Circular de la Primera Junta de Gobierno acerca de los sucesos revolucionarios. Documentos Históricos. 27 de Mayo de 1810
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El pueblo de Buenos Aires, bien
cierto del estado lastimoso de los dominios europeos de S. M. C. el Sr. D.
Fernando VII; por lo menos incierto del gobierno legítimo soberano en la
representación de la Suprema Junta Central disuelta ya, y más en la Regencia
que se dice constituida por aquella, sin facultades, sin sufragios de la
América, y sin instrucción de otras formalidades que debían acceder al acto; y
sobre todo previendo que no anticipándose las medidas que deben influir en la
confianza y opinión pública de los dominios de América, faltaría el principio
de un gobierno indudable por su origen, estimó desplegar la energía que siempre
ha mostrado para interesar su lealtad, celo y amor por la causa del Rey
Fernando, removiendo los obstáculos que la desconfianza, incertidumbre y
desunión de opiniones podrían crear en el momento más crítico que amenaza,
tomando a la América desapercibida de la base sólida del gobierno que pudiese
determinar su suerte en el continente americano español.
Manifestó los deseos más
decididos por que los pueblos mismos recobrasen los derechos originarios de
representar el poder, autoridad y facultades del Monarca, cuando este falta,
cuando este no ha provisto de Regente, y cuando los mismos pueblos de la matriz
han calificado de deshonrado al que formaron, procediendo a sustituirle
representaciones rivales que disipan los tristes restos de la ocupación
enemiga. Tales conatos son íntimamente unidos con los deseos honrosos de su
seguridad y felicidad, tanto interna como externa, alejando la anarquía y toda
dependencia de poder ilegítimo; cual podía ser sobre ineficaz para los fines
del instituto social, cualquiera que se hubiese levantado en el tumulto y
convulsiones de la Península, después de la dispersión y emigración de los miembros
de la Junta Suprema Central.
Cuando estas discusiones se hacen
en sesiones de hombres desencontrados, son expuestas a las consecuencias de una
revolución, y exponen a que quede acéfalo el cuerpo político: pero si se
empeñan por el orden y modo regular de los negocios gravísimos, no pueden menos
de conducir como por la mano, a la vista del efecto que se desea. Tal ha sido
la conducta del pueblo de Buenos Aires en propender a que examinase si, en el
estado de las ocurrencias de la Península, debía subrogarse el mando superior
de gobierno de las provincias del virreinato en un Junta Provisional, que
asegurase la confianza de los pueblos y velase sobre su conservación contra
cualesquier asechanza hasta reunir los votos de todos ellos, en quienes recae la
facultad de proveer la representación del Soberano.
El Exmo. Cabildo de la Capital,
con anuencia del Exmo. Señor Virrey, a quien informó de la general agitación,
agravada con el designio de retener el poder del gobierno, aun notoriada que
fuese la pérdida total de la Península y su gobierno, como expresa la proclama
de 18 del corriente, convocó la más sana parte del pueblo en Cabildo general
abierto, donde se discutió y votó públicamente el negocio más importante por su
fundamento para la tranquilidad, seguridad y felicidad general: resultando de
la comparación de sufragios la mayoría con exceso por la subrogación del mando
del Exmo. Sr. Virrey en el Exmo. Cabildo, ínterin se ordenaba una Junta
Provisional de gobierno, hasta la congregación de la general de las Provincias:
voto, que fue acrecentado y aumentado con la aclamación de las tropas y
numeroso resto de habitantes.
Ayer se instaló la Junta en un
modo y forma que ha dejado fijada la base fundamental sobre que debe elevarse
la obra de la conservación de estos dominios al Sr. D. Fernando VII. Los
ejemplares impresos de los adjuntos bandos, y la noticia acreditada en bastante
forma, que el Exmo. Cabildo, y aun el Exmo. Sr. Virrey que fue D. Baltazar
Hidalgo de Cisneros dan a Vd. no dejan duda a esta Junta de que será mirada por
todos los jefes, corporaciones, funcionarios públicos y habitantes de todos los
pueblos del virreinato, como centro de la unidad, para formar la barrera
inexpugnable de la conservación íntegra de los dominios de América a la dependencia
del Sr. D. Fernando VII, o de quien legítimamente le represente. No menos
espera que contribuirán los mismos a que, cuanto más antes sea posible, se
nombren y vengan a la capital los Diputados que se enuncian para el fin
expresado en el mismo acto de instalación: ocupándose con el mayor esfuerzo, en
mantener la unión de los pueblos, y en consultar la tranquilidad y seguridad
individual; teniendo consideración a que la conducta de Buenos Aires muestra
que, sin desorden y sin vulnerar la seguridad, puede obtenerse el medio de
consolidar la confianza pública y su mayor felicidad.
Es de esperar que cimentado este
paso, si llega el desgraciado momento, de saberse sin duda alguna la pérdida
absoluta de la Península, se halle el distrito del virreinato de Buenos Aires
sin los graves embarazos que por la incertidumbre, y falta de legítima
representación del Soberano en España a la ocupación de los franceses, la
pusieron en desventaja para sacudirse de ellos: puesto que, tanto como el
enemigo descubierto invasor, debe temerse y precaverse el que desde lo interior
promueve la desunión, proyecta la rivalidad y propende a introducir el
conflicto de la suerte política no prevenida. Cuente Vd. con todo lo que penda
de los esfuerzos de esta Junta, cuyo desvelo por la conservación del orden y
sistema nacional se mostrará por los efectos. Este ha sido el concepto de
proponer el pueblo al Exmo. Cabildo la expedición de los hombres para lo
interior, con el fin de proporcionar auxilios militares para hacer observar el
orden, si se teme que sin él no se harían libre y honradamente las elecciones
de Vocales Diputados, conforme a lo prevenido en el artículo X del bando
citado, sobre que hace esta Junta los más eficaces encargos por su puntual
observancia y la del artículo XI.
Asimismo importa que Vd. quede
entendido que los Diputados han de irse incorporando en esta Junta conforme y
por el orden de su llegada a la capital, para que así se hagan de la parte de
confianza pública que conviene al mejor servicio del Rey y gobierno de los
pueblos; imponiéndose, con cuanta anticipación conviene a la formación de la
general, de los graves asuntos que tocan al gobierno. Por lo mismo, se habrá de
acelerar el envío de Diputados; entendiendo deber ser uno por cada ciudad o
villa de las Provincias, considerando que la ambición de los extranjeros puede
excitarse a aprovechar la dilación en la reunión, para defraudar a S. M. los
legítimos derechos que se trata de preservar.
Servirá a todos los pueblos del
virreinato de la mayor satisfacción el saber, como se lo asegura la Junta, que
todos los Tribunales, Corporaciones, Jefes y Ministros de la capital, sin
excepción, han reconocido la Junta y prometido su obediencia para la defensa de
los augustos derechos del Rey en estos dominios: por lo cual es tanto más
interesante que este ejemplo empeñe los deseos de Vd. para contribuir en
estrecha unión a salvar la patria de las convulsiones que la amenazan, si no se
prestasen las Provincias a la unión y armonía que debe reinar entre ciudadanos
de un mismo origen, dependencia e intereses. A esto se dirigen los conatos de
esta Junta; a ello los ruegos del pueblo principal del virreinato, y a lo mismo
se le excita, con franqueza de cuantos auxilios y medios pendan de su arbitrio,
que serán dispensados prontamente en obsequio del bien y concentración de los
pueblos. Real Fortaleza de Buenos Aires, a 27 de Mayo de 1810.
Cornelio de Saavedra - Dr. Juan
José Castelli - Manuel Belgrano - Miguel de Azcuénaga - Dr. Manuel Alberti -
Domingo Matheu - Juan Larrea - Dr. Juan José Paso, Secretario - Dr. Mariano
Moreno, Secretario.
Fuente Actas capitulares, desde el 21 de mayo hasta el
25 de mayo de 1810, en Buenos Aires. Primera edición. Buenos Aires, Imprenta
del Estado, 1836.
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