Excmo. Sr. Presidente de la República
Excmo. Sr. Presidente de las Cortes
Excmos. Sres. Presidente de la Generalidad y de Euzkadi
A los Comités de los Partidos y Organizaciones
antifascistas
Hace ya trece meses que los que suscribimos este documento,
viejos militantes del movimiento obrero, fundadores y destacados militantes
del POUM, nos hallamos sufriendo prisión. Fuimos detenidos el 16
de junio de 1937. Dos días antes habíamos recibido la promesa
verbal del entonces Ministro de la Gobernación, D. Julián
Zugazagoitia, de que [en] el Consejo de Ministros que debía celebrarse
el día 18 sería planteado y, a ser posible solucionado, el
asunto de la suspensión de La Batalla. "Si por mí
fuera, les autorizaría a publicar el periódico mañana
mismo", había afirmado el ministro. No se dio tiempo para que dicha
cuestión fuera planteada y se quiso evitar la ocasión de
que el director de La Batalla compareciera libremente, según
acuerdo de nuestro Comité Ejecutivo, a responder ante el Tribunal
nº 1 de Barcelona, de las aviesas acusaciones lanzadas contra nosotros.
Una absolución se preveía segura, hubiera echado por tierra
toda la trama que, desde hacía varios meses, venía preparando
el Partido Comunista para la destrucción del nuestro. Los agentes
de policía obedientes a la disciplina de este Partido, llegados
expresamente de Madrid y de Valencia, desencadenaron una represión
despiadada contra el POUM. Eran detenidos, como "espías fascistas",
los militantes y simpatizantes de nuestro Partido que podían ser
habidos [hallados]. Como "espía fascista" se buscaba para apresarlo,
por ejemplo, al Comandante Cahué, miembro de nuestro Comité
Central, en el preciso momento en que una bala fascista ponía fin
a su vida en el frente del Este. Se procedió al saqueo de todos
nuestros locales sociales y de algunos de nuestros domicilios privados
de los cuales desaparecieron los objetos de algún valor: máquinas
de escribir, plumas estilográficas, prendas de vestir, incluso el
jabón y la colonia. Se procedió a la confiscación
de nuestra Editorial Marxista, malvendiéndose a cualquier precio,
motejadas de "trotsquistas", las obras fundamentales de Marx, Engels, Rosa
Luxemburgo, Lenin, Kautski, Bebel... Eran los prolegómenos de lo
que tenía que ocurrir después. La represión se quería
sangrienta. Y ha sido, meditadamente, sangrienta.
Andreu Nin fue secuestrado por unos militares en su prisión
de Alcalá de Henares, y asesinado. Tenemos derecho a decir que asesinado
mientras quienes tienen la obligación de hacerlo no nos demuestren
lo contrario. Meses después era secuestrado en Barcelona el escritor
marxista austriaco Kurt Landau. No ha vuelto a aparecer: tuvo que ser,
también, asesinado. Mientras tanto moría en un lecho de hospital,
a la vista de dos policías, víctima de la prisión,
el hermano de nuestro diputado Joaquín Maurín, preso en Zaragoza
o Salamanca. Poco después era fusilado en Lérida nuestro
Comisario Marciano Mena, antiguo militante obrero y uno de los combatientes
de los días heroicos de las milicias. Meses más tarde eran
asesinados por la espalda, en el frente del Este, dos de nuestros viejos
militantes, Hervás y Trepat, el primero sobrino del ex-comisario
general y diputado Crescenciano Bilbao. El 8 de mayo del presente año
fue fusilado en el campo de trabajo de Omells de Magaya, en la provincia
de Lérida, junto con otros once reclusos, nuestro camarada Francisco
Pina Orco. El comandante Astorga, que los hizo fusilar caprichosamente,
tuvo la avilantez de comunicarle a nuestro camarada que, desde hacía
tres días, obraba en su poder la orden de libertad... ¿Quien
duda ya hoy en la España antifascista y en el extranjero que nuestro
Partido es el "mártir de la guerra civil"?
¿Y nosotros? Durante estos trece meses hemos ido
de prisión en prisión. Hemos conocido unos dieciséis
calabozos y celdas diferentes. Puestos en libertad en la Cárcel
Modelo de Valencia, al séptimo día de nuestra detención,
en el mismo momento fuimos secuestrados a la puerta, trasladados a Madrid
y metidos en un sótano sin luz ni ventilación, destinados,
sin duda alguna, a correr la misma suerte que Nin. Pero esto no es, con
serlo mucho, lo más ignominioso. Lo monstruoso es que, mientras
un juez y un fiscal especiales nombrados por el Gobierno, instruían
nuestro proceso, la prensa del Partido Comunista, con representación
en ese mismo Gobierno, pudiera librarse, día tras día y sin
la menor traba, a una campaña sin nombre, sin calificación,
sin precedente, mientras se nos impedía a nosotros defendernos y
el que se nos defendiera. Algunos periódicos dignos, de Madrid,
Valencia y Barcelona, conservan montones de galeradas de artículos
en defensa nuestra, simplemente en defensa de la más estricta justicia,
que la censura no dejó pasar. Este hecho deshonra para siempre a
esa institución.
La campaña y la represión habían
remitido un poco durante algún tiempo. Últimamente ha vuelto
a intensificarse. Desde hace un par de meses se viene procediendo nuevamente
a la caza de militantes del POUM en la Cárcel Modelo de Barcelona
y en esta Prisión [se encuentran un cierto número] de ellos,
la mayoría de los cuales han sido combatientes voluntarios de las
Milicias o han ocupado cargos públicos de responsabilidad desde
el comienzo del movimiento. En la Cárcel de Mujeres se encuentran,
desde hace más de un año, varias compañeras extranjeras,
y desde hace un par de meses las compañeras de Andrade y Bonet y
una muchacha de menos de 18 años, condenada a seis de prisión
por la simple lectura de un periódico. Y la campaña contra
nosotros va de par con la represión. Volvemos a constituir la preocupación
central de las redacciones y de los comicios comunistas. A las antiguas
calumnias ha venido a añadirse una nueva y de bulto: somos los responsables
del hundimiento del frente del Este. Y del periódico y la hoja volandera
hemos ascendido al libro traducido a varios idiomas. Últimamente
se ha puesto a la venta Espionaje en España. El título
es engañoso y falso, falso es el nombre del autor y falsa e inexistente
es la editorial que lo presenta. Tanta falsedad no podía encubrir
más que falsedades. ¿Por qué no da la cara el Partido
Comunista en este vil libelo contra el POUM? ¿Teme, acaso, la escandalosa
responsabilidad que supone librar públicamente los documentos que
constituyen el secreto del sumario? El hecho es grave, muy grave. El Partido
Comunista ha dispuesto y dispone a su guisa de la policía y de la
censura. Ahora dispone a su guisa del aparato de justicia. Ahí está
ese libro como prueba. ¿Quién ha librado los documentos?
¿Qué magistrado ha salido por los fueros de la justicia?
Otra demostración: el Sr. fiscal que entiende en nuestro asunto
ha redactado sus conclusiones. Su lectura produce sonrojo. Se trata de
un vulgar resumen del libelo en cuestión. ¿Qué hace
frente a este escándalo el Gobierno? ¿Qué hacen las
altas autoridades de la República? ¿Y los partidos y organizaciones
antifascistas? Nos explicamos perfectamente que, desde el comienzo de nuestro
asunto, haya cundido la inquietud y la protesta en los medios obreros y
liberales del mundo entero. Su sensibilidad se ha conmovido legítimamente
ante una verdad innegable: la razón de un Partido —mejor aún,
la razón de un dictador extranjero— se ha convertido, en la España
antifascista, en una razón de Estado, y mientras no se reconquiste
la independencia de la razón de Estado, ¿cómo hacerle
creer a la opinión obrera internacional que en España se
está ventilando el problema de su independencia? ¡Y aún
si todo esto nos hubiera servido para que el dictador en cuestión
nos hubiera enviado los medios materiales necesarios para aplastar al fascismo
en nuestro país! Nuestro sacrificio habría recibido así
una cierta compensación. ¿Ha sido este el caso? No.
Hace alrededor de un mes se nos comunicó oficialmente
la próxima vista de nuestra causa. Ahora nos llegan barruntos de
que no piensa verse en todo el verano. ¿Por qué? ¿Cuánto
tiempo va a prolongarse aún esta situación? ¿No es
hora ya de que se le ponga fin a esta escandalosa comedia? Está
encima el segundo aniversario de las gloriosas jornadas de julio. Todos
nosotros tuvimos una intervención directa en ellas. Todos expusimos
nuestras vidas frente al fascismo. Entre los centenares de nuestros muertos,
de los cuales nos enorgullecemos, se cuenta el primero que cayó
en Barcelona el 19 de julio —el secretario de nuestras Juventudes— y el
único que cayó en Valencia. El primer aniversario lo pasamos
en una checa madrileña, incomunicados, amenazados de muerte.
¿Tendremos que pasar el segundo en esta prisión? Digámoslo
con toda responsabilidad: ello supone una vergüenza para la España
antifascista, para sus gobernantes, para sus partidos y organizaciones,
a los cuales hacemos tan responsables de cuanto sucede como al propio Partido
Comunista y a quienes lo mandan desde aquí y desde fuera.
Por los presos del POUM:
Los ex-miembros del comité ejecutivo:
Juan Andrade, Pedro Bonet y Julián G. Gorkin
El ex-secretario de la Juventud Comunista Ibérica
Wilebaldo Solano
El ex-miembro del comité de Barcelona
David Rey
El ex-secretario provincial de Lérida
Juan Farré
El ex-secretario provincial de Gerona
Juan Quer
El ex-redactor jefe de La Batalla
José Escuder