Bandera Proletaria. Nº 19: El Concepto de la Política: somos políticos, pero antiparlamentarios y antiestatales.

Un sinnúmero de hechos históricos, si la especulación no bastase, concurren a corroborar esta tesis, que es ya una bien arraigada convicción en todos los trabajadores realmente revolucionarios. Recordemos algunos de ellos.
El nombramiento de un gobierno, lo mismo que su destitución, implica la realización de un hecho político, por referirse al modo de gobernar las relaciones entre los hombres o las clases. Ese hecho político lo efectuaron los trabajadores alemanes, y no en su índole de afiliados a tal o cual partido, sino en su condición de obreros adheridos a sus respectivos sindicatos. El reaccionario Kapp no fue desplazado de la jefatura dek gobierno alemán por ningún partido cuya función específica responde al propósito de crear y disolver gobiernos, y eso que en Alemani existían a la sazón partidos fuertes, entre ellos uno "revolucionario" que por su importancia numérica, disciplina y espíritu de combate, era considerado por sus similares de todos los países como el mejor modelo. a Kapp, lo desplazaron los trabajadores por su medio de la acción extraparlamentaria: por la huelga, arma que solo los trabajadores pueden esgrimir y que en el caso que nos ocupa demostró ser de una eficacia superior a cualquier postura parlamentaria. De ese modo kis trabajadores lograron, y sin necesidad del baladí recurso parlamentario, eliminar un gobierno que de otra forma, sin la acción de los sindicatos, terminaría por dominar el país, a despecho de los partidos más revolucionarios.
Si pasamos a Italia tenemos otro ejemplo de la eficiencia política de los sindicatos. La gran cantidad de diputados de "clase" que había en el parlamento, no consiguieron con su acción lo que los obreros de la industria metalúrgica obtuvieron mediante la ocupación de las fábricas. El contralor sindical reconocido luego por el gobierno no fue sino la consecuencia de la acción extraparlamentaria efectuada por los trabajadores metalúrgicos. Hasta ese entonces la acción parlamentaria desarrollada por un fuerte núcleo de diputados, no había reportado ninguna utilidad.
¿Qué los trabajadores en tal ocasión no destruyeron el gobierno apoderándose del Estado? Es verdad; pero si eso no ocurrió no se debe a la impotencia de los trabajadores sino a la inutilidad de tal acción. ¿Para qué les servía un supuesto poder que se iba desmoronando a medida que la acción revolucionaria restaba importancia a la dominación económica del capitalismo? Si el poder político es una creación de la economía burguesa, desaparecida esta por su traspaso a los trabajadores, el gobierno pierde todo su poder de coerción. Esta es una verdad que los trabajadores italianos pusieron en evidencia con los hechos que nos ocupan. La neutralidad del gobierno en el momento de la ocupación no era calculada sino impuesta por las circunstancias. La fuerza revolucionaria que se desarrollaba en el plano económico era superior a la ficción del poder político, hecho que determinaba la debilidad del gobierno para todo intento de represión, y que más tarde pudo efectuarla debido al restablecimiento del dominio capitalista, por el abandono que los trabajadores hicieron de las fábricas.
Podríamos recurrir a otros muchos ejemplos para dejar constancia del carácter fundamentalmente político de los sindicatos obreros, en contraposición a la politiquería de los partidos cuya ineficacia no admite discusión.
Precisamente porque los sindicatos realizan con su propia acción una política de transformación social, y aún de reformas del régimen capitalista, no necesitan sus componentes recurrir a la inocuidad parlamentaria en ninguna de las circunstancias de su vida de luchadores. Es también en este aspecto que los sindicatos revelan una capacidadque no puede sustituir ventajosamente ningún partido, ni aquellos que por negársela prometen ser los indispensables salvadoresm ofreciendo al efecto un procedimiento que es un insulto para la clase trabajadora: la dictadura.
Bandera Proletaria, Año I, Nº19, 22 de Septiembre de 1922. Pág 1
Comentarios
Publicar un comentario
Contanos tu experiencia Perspectivis