"La democracia es un Estado en el que el
pueblo soberano, guiado por leyes que son de obra suya, actúa por sí
mismo siempre que le es posible, y por sus delegados cuando no puede
obrar por sí mismo.
Es, pues, en los principios del gobierno democrático donde debéis buscar las reglas de vuestra conducta política.
Pero
para fundar y consolidar entre nosotros la democracia, para llegar al
reinado apacible de las leyes constitucionales, es preciso terminar la
guerra de la libertad contra la tiranía y atravesar con éxito las
tormentas de la Revolución; tal es el fin del sistema revolucionario
que habéis organizado. Debéis aún regir vuestra conducta según las
tormentosas circunstancias en que se encuentra la República, y el plan
de vuestra administración debe ser el resultado del espíritu del
gobierno revolucionario combinado con los principios generales de la
democracia.
Pero
¿cuál es el principio fundamental del gobierno democrático o popular,
es decir, el resorte esencial que lo sostiene y que le hace moverse? Es
la virtud. Hablo de la virtud pública, que obró tantos prodigios en
Grecia y Roma, y que producirá otros aún más asombrosos en la Francia
republicana; de esa virtud que no es otra cosa que el amor a la Patria y
a sus leyes.
Pero
como la esencia de la República o la democracia es la igualdad, el
amor a la patria incluye necesariamente el amor a la igualdad.
En
verdad, ese sentimiento sublime supone la preferencia del interés
público ante todos los intereses particulares, de lo que resulta que el
amor a la patria supone también o produce todas las virtudes, pues
¿acaso son éstas otra cosa sino la fuerza del alma, que se vuelve capaz
de tales sacrificios? ¿Y cómo podría el esclavo de la avaricia o de la
ambición, por ejemplo, inmolar su ídolo a la Patria?
No
sólo es la virtud el alma de la democracia, sino que, además,
solamente puede existir con este tipo de gobierno. En la monarquía, sólo
conozco un individuo que pueda amar a la Patria, y que para ello no
necesita siquiera virtud: el monarca. La causa de ello es que, de todos
los habitantes de sus estados, el monarca es el único que tiene una
patria. ¿Acaso no es el soberano, al menos de hecho. ¿No está en el
lugar del Pueblo? ¿Y qué es la Patria sino el país del que se es
ciudadano y partícipe de la soberanía?
Por
una consecuencia del mismo principio, en los Estados aristocráticos,
la palabra «patria» sólo tiene algún significado para quienes han
acaparado la soberanía.
Sólo
en la democracia es el Estado verdaderamente la Patria de todos los
individuos que lo componen, y puede contar con tantos defensores
interesados en su causa como ciudadanos tenga. Si Atenas y Esparta
triunfaron de los tiranos de Asia y los suizos de los tiranos de Austria
y España, no hay que buscar otra causa que ésta. Pero los franceses
son el primer pueblo del mundo que ha establecido una verdadera
democracia, llamando a todos los hombres a la igualdad y a la plenitud
de los derechos de ciudadanía; ésta es, a mi juicio, la verdadera razón
por la cual todos los tiranos coaligados contra la República serán
vencidos.
Es
el momento de sacar grandes consecuencias de los principios que
acabamos de exponer. Puesto que el alma de la República es la virtud,
la igualdad, y vuestra finalidad es fundar y consolidar la República, la
primera regla de vuestra conducta política debe ser encaminar todas
vuestras medidas al mantenimiento de la igualdad y al desarrollo de la
virtud, pues el primer cuidado del legislador debe ser el
fortalecimiento del principio del gobierno. Así, todo aquello que sirva
para excitar el amor a la patria, purificar las costumbres, elevar los
espíritus, dirigir las pasiones del corazón humano hacia el interés
público, debe ser adoptado o establecido por vosotros; todo lo que
tiende a concentrarlas en la abyección del yo personal, a despertar el
gusto por las pequeñas cosas y el desprecio de las grandes, debéis
eliminarlo o reprimirlo. En el sistema de la Revolución francesa, lo
que es inmoral es impolítico, lo que es corruptor es
contrarrevolucionario. La debilidad, los vicios, los prejuicios, son el
camino de la monarquía."