sometida a las leyes generales de
la naturaleza, en la que ninguna cosa llega a sazonarse sino de un modo
más o menos lento y progresivo. El gobierno, partiendo de este
principio empezó por negociar la extinción de la discordia, y el
establecimiento de la quietud interior, a cuya sombra únicamente pueden
ramificarse los intereses reales que han de formar muy luego el vínculo
nacional; él tiene la satisfacción de anunciaros que los resultados han
correspondido a sus esperanzas, y que la razón pocas veces ha obtenido
un triunfo tan rápido y tan fácil en medio de tanta agitación. El
gobierno ha tenido muchos motivos de congratularse en el nombramiento de
los diputados que han intervenido en tan importante negociación. Los
pueblos; a más de haber retirado sus armas de una guerra fratricida, y
darles una dirección más noble, han nombrado Representantes para formar
una convención en la ciudad de Santa Fe, la que probablemente tendrá la
fortuna de poner el fundamento a la felicidad de la Nación.
Continúan
las negociaciones de paz entabladas con S. M. el Emperador del Brasil y
hay fundadas esperanzas de que no está muy distante el día en que la
guerra concluirá satisfactoriamente. Sin embargo, penetrado el gobierno
de que el honor es la vida de las naciones, continúa sosteniéndolo a
todo trance hasta que aquélla sea realizada, y espera, que si la
necesidad lo exige, os prestareis gustosos a todo género de sacrificios.
Las demás naciones de nuestro continente siguen dando pruebas de su
benevolencia hacia nosotros, y la Inglaterra nos presta constantemente
los oficios de un amigo verdadero.
Los
jefes y fuerzas de mar y tierra han desplegado grandes constancia y
bravura, y han reportado grandes ventajas notables, que los recomienda
al respeto y gratitud de todo buen ciudadano. Cuando parecía que la
guerra se había hecho estacionaria, y que los Estados ocupando un frente
igual con sus ejércitos, no podían ir más adelante, un jefe denodado,
con un puñado de argentinos, ha recuperado nuestros antiguos pueblos de
las Misiones Orientales: allí se han engrosado sus filas, y el gozo que
ha manifestado la población por haber vuelto al seno de la República,
comprueba bastantemente que la conquista es un absurdo. La expedición
del Norte, que marcha al mismo destino, reunida a aquella fuerza,
formará un ejército respetable que cuesta poco al erario, que facilita
al ejército de operaciones obrar en combinación, y que seguramente es el
símbolo de la concordia y entusiasmo de los pueblos.
Los
cuerpos de la milicia activa de la ciudad y campaña, que se hallaban
casi disueltos y en estado de nulidad, se han reorganizado, y prestan
servicios importantes, dejando a la fuerza de línea, en aptitud de ser
destinada a la plantificación de la frontera, y a donde lo exijan las
atenciones de la guerra exterior.
La
nueva línea de fronteras se halla establecida. Esta obra tan deseada
corno importante, se ha emprendido con los mejores auspicios. Los
bárbaros, con quienes el gobierno continúa las medidas de paz y
conciliación con los más felices resultados, no cometerán impunemente
más depredaciones, y la inmensa propiedad territorial que se ha
adquirido, ha doblado la garantía a la Deuda Pública, de modo, que esta
carga puede hacerse desaparecer en poco tiempo, si se halla por
conveniente. Pero lo más importante es, que al establecerla hemos
ocupado la interesante posición de Bahía Blanca, la cual está circundada
de puertos cómodos, tierras feraces, y grandes bosques. Su costa
marítima, proveída de abundantes pesca y algunos puertos, nos pone en
aptitud de tener para lo futuro una marina vigorosa que sea el broquel
de la República. La comunicación por tierra con el Estado de Chile,
desde aquel punto es la más cómoda y breve, y la navegación del Río
Colorado, acaso permitirá una exportación más fácil a los frutos de
algunas Provincias del interior. El gobierno ha ordenado reconocer el
terreno y trazar en el paraje más a propósito el plan de una ciudad que
se denominará la Nueva Buenos Aires. Sus destinos la hacen acreedora a
un título tan glorioso. El celo que han manifestado en esta empresa
todos los encargados de su ejecución, es digno del mayor elogio. Con la
paralización del comercio exterior, el interior ha hecho progresos
rápidos, y en especial, los capitales se han aplicado a los
establecimientos rurales, habiendo proporcionado brazos el cese de la
leva.
En medio de todo esto, los
establecimientos públicos de primeras letras para niños en la ciudad y
campaña, necesitaban una atención especial. El gobierno los tomó en
consideración, y habiendo puesto a su frente un individuo que ya es
conocido por su filantropía, producen la debida utilidad. Se han
empezado a establecer por empresas particulares colegios y casas de
educación: el gobierno favorece en cuanto puede, este género de
industria, el más útil para el país, y espera que dentro de poco tiempo
no tendrá la juventud que atravesar los mares, buscando el tesoro de la
ciencia, con peligro de perder aquellos sentimientos, que sólo pueden
cultivarse en el suelo de la patria. Las señoras de la Sociedad de
Beneficencia han hecho ver en el presente año, cuanto les debe el país
por sus asiduos desvelos en el progreso de la educación. Los colegios
continúan en el mismo orden en que se hallaban, y el de San Miguel ha
adquirido mejoras.
Las obras del
templo de la Catedral, y camino de la Ensenada, se acercan a su
conclusión, siguiéndose al mismo tiempo el canal de San Fernando. Han
sido auxiliados varios pueblos de campaña, para edificar e reparar sus
templos. En tanto que con la ayuda del tiempo se mejoran nuestras leyes y
costumbres, se habilita una nueva cárcel de deudores. Los hospitales,
principalmente el de mujeres, reciben adelantos importantes, procurando
el gobierno de este modo suavizar la suerte del desgraciado. El
importante establecimiento de la Vacuna ha recibido aumento, y su
utilidad nunca ha sido sentida más que ahora; mientras que las
Provincias vecinas se hallan devoradas por el terrible mal de la
viruela, en ésta a penas se han hecho sentir, y el gobierno ha! puesto
en ejercicio todos sus medios para que desaparezca.
En
estos últimos tiempos se ha hecho un abuso criminal de la libertad
preciosa de manifestar sus ideas por la prensa. Algunos hombres mal
aconsejados se han ensayado de este modo en la licencia, y han promovido
el descrédito del país en el exterior, donde es posible calcular, que
semejantes producciones sólo originan aquí el vilipendio de sus autores.
La Ley de 8 de Mayo ha contenido en gran parte los escritos
licenciosos: la opinión pública poco a poco acabará de extirparlos.
La
Administración de Justicia demanda una variación de que se reportará
notables ventajas: el gobierno se hará un honor en ponerla a vuestra
consideración.
De todas las
necesidades interiores ninguna es más exigente, que la de fijar de un
modo cierto y positivo la suerte del Banco Nacional; este
establecimiento requiere hoy todo género de garantías, y Para dárselas
bastará solamente obrar con gran prudencia.
Puesto
que la Provincia de Buenos Aires es la que ha proveído exclusivamente
con sus fondos a la defensa de la Nación, es justo manifestarle, que al
completar la presente administración un año de existencia en el próximo
mes de Agosto, se habrá gastado un millón de pesos menos de lo que se le
había calculado; después de haber cubierto deudas enormes atrasadas;
establecido la frontera; vestido, armado y pagado el ejército y marina;
costeado el transporte y armamento de los contingentes de las
Provincias; proveído a los gastos de Relaciones Exteriores, y los de la
Convención casi en su totalidad; abastecidos los parques y almacenes, y
habiendo atendido al mismo tiempo al todo del gasto interior de la
Provincia. Es verdad que se ha suspendido por ahora el pago de los
intereses del empréstito de Londres, y que esta medida terrible se tuvo
presente al hacer el cálculo citado; pero fue una de aquéllas, que es
preciso tomar para evitar mayores males. La operación de emitir aquí
papel para enviar oro a Inglaterra, era como añadir combustibles a un
incendio, el cual acabaría al fin por devorarlo todo. El gobierno ha
tenido la satisfacción de saber, por conducto de una respetable casa de
Londres, a quien está encargado el manejo de este negocio, que los
tenedores de las obligaciones habían apreciado debidamente las
circunstancias del país, no dudando que el gobierno, como lo hará,
remita a la primera oportunidad los fondos necesarios para llenar sus
compromisos.
Cada día se hace
más palpable la necesidad de establecer sólidamente las contribuciones
directas; es preciso que cuanto antes reciban vuestra sanción los
proyectos de ley, que a este efecto fueron presentados en la sesión
anterior. El gobierno por su parte, se prepara a dar una nueva norma al
modo de su recaudación. El sistema de confiarla a particulares, por
empresa, pudo tener lugar al principio de su establecimiento, pero ahora
que la senda está abierta y tomados muchos datos, conviene formar una
administración, donde empleados permanentes y bien dotados, Quedan
probar sus aptitudes, y labrarse una carrera por su mérito.
El
departamento de ingenieros, arquitectos, y el jardín de aclimatación
han sido suprimidos; otros departamentos y gastos también lo serán, no
porque el gobierno desconozca su utilidad, tomada en abstracto, sino
porque están en desproporción con nuestros medios para sostenerlos, y
darles ejercicio, de modo, que no sirvan solamente de un aparato vano:
el gobierno, a este respecto, despreciando una popularidad efímera y
pasajera, llenará estrictamente su deber. Los gastos de la guerra han
sido reducidos al mínimum posible; puede asegurarse, que nuestro Erario
apenas paga la tercera parte de los que podrían calcularse.
Finalmente,
señores Representantes, si se echa una ojeada de comparación entre el
estado actual en que se halla nuestra Provincia, y en que se hallaba en
Agosto del año próximo pasado, debe serás bastante satisfactorio. El
gobierno confía en que con vuestra ilustre y cordial cooperación, no
sólo se conservarán las instituciones, sino que se podrá avanzar en su
mejora y perfección.
Buenos Aires, Junio 13 de 1828.
MANUEL DORREGO