Ir al contenido principal

Documento histórico. Discurso de Pellegrini a la juventud del P.A.N. Agosto de 1905

Nuestro país despliega ante el mundo sus tesoros y escucha satisfecho el coro de alabanzas y de elogios que se tributa siempre a los afortunados; pero su concepto como Nación no crece cual debiera, y asoman a veces dudas hirientes sobre su capacidad política.
Nuestra historia política de los últimos quince años es, con ligeras variantes, la de los quince años anteriores; casi puede decirse, la historia política sudamericana; círculos que dominan y círculos que se rebelan; opresiones y revoluciones, abusos y anarquía. Pasan los años, nada se corrige y nada se olvida…
Vivimos girando en un círculo funesto de recriminaciones recíprocas y de males comunes. Los unos proclaman que, mientras haya gobiernos personales y opresores, ha de haber revoluciones; y los otros contestan que mientras haya revoluciones, han de existir Gobiernos de fuerza y de represión. Todos están en la verdad, o, más bien, todos están en el error.
Hay que convencer a los unos que por fundadas que sean sus protestas contra la violación de derechos y garantías, nunca podrán alcanzar el remedio de esos males con revueltas populares o motines militares, y que el testimonio, no sólo de nuestra propia historia, sino de la historia de la humanidad, les dice que, de esas revueltas y motines, han surgido muchas veces Gobiernos de hecho y de fuerza, obscuras y torpes tiranías; pero jamás Gobiernos de libertad y derecho.
Pero, cuando condenamos estos remedios anárquicos, no podemos admitir que esa condenación se traduzca en garantía para el abuso, y debemos recordar a los Gobiernos que es la libertad y no la represión la que curará males que tienen su origen en nuestra deficiente educación política, y que inútilmente apelarán al rigor de las leyes, pues que aún cuando condenen a los culpables a presidios y destierros, la sentencia caerá sobre ellos sin inflamarlos, porque la conciencia y el sentimiento públicos saben que no hubo en su acto intención criminal, sino vicios de educación política…
Todos estos males, mis jóvenes amigos, reconocen una sola y única causa y tienen un solo y único remedio, es que todo nuestro régimen institucional es una simulación y una falsedad. Nuestra Constitución proclama como base institucional la soberanía popular, y la soberanía popular no existe; declara que el voto popular es fuente de toda autoridad, y esa fuente está cegada o cubierta de malezas; quiere que nuestro Gobierno sea fuerte y eficaz por la opinión que lo vigorice, y la opinión pública carece de vigor necesario, pues se la ve cobijarse tras voluntades y energías personales…
En nuestra República el pueblo no vota; he ahí el mal, todo el mal, porque en los pueblos de régimen representativo, cuando falta el voto popular, la autoridad sólo surge y se apoya en la mentira o la fuerza; sólo tendremos autoridades respetables y pueblos respetuosos, cuando hayamos conseguido encarnar en nuestras masas y en todas las clases sociales, que el voto electoral no es sólo el más grande de nuestros derechos, sino el más sagrado de nuestros deberes; que es el voto lo único que levanta y dignifica al ciudadano.
Cuando recorría la gran República del Norte, cuando contemplaba esa aglomeración de razas, de religiones, de tendencias diversas, y cuando, en medio de esa gigantesca batalla de ideas y de pasiones, veía la máquina institucional funcionar regularmente sin choques ni tropiezos, me preguntaba: ¿cuál será el secreto de ese perfecto organismo que así resuelve el problema del Gobierno firme, de un pueblo en camino de ser el mayor imperio de la tierra?
Cuando vi en torno de las urnas, fieles a la cita, todas las clases sociales, desde las más grandes hasta las más pequeñas, desde los hombres fabulosamente ricos hasta los proletarios, cuando vi en Nueva York, sólo tres veces más poblada que Buenos Aires, votar 650.000 ciudadanos, y en toda la Unión depositar su voto 15.000.000 de electores, el 20% de la población total; y cuando recordé que en esta gran ciudad, con 1.000.000 de habitantes, apenas reunía, en circunstancias análogas, 30.000 electores, el 3 % de la población total; entonces comprendí y sentí por qué aquel pueblo era tan grande, tan fuerte y tan libre…
Un pueblo que vota es dueño de su propio destino: nada se realiza sino por su voluntad, y nada puede haber dentro de su soberanía que sea superior a su soberanía misma…
Vamos, pues, mis jóvenes amigos, a aprestarnos para la gran tarea, y llamo a alistarse no sólo a vosotros, sino a las nuevas generaciones en toda la República. No las convoco a una campaña electoral inmediata con el solo propósito de hacer triunfar una tendencia, sino a una cruzada política contra la indiferencia que pesa como manto de plomo sobre nuestra vida pública…
Sólo conseguiremos despojar nuestro título de sudamericanos de su significado deprimente, sólo podremos rechazar las humillantes protecciones del monroísmo, sólo seremos, en una palabra, pueblo respetado y respetable, cuando sepamos votar

25 de agosto de 1905.

Otros contenidos de Perspectivis

Contabilidad de una estancia de la Provincia de Buenos Aires en el siglo XIX. Documento histórico

Decreto sobre suspensión de honores al Presidente de la Junta y otros funcionarios públicos. 6 de Diciembre de 1810

En vano publicaría esta Junta principios liberales, que hagan apreciar á los pueblos el inestimable don de su libertad, si permitiese la continuacion de aquellos prestigios, que por desgracia de la humanidad inventaron los tiranos, para sofocar los sentimientos de la naturaleza Privada la multitud de luces necesarias, para dar su verdadero valor á todas las cosas; reducida por la condicion de sus tareas á no extender sus meditaciones mas allá de sus primeras necesidades; acostumbrada á ver los magistrados y xefes envueltos en un brillo, que deslumbra á los demas, y los separa de su inmediacion; confunde los inciensos y homenages con la autoridad de los que los disfrutan; y jamas se detiene en buscar á el xefe por los titulos que lo constituyen, sino por el voto y condecoraciones con que siempre lo ha visto distinguido. De aquí es, que el usurpador, el déspota, el asesino de su patria arrastra por una calle pública la veneracion y respeto de un gentío inmenso, al paso que...

Churchill, sobre la Guerra Fría, 1948

Cierto día el presidente Roosevelt me dijo que estaba reclamando públicamente sugestiones acerca del nombre que se podría dar a la guerra. Inmediatamente le di uno “La guerra innecesaria”. No hubo nunca una guerra más fácil de detener que la que ha hecho naufragar lo que quedaba del mundo después de la contienda anterior. Y la tragedia humana llega a su culminación cuando descubrimos que, después de todos los esfuerzos y sacrificios de millones de personas y de la victoria de la victoria de la causa justa, no hemos encontrado aún ni paz ni seguridad y que estamos a merced de peligros aún peores que los que hemos superado” Churchill, Winston. 1948

Oficio de la Junta de Buenos Aires a Juan José Castelli. 22 de Septiembre de 1810

( Oficio de la Junta a Juan José Castelli, le acompaña pliego cerrado para ser abierto ante la Junta de Comisión de la Expedición Auxiliadora a las Provincias Interiores ) Buenos Aires, 22 de Septiembre de 1810 Excelentísimo señor: Luego que vuestra excelencia se incorpore a el ejército, convocará a los individuos que formen junta de comisión, y abriendo el adjunto pliego, se les leerá a nombre de la Junta, avisando el resultado. Dios guarde a vuestra excelencia muchos años. Buenos Aires, veintidós de septiembre de mil ochocientos diez. Excelentísimo señor Cornelio Saavedra, Manuel Belgrano, Doctor Manuel Alberti, Juan Larrea Miguel de Azcuenaga, Juan José Pasó, Domingo Matheu, Doctor Mariano Moreno, Secretario. Senado de la Naciòn, Biblioteca de Mayo, Buenos Aires, 1966. T XIII, sumarios y expedientes, pág. 11481. ( Pliego al que se refiere el oficio anterior ) Buenos Aires, 22 de Septiembre de 1810 Los repetidos motivos de sentimiento que ha tenido esta Jun...

Tratado del Pilar. 23 de Febrero de 1820. (Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos)

Art. 1° Protestan las partes contratantes, que el voto de la Nación, y muy particularmente, el de las Provincias de su mando, respecto al sistema de gobierno que debe regirías, se ha pronunciado en favor de la federación, que de hecho admiten. Pero, que debiendo declararse por Diputados nombrados por la libre elección de los Pueblos, se someten a sus deliberaciones. A este fin, elegido que sea por cada Provincia, popularmente, su respectivo representante, deberán los tres reunirse en el Convento de Sn. Lorenzo, de la Provincia de Santa Fe, a los sesenta días contados desde la ratificación de esta convención: Y como están persuadidos que todas las Provincias de la Nación, aspiran a la organización de un gobierno central, se comprometen cada uno de por sí de dichas partes contratantes, a invitarías y suplicarles concurran con sus respectivos Diputados para que acuerden cuanto pudieran convenirles y convenga al bien general. ...

Los fundamentos del Plan Marshall 1947. Discurso de George Marshall en la Universidad de Harvard el 6 de Junio de 1947

No necesito decirles, señores, que la situación mundial es muy seria (…). Al considerar lo que se precisa para la rehabilitación de Europa, la pérdida física de vida, la destrucción visible de ciudades, factorías, minas y ferrocarriles, fueron correctamente estimadas, pero se ha hecho obvio en los últimos meses que esta destrucción visible era probablemente menos seria que la dislocación de toda la fábrica de la economía europea (…). La verdad de la cuestión es que las necesidades de Europa para los próximos tres o cuatro años en alimentos y otros productos esenciales procedentes del exterior, principalmente de América, son tan superiores a su presente capacidad de pago, que tienen que recibir una ayuda adicional sustancial o enfrentarse con un deterioro económico, social y político de un carácter muy grave. El remedio consiste en romper el círculo vicioso y restaurar la confianza de la gente europea en el futuro económico de sus propios países y de ...

INFORME OFICIAL DEL SUBINSPECTOR DEL REAL CUERPO DE ARTILLERÍA DE BUENOS AIRES, FRANCISCO DE ORDUÑA, DIRIGIDO AL MINISTRO DE GUERRA DE ESPAÑA E INDIAS (BUENOS AIRES, 18 DE AGOSTO DE 1810)

La tarde del 24 se publicó, por bando general, la instalación de la nueva junta, con gusto de los de sana intención, por ver que a lo menos quedaba la legítima autoridad en el ex virrey, pero esta satisfacción duró poco. Aquella misma noche, reunidos los facciosos en el cuartel del cuerpo urbano de patricios, convinieron y pusieron en ejecución, ayudados de lo ínfimo de la plebe alucinada, el deshacer la junta publicada el día anterior; y a consecuencia de un escrito que presentaron ante el Cabildo, forjado por ellos y firmado por los jefes y varios oficiales urbanos, todos naturales de acá y por otros individuos de baja esfera, armados todos, pidiendo a la voz y con amenazas la deposición del presidente y vocales de la Junta, y que se reemplazasen con los que ellos nombraban, así hubo de hacerlo el Cabildo; y se publicó el día 25 la nueva Junta muy a su gusto, y con dolor de los sensatos y más honrados vecinos, compuesta del comandante del cuerpo urbano de patricios, presidente coman...