El patriotismo se ha convertido en egoísmo. Todos los hombres
se han echado con la carga y quieren que sin trabajo les llueva el maná
del cielo. Semejante apatía e indolencia obliga a tomar providencias
sensibles, y lo cierto es que si hemos de salvar al país, es necesario
cerrar los ojos y los oídos y tomar el camino del medio. Así lo he dicho en estos últimos días, pero ni eso me ha valido.
Creía que asustando un poco a estos caballeros, se
ablandarían y me socorrerían. Pero me engañé. Hice correr la voz de que
los llevaría en la vanguardia y que para quedarse darían alguna cosa
para ayuda de los que trabajan. Pues con todo este aparato no
he conseguido otra cosa que calentarme la cabeza. Se juntó el
vecindario en casa del Alcalde de Primer Voto, y entre todos, apenas han
dado cuatro porquerías con que han auxiliado 30 gauchos, y esto dando a
uno una camisa, a otro un poncho de picote, y a otro un pedazo de
jerga vieja. ¿Qué tal? ¿Caballos? Unos cuantos; acaso los peores que
han podido hallar, de suerte que con dificultad llegarán a Jujuy.
A vista de esto, ¿no he de alabar la conducta y la virtud
de los gauchos? Ellos trabajan personalmente, y no exceptúan ni aun el
solo caballo que tienen, cuando los que reportan ventajas de la
revolución no piensan otra cosa que engrosar sus caudales.
13 de Febrero de 1818