He terminado mi carrera, he concluído mi misión…Para vivir estéril,
inútil y deprimido, es preferible morir. ¡Sí! Que se rompa pero que no
se doble.
He luchado de una manera indecible en estos últimos
tiempos, pero mis fuerzas -tal vez gastadas ya- , han sido incapaces
para detener la montaña…y la montaña me aplastó…!
He dado todo lo
que podía dar; todo lo que humanamente se puede exigir a un hombre, y
al fin mis fuerzas se han agotado…y para vivir inútil, estéril y
deprimido es preferible morir!
Entrego decorosa y dignamente lo que me queda, mi última sangre, el resto de mi vida!
Los
sentimientos que me han impulsado, las ideas que han alumbrado mi
alma, los móviles, las causas, y los propósitos de mi acción y de mi
lucha -en general- , en mi vida, son, creo, perfectamente conocidos. Si
me engaño a este respecto será una desgracia que yo no podré ya sentir
ni remediar.
Ahí está mi labor y mi acción desde largos años,
desde muy joven, desde muy niño, luchando siempre de abajo. No es el
orgullo que me dicta estas palabras ni es debilidad en estos momentos
lo que me hace tomar esta resolución. Es un convencimiento profundo que
se ha apoderado de mi alma en el sentido que lo enuncio en los
primeros párrafos, después de haberlo pensado, meditado y reflexionado
mucho, en un solemne recogimiento.
Entrego, pues, mi labor y mi memoria al juicio del pueblo, por cuya noble causa he luchado constantemente.
En estos momentos el partido popular se prepara para entrar nuevamente en acción, en bien de la patria.
Esta
es mi idea, éste es mi sentimiento, ésta es mi convicción arraigada,
sin ofender a nadie; yo mismo he dado el primer impulso, y sin embargo,
no puedo continuar. Mis dolencias son gravísimas, necesariamente
mortales.
¡Adelante los que quedan!
¡Ah! Cuánto bien ha
podido hacer este partido si no hubiesen promediado ciertas causas y
ciertos factores…¡No importa! Todavía puede hacerse mucho. Pertenece
principalmente a las nuevas generaciones. Ellas le dieron origen y
ellas sabrán consumar la obra. ¡Deben consumarla!.
Leandro N. Alem, 1 de Julio de 1896