Che Guevara: Discurso en la entrega de premios a obreros destacados del Ministerio de Industrias. Abril de 1962
Compañeros:
Compañeros
trabajadores de todas nuestras industrias; compañeros trabajadores componentes
del coro de la CTC, que nos ha dado una demostración del avance cultural de
nuestro pueblo con sus magníficas interpretaciones; compañeros todos:
Realmente
quisiera decirles que es un momento emocionante para mí el hablar ante esta
asamblea. Hemos visto muchos actos de desprendimiento de la clase obrera,
muchos actos de amor por su trabajo, por su patria y por su clase, y vemos cada
momento que pasa como no hay otra salida, no hay otra manera de interpretar los
hechos, no hay otra forma de actuar para un verdadero revolucionario consciente
de sus deberes y, al mismo tiempo, deseoso de arribar al triunfo en el menor
tiempo posible, no hay otro camino que el apoyo total, irrestricto en la clase
obrera, siguiendo sus orientaciones, pulsando sus opiniones, pulsando sus
emociones y tratando !a lo más en algún momento-, de interpretar, quizá un
ápice mejor la realidad, para ordenar o para insinuar algún pequeño cambio en
el camino. Pero quien hace la historia, quien la hace día a día mediante el
trabajo y la lucha cotidiana, quien la firma y la convierte en realidad en los
grandes momentos, es la clase trabajadora, son los obreros, son los campesinos,
son ustedes, compañeros, los creadores de esta Revolución, los creadores y
sostenedores de todo lo que tiene de bueno; y es para ustedes, pues, para todo
el pueblo trabajador, mi saludo más emocionado y más encendido en esta jornada.
(Aplausos.)
Quisiera,
ante ustedes, lamentar la omisión por la cual otros organismos productores,
otros Ministerios que poseen empresas y que poseen centros de trabajo vitales
para la nación, no han podido concurrir aquí a premiar a sus trabajadores, a
aquellos miembros de otros sectores que tan bien, tan brillantemente como los
compañeros premiados por el Ministerio de Industrias, han sabido defender a la
revolución en su trinchera con una producción cada vez mejor.
Pero voy a
cumplir un deber con la parte agrícola de nuestra industria más fuerte, y de la
que debe ser la base de nuestro desarrollo en los años subsiguientes, con la
parte agrícola de la industria azucarera, con los cortadores de caña. Quisiera
citar aquí, y poner como ejemplo ante ustedes, a los compañeros Reynaldo Castro
Yedra y José Martín Alayón. (Aplausos.) Quisiera decirles, compañeros,
que el compañero José Martín Alayón, de la Cooperativa Cañera «Josué País»,
Matanzas, en 56 días de trabajo ha cortado 31.812 arrobas (aplausos),
promediando 568 arrobas diarias (aplausos) y el compañero Reynaldo
Castro Yedra, de la Cooperativa Cañera «Enrique Noda», Agrupación Manguito,
Matanzas, en 71 días efectivos ha cortado 54.224 arrobas (aplausos), y
su promedio durante estos días es de 749 arrobas diarias. (Aplausos.)
Quisiera
decirles, sin embargo, compañeros !y por algo estos compañeros están aquí- que
no ha sido ese el promedio nacional de nuestros cortadores ni mucho menos.
Quisiera decirles que la zafra azucarera no ha sido un éxito este año, que
falta todavía bastante que hacer y mucho que pelear, que nuestra advertencia
anterior sigue en pie, y que todavía Camagüey sigue siendo «el hombre más lento
de la guerrilla», como dijéramos hace un mes. Hay que reforzar más el corte de
caña.
Pero para
entender bien el proceso adonde nosotros vamos, quiero decirles que esta es una
de las partes importantísimas del trabajo y del desarrollo de los obreros. Yo,
a estos compañeros, no les diría que han hecho un culto a la producción sino
más bien que han hecho un gran desarrollo de su conciencia política. La
producción a esos niveles fantásticos significa el gran desarrollo político.
Nosotros
tenemos que trabajar para que todos nuestros obreros hagan en cada momento de
su trabajo todo lo que de ellos se puede pedir, y un poquito más, para que en
los momentos difíciles la clase obrera demuestre su capacidad y sea el puntal
de nuestra Revolución.
Sin embargo,
ustedes tienen aquí a dos de los hombres que han cortado más caña en Cuba en un
período determinado de tiempo. Yo quisiera decirles, por ejemplo, que han
cortado tres, cuatro veces más que el promedio de los macheteros, sin embargo,
una máquina cualquiera de cortar caña, de las más «cobarditas» que estamos
desarrollando, corta diez mil arrobas en ocho horas de trabajo (aplausos),
y esa es la otra parte, la otra fase de la construcción del socialismo.
Podemos
decir que la definición del socialismo es muy sencilla; se define por la
productividad que está dada por la mecanización, por el empleo adecuado de las
máquinas al servicio de la sociedad, y por un creciente aumento de la
productividad y la conciencia, que está dada por el poner los trabajadores todo
lo que de sí tienen, en beneficio de la sociedad; productividad, es decir,
mayor producción, más conciencia; eso es socialismo, y nosotros, lo que tenemos
ahora, es que construir el socialismo, aumentar la productividad y aumentar la
conciencia día a día.
Muchos casos
podríamos citar. No quisiera caer ante ustedes en exceso, pero permítaseme leer
también la carta que me enviara el compañero Néstor Diago (aplausos); es
el compañero que estará junto a Fidel.
«Compañeros:
En días pasados recibí la sorpresa de que en una asamblea, el compañero
Administrador de mi centro de trabajo, Empresa Consolidada de Licores y
Vinos, Unidad de Producción H-01, sito en Alejandro Ramírez número 66,
Cerro, se me había seleccionado como el mejor obrero del año por mis esfuerzos
en la producción. Esto para mí constituyó una gran alegría.
Días después recibí un telegrama de la Reforma Urbana citándome en la misma con el compañero Daniel Vázquez, según tengo entendido para correr los trámites de entrega de una casa, como premio a esa selección en la cual me escogieron. A dicha citación no pude concurrir por estar realizando trabajos voluntarios, por lo que asistí dos o tres días después, explicándole a dicho compañero que yo por el momento no tenía necesidad de una casa y que, por el contrario, lo que quería era que se me arreglara un poco la que tengo; asimismo que como Responsable de Personal de mi Departamento, conocía de varios casos entre mis compañeros muchísimo más graves de lo normal, y que deseaba que se les resolviera primero a ellos (aplausos) y, cuando ya todos tuvieran su casita, pensar entonces -si fuera posible, de acuerdo con las ideas de nuestro Gobierno revolucionario- en mejorar de condiciones.
Creo asimismo, y me gustaría más que mi premio consistiera en un distintivo o emblema, el cual al verlo mis compañeros fuera para ellos un estímulo para trabajar más y mejor cada día, ahorrando, planificando, aumentando el ritmo de la productividad y sintiéndose cada día más en su condición de dueños de sus centros de trabajo.
Sin más por el momento, considero su atención a que en ningún momento he pensado se me premiara mi actuación, ya que ha sido mi norma de siempre, y más ahora que somos dueños de nuestro destino. Sólo quisiera que toda la clase obrera cooperara desinteresadamente como yo lo hago, sin personalismo de ninguna clase.
Con saludos revolucionarios,
Néstor Diago Goy.» (Aplausos.)
Días después recibí un telegrama de la Reforma Urbana citándome en la misma con el compañero Daniel Vázquez, según tengo entendido para correr los trámites de entrega de una casa, como premio a esa selección en la cual me escogieron. A dicha citación no pude concurrir por estar realizando trabajos voluntarios, por lo que asistí dos o tres días después, explicándole a dicho compañero que yo por el momento no tenía necesidad de una casa y que, por el contrario, lo que quería era que se me arreglara un poco la que tengo; asimismo que como Responsable de Personal de mi Departamento, conocía de varios casos entre mis compañeros muchísimo más graves de lo normal, y que deseaba que se les resolviera primero a ellos (aplausos) y, cuando ya todos tuvieran su casita, pensar entonces -si fuera posible, de acuerdo con las ideas de nuestro Gobierno revolucionario- en mejorar de condiciones.
Creo asimismo, y me gustaría más que mi premio consistiera en un distintivo o emblema, el cual al verlo mis compañeros fuera para ellos un estímulo para trabajar más y mejor cada día, ahorrando, planificando, aumentando el ritmo de la productividad y sintiéndose cada día más en su condición de dueños de sus centros de trabajo.
Sin más por el momento, considero su atención a que en ningún momento he pensado se me premiara mi actuación, ya que ha sido mi norma de siempre, y más ahora que somos dueños de nuestro destino. Sólo quisiera que toda la clase obrera cooperara desinteresadamente como yo lo hago, sin personalismo de ninguna clase.
Con saludos revolucionarios,
Néstor Diago Goy.» (Aplausos.)
Compañeros:
Creo que sería obvio explicar el porqué del acto, y también el porqué de este
acto en vísperas del Día Internacional de los Trabajadores. Nunca ninguna fecha
más honrosa, ninguna fecha mejor recibida por los trabajadores del mundo
entero, aun en las peores condiciones de dominio imperialista, que el Primero de
Mayo.
Con esta
reunión hemos pretendido, compañeros, nada más y nada menos que la
dignificación plena del trabajo y la colocación del trabajo productivo en bien
de la sociedad como tarea fundamental, digna del más alto elogio y al lado
mismo de las otras dos grandes tareas revolucionarias de este momento !que se
aúnan y complementan-: la defensa del poder conquistado y el estudio
preparándose para nuevas tareas en el porvenir.
Mes a mes
hemos ido conociendo las caras de los compañeros que llegaban, a veces desde
lejanas regiones del país, cuando lo permitían las circunstancias, en un
pequeño diálogo en que hacíamos algunas preguntas y en que hablábamos algunos
minutos de las tareas del momento.
Constantemente,
desde los últimos meses, alarmados por cierta situación que no sabíamos definir
bien, preguntábamos a los compañeros premiados cuántos de ellos eran miembros
de los Núcleos Revolucionarios Activos; y siempre obteníamos la respuesta de
que muy pocos, un diez por ciento, un doce quizás. Y nos preguntábamos siempre
por qué no se nutrían los núcleos de revolucionarios activos de la mayoría de
los compañeros premiados; no diré que todos, porque ser el obrero del mes no
siempre significa, y en todos los casos, ser un ejemplo de moral
revolucionaria, un ejemplo de revolucionario. Hay otros que, simplemente, no
tienen una extraordinaria simpatía por la Revolución o consideran que su deber
es trabajar por recibir un salario, y que no quieren meterse en política,
digamos. Es decir, no todos los trabajadores van a ser miembros del Núcleo.
Pero, nos
preguntábamos nosotros desde hace varios meses, por qué razón no se aprovechaba
lo que evidentemente era la vanguardia de la producción en el lugar, uno de los
lugares más difíciles como son todos los centros de trabajo; era la vanguardia
de la Revolución allí, cumplían la recomendación de Lenin cuando decía que
«todo revolucionario debe ser siempre el mejor en cualquier tarea que se le
encomiende». Y los trabajadores premiados cumplían con el mandato de Lenin,
siendo los mejores en sus lugares de trabajo.
Ahí está la
fuerza de donde pueden surgir núcleos pujantes, que cada vez impulsen más
nuestra Revolución desde la base; porque el Núcleo de Revolucionarios Activos
no es nada más que el germen de donde saldrá el Partido Unido de la Revolución
Socialista (aplausos). Partido que es necesario porque es la vanguardia
de la vanguardia; es lo mejor de la clase obrera, que es lo mejor de nuestro
pueblo.
Por eso
buscábamos, a veces sin tener conciencia exacta de lo que pasaba, y queríamos
lo mejor de la clase obrera para esos núcleos de revolucionarios que serían el
origen de nuestro Partido Unido de la Revolución.
Un día nos
dimos cuenta de la enorme carga de subjetividad que había en la constitución de
los núcleos, de la forma sectaria y dogmática en que se habían creado, del
divorcio que existía entre los núcleos revolucionarios y la masa de
trabajadores. Insistimos una y otra vez en la explicación, porque es
importante, porque nos aclaró a nosotros mucho las ideas. Esa falta de contacto
de lo que debe ser la vértebra de la Revolución con la masa del pueblo, hacía
inútiles las voces de orientación que se pudieran dar desde los ministerios,
desde la dirección política, y hacían sordos nuestros oídos a los llamados de la
masa, porque había una falta de continuidad entre el pueblo y la dirección
central que hacían que las voces de ambos, que siempre han marchado unidas, de
pronto no encontraran la forma de comprenderse mutuamente. Tal parecía que
estuviéramos hablando dos idiomas diferentes.
Cuando
comprendimos lo que pasaba, cuando nos dimos cuenta recibiendo casi
directamente nosotros y quizá, primero que nadie, con su gran sensibilidad
hacia los movimientos del pueblo, hacia las ansias y las aspiraciones del
pueblo, el compañero Fidel Castro (aplausos), nos dimos entonces,
compañeros, a la tarea de arreglar aquello que estaba un poco contrahecho, de
modificar nuestro estilo de trabajo, de entrar en contacto directo con la masa
y recibir de la masa de los trabajadores, en todos los lugares donde sea
posible, sus opiniones, sus sugerencias, sus orientaciones, su voz de mando,
porque el pueblo es quien tiene el mando, el pueblo es quien hace la historia.
Así, estamos
en la tarea de enmendar errores. ¿Y es que estos errores se reflejan solamente,
compañeros, en que un partido en formación tenga núcleos burocráticos en que
haya cierta separación formal entre la masa y sus dirigentes? No, fue mucho más
lejos el daño, porque el subjetivismo aplicado en forma consecuente a todos los
actos de la vida económica hizo que se confundieran las fuerzas reales de
nuestro pueblo, que se confundieran su [ilegible] para cada momento, que no se
tomaran las previsiones necesarias para cada momento, y que cayéramos en ese
pequeño «bache» en que hemos caído hoy, donde una buena parte de los alimentos
principales deben ser racionados a la población.
Es evidente
que los alimentos son racionados, solamente, porque aquí no funciona a plenitud
ni mucho menos la gran defensa de los regímenes capitalistas que es el precio,
porque aquí defendemos el precio de las mercancías contra todas las presiones,
para que la distribución sea lo más equitativa posible.
Esta tarea
de la distribución de los bienes del país, la más difícil, la más engorrosa, es
en la que nosotros estamos en este momento, para repartir equitativamente
nuestra pobreza, para que no haya ninguno que deje de comer, de vestirse, de
recibir educación, de recibir medicinas, pero que tampoco haya ninguno que lo
reciba en demasía. Es una tarea del pueblo entero también, y nacional, que se
refleja en todos los rincones del país, tarea en la que a veces tenemos un buen
éxito, tarea en la que a veces tenemos tropiezos momentáneos; productos que
hemos podido asegurar mejor, productos que no hemos podido arreglar totalmente,
pero se ha dado la voz de alarma, el camino falso por el que transcurríamos ya
ha sido dejado de lado, el verdadero camino, el de contacto con las masas, que
es como decir el contacto con la realidad, ha sido tomado.
Ahora hay
que repartir la pobreza, enmendar los errores por sobre todas las cosas,
compañeros, ustedes, compañeros obreros industriales y sobre todo los obreros
agrícolas, la consigna del momento debe ser ¡producir y producir y producir,
cada día con más entusiasmo! (Aplausos.) Cortar caña, como ustedes,
compañeros, sembrar como siembran otros obreros destacados, trabajar en la
producción como los compañeros más destacados de cada empresa, esa debe ser
nuestra consigna de hoy.
Nosotros
mientras tanto, ¿qué ofrecemos? Porque esta Revolución ha sido generosa en dar
en los primeros años y hoy ya no puede dar con la misma generosidad. Fue quizás
algo dispendiosa en sus bienes, pero de eso si no nos arrepentimos, no podemos
arrepentirnos de nuestros hospitales y de nuestras escuelas; no podemos
arrepentirnos de nuestros becados y de la cantidad de campesinos que reciben,
ahora sí, medicinas y atención médica en todos los rincones del país. Podemos
quizás arrepentirnos de algún centro turístico demasiado elegante !pero en
realidad también de los trabajadores-, podemos quizá lamentar algún dinero
invertido en una construcción que no era de las más necesarias. Sin embargo, en
lo fundamental todo el dinero del pueblo ha ido a construcción de bienes
sociales para el pueblo, bienes materiales que no se cuentan en pesos y
centavos todos los días, pero que alivian el presupuesto familiar en todos los
rincones del país.
Ahora, en
este momento, tenemos que organizar uno de los lugares más difíciles, uno de
los puntos más difíciles, más conflictivos para todos nosotros, un punto donde
los capitalistas trabajan siempre para dividir a la clase obrera: es el
salario. Ahora, teníamos que ir nosotros a regularlo otra vez, hacer que los
menos, los menos «agraciados» digamos, los que tenían los salarios menores y
las condiciones más difíciles, pudieran asegurar condiciones mínimas. Y para el
futuro, para los nuevos ingresos de trabajadores, no para los actuales,
planteamos, y lo planteamos ahora aquí y lo planteamos hace unos días también y
lo plantearemos ante el pueblo entero de Cuba, ante todos los Sindicatos
Nacionales y ante todos los Comités Sindicales, en cada lugar, donde haya
obreros trabajando, plantearemos nuestra demanda de una regulación total del
salario en Cuba, por lo menos en los sectores industriales del Ministerio de
Industrias, y en poco tiempo en los otros sectores de la producción.
¿Y en qué
consiste esta escala de salario? Hoy, en el día de hoy, significa que algunos
ganarán algo más, y que nadie ganará menos. Esa es la línea fundamental en este
momento. Pero ya no calificaremos, compañeros, a los trabajadores por fábricas
más o menos rentables, ni siquiera por ramas de la producción más o menos
rentables; los trabajadores deben agruparse ahora en categorías iguales, de tal
manera que el mecánico sea mecánico así trabaje en la Empresa Consolidada de la
Mecánica o en la de Cigarros o en la de la Madera o en cualquier otra.
No habrá
diferencias en el futuro para los compañeros que trabajen en una rama u otra,
porque partimos de la base que todo el conjunto de la producción industrial es
un bien social, es un fondo básico de los trabajadores, y que no debe cargar
sobre los trabajadores ni la desgracia de tener que trabajar en una industria
poco rentable, ni la gracia excesiva de tener que trabajar en una industria de
las muy rentables.
Simplemente,
ahora todas las industrias son del pueblo y la rentabilidad media que se logre
en ellas será el grado de nuestro desarrollo y medirá el grado de nuestro
avance hacia el futuro.
De tal forma
que, en líneas generales, en doce diferentes sectores se agrupará toda la
escala de los salarios de Cuba, y tres secciones diferentes, de acuerdo con el
sacrificio necesario para realizar el trabajo.
Estableceremos
la escala por hora de trabajo, y debemos establecer, compañeros, en discusiones
francas, lo antes posible, las normas necesarias de calidad y cantidad que
califiquen cada uno de los miles y miles de trabajos diferentes que se hacen en
Cuba.
¿Dónde puede
estar aquí la línea de fricción, el punto de conflicto? Ya lo hemos dicho una
vez, y es que los trabajadores que hoy tienen salarios por encima de la norma
media que se pueda pagar en Cuba, tendrán sus salarios congelados, y el próximo
trabajador que ingrese a la producción pasará a trabajar en un puesto de
trabajo similar, no con el salario de aquel compañero que había adquirido su
derecho anteriormente, sino con el nuevo salario. (Aplausos.)
Quiero dar
la noticia hoy, compañeros, porque tenemos un compromiso con la clase obrera
toda, que es el de sacar para el Primero de Mayo las bases generales de los
salarios.
Hemos
trabajado intensamente, hemos buscado y rebuscado, hasta que al final tenemos
una solución que a nosotros se nos ocurre buena para todo el problema salarial
de Cuba.
Por eso es
que queríamos presentarla hoy, para decirles que si no hemos cumplido
enteramente nuestra promesa, porque también pecamos de subjetivismo, es decir,
pensamos que era más fácil el trabajo, sin embargo hemos trabajado días y días
y en las últimas jornadas los compañeros encargados directamente de esta tarea,
encabezados por el compañero Ministro de Trabajo, han trabajado !diría yo-,
días y noches y sábados y domingos, en fin, como casi siempre lo hacemos, para
tratar de resolver el problema. Luce sencillo y es sumamente complicado. Todo
lo que logramos hacer hasta ahora es colocar todos los casos posibles en Cuba
dentro de un cartabón; después tienen que venir las discusiones, ya lo digo,
primero con los Sindicatos Nacionales y después en cada centro de trabajo.
En los primeros
días del mes de mayo, con el Ministro de Trabajo y todos los jefes de los
Sindicatos Nacionales, nos reuniremos para discutir el problema en líneas
generales; después probablemente haya una intervención en Mesa Redonda para
explicar estos principios al pueblo, y después iremos ya a discutirlo en cada
lugar.
Hay que
preparar las condiciones rama por rama. Y hasta ahora para cumplir una vieja
promesa, es preciso confesarlo, varias veces no cumplida, para cumplir una
promesa con un sector de la producción que figura entre los más sacrificados de
Cuba, hemos preparado primero, y estamos dispuestos ya a discutir con las
secciones sindicales, en los primeros días del mes de mayo, todo lo referente a
las condiciones laborales para la rama de la minería. (Aplausos.)
En días
posteriores podrá ir la mecánica, y así... No me animo a precisar una fecha
compañeros, para no volver a pecar de subjetivismo, pero en el más corto tiempo
posible, dependiendo de nuestra capacidad, dependiendo de las conversaciones
recíprocas podremos llegar a acuerdos generales en todo el país.
Debo
decirles, compañeros, que si podemos ponernos de acuerdo en todo esto que
proponemos, y que después se verá detalladamente, habremos dado un paso de
avance que nos coloca entre los primeros países del mundo capaces de afrontar
el problema de los salarios. Porque el salario es un viejo mal, es un mal que
nace con el establecimiento del capitalismo cuando la burguesía toma el poder
destrozando al feudalismo, y no muere siquiera en la etapa socialista. Se
acaba, como último resto, se agota digamos, cuando el dinero cese de circular,
cuando se llegue a la etapa ideal, al comunismo. (Aplausos.)
En salario,
es decir, en dinero, se mide la distinta calificación de todos los que reciben
algo por trabajar. En dinero se mide también el espíritu de trabajo de cada uno
de los que trabajan en sus distintas calificaciones. El dinero es la única
medida que puede abarcarlo todo, y en la época de la construcción del
socialismo, en que todavía existen relaciones mercantiles, nosotros tenemos que
trabajar con el dinero.
Eso sí,
tenemos que llevar los salarios a un lenguaje lo más racional posible. Sería
vano que yo tratara de explicarles a ustedes lo irracional de los salarios en
Cuba, porque ustedes lo conocen mejor que yo, mucho mejor que yo, porque han
vivido la injusticia de los salarios, porque saben, con la injusticia inmanente
a la clase obrera, que a pesar de que a veces hay compañeros que reciben
salarios muy remunerativos por alguna tarea, sin embargo, ha habido grandes
sectores de la población que han recibido salarios de miseria durante muchos
años.
Cuando
nosotros nos quejamos ahora de la falta de cortadores de caña y nos olvidamos
de lo duro que ha sido ese trabajo, del odio que ha generado el trabajador
cubano hacia esa forma de explotación terrible que era el corte de caña; del
hambre que seguía en el tiempo muerto; de las esperanzas cada año siempre
frustradas de la clase obrera al llegar la época de la zafra. Nos olvidamos de
que hoy los trabajadores quieren hacer cualquier cosa, ir a cooperativas o
granjas, a cualquier lugar donde a veces el salario es más alto y donde las
condiciones de trabajo son diferentes o donde, por lo menos, se olvidan un poco
de hambres pasadas.
Y debemos
recordar también el trabajo de los mineros en regiones separadas del país, en
regiones aisladas, trabajando bajo tierra en condiciones insalubres, y que en
el momento actual han unido a todas las incomodidades propias de su profesión
el problema de los abastecimientos.
Y si recorremos
así cada uno de los distintos sindicatos nacionales, veremos que la mayoría de
los trabajadores de Cuba no tienen motivo ninguno de agradecimiento al
capitalismo, ni tienen motivo alguno para recordar con nostalgias tiempos idos;
en este presente de hoy, lleno de sacrificios, pero también lleno de esperanzas
y de dignidad, es una etapa nueva en la historia de Cuba y es una etapa nueva
en la historia de América, en la cual nos ha tocado la enorme dignidad de ser
la vanguardia de la liberación. (Aplausos.)
Y cuando
pensamos, compañeros, no ya en nuestra situación de antes, no en la situación
de la mayoría de los trabajadores de Cuba hace años, víctimas de la
explotación, víctimas de la fluctuación de los mercados, obligados a ser
felices cuando un conflicto internacional aumentaba el precio del azúcar,
quizás tristes y alicaídos cuando la paz amenazaba el mundo capitalista.
Pero si
recordamos también que nos ha tocado esta dignidad enorme de ser la vanguardia
de América, y si pensamos por un momento en la realidad trágica de la América
de hoy; América, que sin excepción alguna vive en un estado de conmoción,
esperando las masas populares el momento para lanzarse a la lucha y tomar el
poder por cualquier vía que sea, esperando las masas explotadoras la ayuda del
imperialismo para sofocar a sangre y fuego cualquier movimiento popular.
En Guatemala
(aplausos) las guerrillas dominan sectores del país, y los estudiantes y
obreros ponen en jaque a las fuerzas represivas en su misma capital. (Aplausos.)
En Venezuela
(aplausos), las fuerzas del pueblo parece que estuvieran en todos los
rincones y cada vez fueran más fuertes y más audaces en uno de los reductos que
parecía más sólido al imperialismo.
En Colombia
(aplausos), las fuerzas del pueblo luchan y se organizan una y otra vez,
a pesar de que muchos héroes han pagado con la vida el atrevimiento de oponerse
a que dos castas oligárquicas se distribuyan el poder cada cuatro años durante
toda una eternidad.
En Paraguay,
a pesar de la opresión del imperialismo (aplausos) las fuerzas del
pueblo eligen el camino guerrillero, y en los campos del Paraguay no dominan
las fuerzas represivas.
En los demás
países se está generando un volcán, cuyos ruidos subterráneos están inundando
al mundo; un volcán que el imperialismo, a pesar de sus oídos sordos, a pesar
de su desprecio por los pueblos, a pesar de su falso sentido de superioridad,
ha escuchado.
En Panamá se
preparan las fuerzas contraguerrilleras (aplausos); es verdad que hay
que aplaudirlos, después de todo son inteligentes, han sabido !o están
sabiendo- que de todas maneras el volcán va a estallar (aplausos); lo
que no podrá suceder, lo que ellos no saben, es que nunca será lo mismo un
guerrillero del pueblo que un contraguerrillero. (Aplausos.)
Cuando
nosotros aquí, compañeros, escuchamos esos ruidos precursores de una erupción
que se avecina, cuando vemos cómo el imperialismo tiene que arrojar por la
borda hasta la pequeña hojita de parra con que cubría su desnudez, cuando
Frondizi ya ni siquiera sirve para tapar las desnudeces del imperialismo y
tienen, directamente, que recurrir a la represión sin tapujos, cuando
Betancourt está tambaleándose en la cuerda floja, dando tumbos cada vez más
violentos y peligrosos, cuando toda América se siente poseída de un espíritu
nuevo, y nosotros escuchamos todo eso, nos tiene que dar un sentimiento de
justificado orgullo, porque todo eso que se genera allí no es, digamos, el
producto de la Revolución cubana, pero sí está regido por las mismas causas
históricas que provocaron el estallido de la Revolución cubana, y nos sentimos
los precursores y los que mostramos el camino. (Aplausos.)
A veces
algún compañero de la América Latina nos pregunta que qué opinamos de tal o de
más cual lugar, que cómo se tomará el poder en tal o cual lugar, y nosotros
contestamos siempre que no hay forma tal o cual de tomar el poder, y que la
clase obrera, auxiliada, fortalecida por la clase campesina, no debe buscar
nunca la batalla más sangrienta; porque costará miles y miles y miles, y
millones de vidas de sus hijos, pero que la toma del poder por la clase obrera
es una necesidad histórica, y que no se puede nadie oponer a la historia de tal
manera que aquellos que no quieran ceder ante las razones y ante las fuerzas
unificadas de la clase obrera, deben apretarse y defender sus malas razones con
las armas, y deben también, después, aprestarse a sucumbir ante una fuerza
histórica que ya no reconoce límites a su poder, a su expansión, a su capacidad
de ascenso continuo.
Eso es lo
que nosotros le decimos a los hermanos de América; eso es lo que a veces
pudiera escuchar algún hermano del Asia o del Africa, a pesar de que grandes y
luminosos ejemplos hay también por esas regiones del Globo; y en estos días
Argelia independiente demuestra lo que puede un pueblo. (Aplausos
prolongados.)
Compañeros,
el día de mañana, el día Primero de Mayo está ligado y todos lo sabemos, a la
clase obrera del mundo entero. A veces nos olvidamos o nos olvidamos por un
momento, de la significación de esa fecha. A veces nos olvidamos que Martí
mismo fue testigo de la infamia que ha perdurado durante decenas de años, y que
se ha convertido después en el símbolo de la lucha de los trabajadores por sus
conquistas y por el poder.
El
imperialismo naciente asesinaba a obreros un Primero de Mayo para afianzar la
dominación de su clase, pero desde aquel Primero de Mayo hasta hoy la humanidad
ha caminado muy rápido. Los mártires de Chicago, cada uno de ellos, al morir
sentía y lo proclamaba, que estaban muriendo por la construcción de una sociedad
nueva, sentían y lo proclamaban que su sacrificio no era en vano, que esa
bandera de lucha sería recogida por los trabajadores de su país; y quizás
alguno de ellos intuyera que su bandera, su ejemplo y su memoria, sería
recogida por los trabajadores del mundo entero.
Pero cuando
parecía que todavía por delante del imperialismo había muchos años de dominio
completo del mundo, y que sólo éste sería testigo de las luchas entre
imperialismos opuestos, entre la Alemania Imperial o la Inglaterra de aquellas
épocas, o la Francia, o los Estados Unidos, al final de la primera gran Guerra
Mundial surgió el primer Estado Socialista. Desde ese momento todo ha cambiado.
De pronto,
los trabajadores de Rusia, dirigidos por el genio de Lenin... (Ovación),
los trabajadores de Rusia, compañeros, pudieron tomar el poder y después de
años de sacrificio sin cuento, al lado de los cuales nuestra situación actual
es más que lo que pudieron soñar en aquellos momentos los luchadores soviéticos
que defendían su libertad y el nuevo Estado obrero. Logró la Unión Soviética
salir de aquella situación embarazosa, y tras cuatro años de guerra civil ya
establecerse y ser reconocida definitivamente como un Estado soberano en el
mundo. No lo logró nadie más que la fuerza y la decisión de los obreros. No
había nadie que ayudara la decisión de los obreros soviéticos y el espíritu
internacional de los obreros del mundo era la única fuerza, mal armada, mal
comida, sin armas casi, sin vestidos, teniendo que soportar condiciones de
miseria terrible, la clase obrera de la Unión Soviética fue forjando su
porvenir allí.
Después de
la gran Guerra Mundial -la Segunda- un rosario de países socialistas ya
empezaron a hacer comprender al mundo que la era del capitalismo estaba tocando
a su fin. La gran revolución china, después de veinte años de lucha de la misma
intensidad (aplausos) también conquistaba el poder, aunque divididas,
hermanas suyas en el Asia eran las repúblicas de Corea y Vietnam. (Aplausos.)
Y el primer día de enero de 1959 huía un dictador de una pequeña isla del
Caribe (aplausos), un grupo de guerrilleros románticos, sin ideología,
barbudos como única... (Aplausos prolongados.) La barba y el fusil de
mirilla eran la única representación que veía el imperialismo de este nuevo
movimiento; muchachos jóvenes, fáciles de dominar; un cambio de nombre de los
que se suceden a diario en los ámbitos de nuestra pobre América, digamos, una
relación Frondizi-Guido (risas) ¡y todos contentos! Sin embargo,
compañeros, esta vez los ojos sagaces del imperialismo se enturbiaron
completamente (risas), no supieron ver detrás de aquel grupo de jóvenes
sucios y barbudos, que entraban a la Habana, la gran avalancha de pueblo (aplausos)
y todos nuestros hermanos de América, compañeros, cuando decían que no se podía
en estos momentos hacer nada porque las condiciones no estaban maduras, la
Revolución cubana les impulsaba al combate, gritándoles: ¡se maduran en el
camino las condiciones! (Aplausos.)
Y cuando los
compañeros de América razonaban: nuestro ejército es enormemente poderoso, está
armado con las armas más modernas y tiene detrás el imperialismo, en la misma
América la voz de la Revolución cubana les decía: ¡no hay ejército por poderoso
que sea que pueda oponerse a un pueblo en armas! (Aplausos.)
Y cuando nos
preguntan, compañeros, en qué pensaba Fidel pocos días después del desastre de
Alegría de Pío, la voz de la Revolución cubana les contestaba: ¡pensaba en el
poder para la clase obrera! (Aplausos.)
Y repetía
nuestro líder una y otra vez: la clase obrera no debe luchar por migajas que le
arrojan desde el banquete, la clase obrera tiene que luchar por el poder. (Aplausos.)
Obreros,
campesinos, intelectuales de América, ven hoy en la Segunda Declaración de La
Habana (aplausos) una declaración de principios de toda esta masa humana
sometida a las misma presiones, viviendo siempre bajo la misma opresión de
imperialismo, que también es el mismo de una hasta la otra punta de América, y
ve en la Declaración de La Habana el pueblo todo de América su declaración de
lucha por la libertad definitiva.
Las grandes
batallas del pueblo por la conquista del poder se están empezando a producir.
Los años venideros, compañeros, serán escenario en toda América de luchas
constantes y fratricidas, serán escenario de mucha sangre y de mucho dolor. La
fatalidad histórica, el empecinamiento de las clases oligárquicas, de las
clases explotadoras, que prefieren aliarse con el imperialismo antes de
abandonar el poder en la mayoría de los países de América, obligarán a nuestros
pueblos a tomar este camino de Cuba o uno similar, obligarán a los pueblos de
América a luchar con las armas en la mano contra la opresión imperialista.
Y nosotros,
compañeros, ¿seremos espectadores tranquilos de esa contienda? Es que nosotros,
compañeros, tenemos responsabilidades enormes; hemos dado el primer grito en
América, hemos sido los actores de esta nueva época histórica para nuestro
Continente; somos un ejemplo y tenemos responsabilidades de ejemplo. Debemos
ser cada vez más firmes, cada vez más conscientes, defender todos nuestros
frentes de lucha del enemigo que ataca día a día.
Porque no
crea nadie que el enemigo imperialista estará quieto en Cuba porque tenga otra
frontera de su largo bastión de iniquidades amenazado por allá por América, o
en el otro lado, por el Asia, por el Africa. El enemigo imperialista atacará
aquí en una forma u otra, pero atacará. Está buscando a cada momento la
oportunidad para destruir a la Revolución.
Un día es un
fuego, en un edificio en construcción; otro día un almacén de materias primas.
Eso nos costó la vida de uno de los tantos jóvenes que fueron a darla sin
pensar en nada (aplausos), para defender los bienes del pueblo. Otro día
es alguien asesinado, algún obrero o campesino; otro día aparecen armas tiradas
desde un avión; otro día armas bajadas desde un submarino, otras desembarcadas
de una lancha; otro día salta la cerca un agente de la CIA y otro día se
equivoca un grupo de marinos yanquis que viene a buscar tesoros cerca de
nuestras costas. Todos los días el imperialismo acecha; acecha con la más negra
de las intenciones y puede sufrir aquí una de las más terribles de las
equivocaciones. (Aplausos.)
Y nuestra
misión, compañeros, es cerrar filas, unificarnos más, adquirir más conciencia,
pensar en nuestros deberes. Recuerden que hoy no es un día del año 17 ó 18 de
esta centuria; que ahora estamos en el año 1962, que ya lleva 44 años la
primera revolución socialista; que ya la fuerza del pueblo ha rebasado los
límites de un país y está todos los días adquiriendo más fuerza.
Recuerden
que las fuerzas que defienden la paz, que las fuerzas que defienden a todo
trance el derecho de la Humanidad a tener un mundo mejor sin pasar por el
sangriento holocausto que significaría una nueva guerra mundial, está cada día
más fuerte.
Recuerden,
compañeros, que en este año de 1962 no estamos solos, que no hemos estado solos
en estos últimos años, que hemos recibido siempre a tiempo la mano que ayuda, a
tiempo el consejo sabio, a tiempo la advertencia tremenda a los que amenazan
nuestras fronteras. (Aplausos.)
Debemos de
seguir serenos, debemos mantener nuestro paso, debemos luchar por mantener y
acrecentar nuestras conquistas y debemos luchar con todas nuestras fuerzas para
que las fuerzas de la paz se impongan; debemos mostrar nuestra potencia para
que no se equivoquen con nosotros, para que no pongan en peligro la paz del
mundo aquí, por nuestra propia seguridad y por todos los pueblos del mundo. La
imagen de fuerza que dé Cuba al mundo entero debe ser una advertencia para los
imperialistas y debe ser un faro para todos los pueblos semicoloniales. Es
decir, compañeros, nuestra responsabilidad es enorme.
Pero para
aquel que dude, que tenga dudas de la posibilidad de cumplir nuestro esfuerzo y
de seguir nuestro camino, le recomendamos que por un momento eche la mirada
hacia atrás y piense sólo en los tres aniversarios como este, los tres Primero
de Mayo que antecedieron a este.
Recuerden
como cada uno significó un aumento en la fuerza y en la profundidad de la
Revolución, un aumento en la cohesión y en la organización de la clase obrera,
un aumento considerable cada vez de las fuerzas del pueblo; cómo el Estado fue
poco a poco adueñándose de los medios de producción y poniéndolos al servicio
de los trabajadores; cómo pocos días antes del anterior Primero de Mayo, cuando
la agresión imperialista estaba por desencadenarse sobre Cuba, se declaró el
carácter socialista de esta Revolución. (Aplausos.)
Recuerden
los tímidos, o los escépticos, el camino enorme que ha recorrido la Revolución
cubana, el paso seguro con que ha transcurrido, la misma fuerza que le permite
reconocer sus errores ante la opinión pública, mostrar ante los trabajadores
sus errores y aprestarse a corregirlos con ellos mismos, con el pueblo entero.
Recuerden,
compañeros, ese largo camino; recuerden también que tenemos una fuerza militar
organizada para defendernos de cualquier agresión; recuerden los miles y miles
de becados que estudian preparándose para el porvenir, y cuando veamos todo eso
tendremos una visión cada vez más clara de lo que nos espera, del gran porvenir
de la Revolución cubana al lado de todos los pueblos del mundo, y juntos
podremos gritar ahora como hemos gritado durante estos últimos años, con todas
nuestras fuerzas desde la explosión de La Coubre: ¡Venceremos! (Ovación.)
30 de abril
de 1962