“Para dar al espíritu público un acelerado impulso es menester
multiplicar los canales de instrucción respecto del pueblo. Por lo menos la
octava parte de los franceses no entiende la lengua. Por tanto, habría que
traducir nuestras leyes y nuestros escritos a los diferentes dialectos de los habitantes.
Los habitantes del campo sólo oyen y saben hablar un idioma que sólo
ellos (los sacerdotes contrarrevolucionarios) pueden entender y comprender.
En general las ciudades son
patriotas, mientras que el campo está a cien leguas de la Revolución, y todo,
hasta su propio sostén, su vestimenta y sobre todo el lenguaje, anuncia con
suficiente claridad que serán necesarios grandes esfuerzos para ponerlos a la
altura deseada.”
Informe de la Convención Nacional de 1793