Persecución odiosa
El
Gobierno surgido del 6 de Setiembre de 1930, pronunciamiento realizado
según sus gestores contra un gobierno desorbitado y prepotente, ha hecho
caer sobre las espaldas de los trabajadores organizados, que no tenían
vínculo alguno con el depuesto y eran por lo mismo ajenos a él, todo el
peso de su fuerza coercitiva.
Como
consecuencia de medidas adoptadas para asegurar el “orden” el nivel de
de vida de los obreros ha descendido hasta el punto de ser hoy limítrofe
con el hambre. La persecución de los hombres que sustentan ideas de
renovación social fue la labor a que algunos funcionarios públicos se
dedicaron con verdadera saña e inconcebible fruición. Por millares se
cuentan los que sin causa real han desfilado por las cárceles el país;
vario centenares de ellos permanecen aún detenidos o han sido confinados
en el presidio de Ushuaia, recluidos en desguarnecidos galpones de
Zinc, y suman numerosísimos contingentes los que han sido desterrados
del país. Y cuando por la proximidad de la vuelta al régimen
constitucional era lógico que la infinidad de trabajadores que llevan
largos meses de detención esperan ser puestos en libertad, pues no pesa
sobre ellos ninguna acusación que los haga pasible de pena, el gobierno,
en una demostración de refinada e inútil crueldad, de verdadero
sadismo, ordena su expulsión del país para ser entregados a regímenes
condenados por la opinión libre del mundo.
Estos
actos de prepotencia, no superados por los más despóticos gobiernos que
ha padecido el país, entrañan un baldón para la tradición liberal del
pueblo y un broche con el que cierra, queremos suponer que para siempre,
un período amargo para la clase trabajadora.
Boletín de la CGT, año 1, nº 2, 15 de Febrero de 1932