Carta de Juan Manuel de Rosas a Vicente González enviada desde Río Colorado en Julio de 1833.
Entre la correspondencia pública que vino por la
administración de Correos venían cartas particulares de algunos amigos
que contenían asuntos reservados. Esto me parece malo y creo conveniente
diga UD. de mi parte a Encarnación que les prevenga, que el quince y el
treinta de cada mes debe Ud. mandar a la ciudad una persona de
confianza para que reciba correspondencia secreta de los amigos, y la
entregue a Ud. quien tiene encargue mío de mandármela, con persona de
confianza (...).
Los intrusos que hablen en mi favor, y en contra
de los logistas, es conveniente hacerlos correr entre amigos y enemigos.
Conviene se generalice titularme El Restaurador de las Leyes, y así
ponerme en los sobres y encabezamiento de oficios, etc.: Al Restaurador
de las Leyes, Brigadier Don Juan Manuel de Rosas.
Dirá Ud. que de cuándo acá salgo deseando
títulos: yo le diré que porque en el día se debe trabajar en cuanto se
pueda, para que los enemigos no nos acaben junto con nosotros a la
Patria.
A las madres y patronos de los libertos dígales
Ud. que están muy hombres de bien y valientes, y que pronto se irán para
sus casas lo que se acabe la Campaña a ser felices con sus bajas para
que nadie se meta con ellos y trabajen libremente. Copia de este
artículo pase Ud. a Encarnación, para que ella y Dña. María Josefa así
se lo haga presente a las madres de dichos libertos, e igualmente a sus
patrones.
Dice bien Encarnación que los nuestros se darían
amarrar como Dorrego por las leyes. Vale que yo les escribí algo fuerte
estimulándolo, etc. Era gracioso verlos y aún ahora quién sabe cuántos
serán escrupulosos, y entretanto, habiendo cesado la dictadura, el
gobierno está haciendo lo que yo con ella no me atreví a hacer. Cullen
les llevó armamento, etc, etc., y se fue golpeando la boca diciendo que
había jugado a su gusto con el Gobernador. ¿Y con qué facultad ha
dispuesto de esos artículos, etc., etc.? ¿Cómo, y con qué autoridad
tiene presos con grillos esos paisanos del asunto de las elecciones,
después de las 48 horas, en cuyo término deben
pasar a los jueces, etc.? Pero así por este estilo es escandaloso lo que
hacen y entretanto los nuestros, como dice Encarnación muy bien,
estaban dejándose amarrar con las indicadas leyes. Es precisos
desengañarse que al pícaro y traidor es necesario hacerle la guerra sin
pararse en la decencia con que debe hacerse entre caballeros.
El Gobernador en una que me ha escrito y que no
pienso contestar, muestra claro el veneno que tiene contra mis amigos, y
que es todo de los enemigos. Entre otras cosas graciosas se queja de
que no le mandé a él directamente la correspondencia; pero no lo contará
por más que se rasque, tanto más cuanto que hace mérito de haber
mandado al Señor Guido un paquete que por equivocación le llevaron de la
administración de Correos siendo rotulado al Sr. Guido. Por lo visto el
mérito será en no haber cometido la perfidia y escándalo de abrirlo.
Mas de aquí deduzca Ud. que la Administración de Correos tendría orden
de mandar al fuerte todo paquete que fuese mío, quizás para fundar
después la queja.
Deduzca también lo conveniente que es la medida de mandar la correspondencia por persona de confianza según queda indicado.
Basta por ahora, pues que ya es preciso despachar al pobre Rosas que no poco tendrá que contarle.
Expresiones a los amigos y deseando como siempre su completa salud mande como guste su afmo. amigo.
Juan Manuel de Rosas
En Historia de la Argentina, 1806-1832, Marcela Ternavasio.