Santa Fe, mayo 12 de 1835.
Señor Don Juan Manuel de Rosas. Mi querido compañero:
Su estimable carta del 18 del pasado reducida sólo a manifestarme su
aprobación sobre el modo en que escribí al Gobernador Ibarra en orden al
asunto de Salta que ofrece ejecutar un buen patriota federal, me ha
sido muy lisonjera, porque nada puede ser tan grato para mí como una
perfecta coincidencia de nuestras opiniones, especialmente en todo
aquello que tenga relación con la gran causa de la Federación.
Nada más exacto que lo que escribe usted al señor Ibarra; sería de
desear que se obrase de acuerdo con lo que usted le dice. Lo que usted
manifiesta a Heredia, todo, todo es importante, y de una verdad
innegable; muy bien me parece que le haya escrito en ese sentido, tan
patriótico y tan eminentemente nacional, pero mucho me temo, compañero,
que su trabajo y sus consejos sean estériles. Es muy alarmante el modo
en que ese Gobernador se ha conducido con nuestro amigo Latorre, y sin
que se pueda dudar, él es el autor de todos los desastres últimamente
ocurridos en el interior, y de lo que pueda ocurrir en lo sucesivo;
quisiera equivocarme, y tener motivos también para arrepentirme de este
juicio.
Ya he dicho a usted antes de ahora, y de nuevo repito, que ni he
contestado, ni contestaré a las comunicaciones del Gobierno de Salta, ni
a las del godo titulado Gobernador de Jujuy. Los Gobiernos de Entre
Ríos y Corrientes han observado igual conducta. Esto y el
pronunciamiento de usted hará en mi opinión que se precipite el plan que
a mi modo de ver han tenido los de la revolución, amantes de ejecutarla
sobre incorporarse a Bolivia; plan que el Gobierno Boliviano debe haber
promovido porque es bien sabido el interés que siempre ha tenido de
hacerse de esa importante parte de nuestra República, y para cuya
ejecución anteriormente ha nombrado un Don Juan Lemoyne: Así es que
sería de grande utilidad que los patriotas salteños se pronunciasen sin
demora: pero si he de decir a usted lo que siento, me parece que el
compañero Ibarra poco ha de hacer en este negocio, por su carácter
apático, por la falta de recursos en que lo considero y por la mala
dirección que conocidamente le da ese mozuelo que tiene a su lado. Por
todo ello es que considero conveniente que usted le repita a Ibarra la
necesidad imperiosa de que ese negocio se agite tanto cuanto sea
posible.
Siempre de usted muy adicto amigo y fiel campañero.
Estanislao López