V. I. Lenin
ACERCA DEL PROBLEMA DE LAS NACIONALIDADES O SOBRE LA "AUTONOMIZACION"
Carta al Congreso
(22 dic. 1922 - 4 enero 1923)
En
diciembre de 1922 Lenin, inválido y desde la cama, dictó una serie de
consejos, propuestas y disposiciones, que estaban destinadas al XIII
Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética. Se incluyen
propuestas como la de de ampliar el Comité Central del partido y, de
interés en vista de la subsiguiente historia, su opinión sobre algunos
miembros que se prefiguraban para ocupar puestos de liderazgo en el
Comité Central y el propio partido. Este conjunto de notaciones, que ha
pasado a la historia como el "testamento" político de Lenin, se leyó a
los delegados del Congreso, realizado en mayo de 1924, quienes por verlo
como parte de la discusión interna del Congreso no la publicitaron en
el momento. Luego, por la opinión negativa de Stalin en que en ella se
expresa, la carta fue suprimida hasta después del XX Congreso del
Partido Comunista de la URRS en 1956.
Yo aconsejaría mucho que en este Congreso se introdujesen varios cambios en nuestra estructura política.
Desearía exponerles las consideraciones que estimo más importantes.
Lo
primero de todo coloco el aumento del número de miembros del CC hasta
varias decenas e incluso hasta un centenar. Creo que si no
emprendiéramos tal reforma, nuestro Comité Central se vería amenazado de
grandes peligros, caso de que el curso de los acontecimientos no fuera
del todo favorable para nosotros (y no podemos contar con eso).
También
pienso proponer al Congreso que, dentro de ciertas condiciones, se dé
carácter legislativo a las decisiones del Gosplán, coincidiendo en este
sentido con el camarada Trotsky, hasta cierto punto y en ciertas
condiciones.
Por
lo que se refiere al primer punto, es decir, al aumento del número de
miembros del CC, creo que esto es necesario tanto para elevar el
prestigio del CC como para un trabajo serio con objeto de mejorar
nuestro aparato y como para evitar que los conflictos de pequeñas partes
del CC puedan adquirir una importancia excesiva para todos los destinos
del Partido.
Opino
que nuestro Partido está en su derecho de pedir a la clase obrera de 50
a 100 miembros del CC, y que puede recibirlos de ella sin hacerla poner
demasiado en tensión sus fuerzas. Esta reforma aumentaría
considerablemente la solidez de nuestro Partido y le facilitaría la
lucha que sostiene, rodeado de Estados hostiles, lucha que, a mi modo de
ver, puede y debe agudizarse mucho en los años próximos. Se me figura
que, gracias a esta medida, la estabilidad de nuestro Partido se haría
mil veces mayor.
Lenin
23-12-1922
23-12-1922
II
Continuación de las notas de 24 de diciembre de 1922
Por
estabilidad del Comité Central, de que hablaba más arriba, entiendo las
medidas contra la escisión en el grado en que tales medidas puedan, en
general, adoptarse. Porque, naturalmente, tenía razón el guardia blanco
de Rússkaya Mysl (creo que era S. F. Oldenburg) cuando, lo primero, en
el juego de esas gentes contra la Rusia Soviética ponía sus esperanzas
en la escisión de nuestro Partido y cuando, lo segundo, las esperanzas
de que se fuera a producir esta escisión las cifraba en gravísimas
discrepancias en el seno del Partido.
Nuestro
Partido se apoya en dos clases, y por eso es posible su inestabilidad y
sería inevitable su caída si estas dos clases no pudieran llegar a un
acuerdo. Sería inútil adoptar unas u otras medidas con vistas a esta
eventualidad y, en general, hacer consideraciones acerca de la
estabilidad de nuestro CC. Ninguna medida sería capaz, en este caso, de
evitar la escisión. Pero yo confío que esto se refiere a un futuro
demasiado lejano y es un acontecimiento demasiado improbable para hablar
de ello.
Me
refiero a la estabilidad como garantía contra la escisión en un próximo
futuro, y tengo el propósito de exponer aquí varias consideraciones de
índole puramente personal. Yo creo que lo fundamental en el problema de
la estabilidad, desde este punto de vista, son tales miembros del CC
como Stalin y Trotsky. Las relaciones entre ellos, a mi modo de ver,
encierran más de la mitad del peligro de esa escisión que se podría
evitar, y a cuyo objeto debe servir entre otras cosas, según mi
criterio, la ampliación del CC hasta 50 o hasta 100 miembros.
El
camarada Stalin, llegado a Secretario General, ha concentrado en sus
manos un poder inmenso, y no estoy seguro que siempre sepa utilizarlo
con la suficiente prudencia. Por otra parte, el camarada Trotsky, según
demuestra su lucha contra el CC con motivo del problema del Comisariado
del Pueblo de Vías de Comunicación, no se distingue únicamente por su
gran capacidad. Personalmente, quizá sea el hombre más capaz del actual
CC, pero está demasiado ensoberbecido y demasiado atraído por el aspecto
puramente administrativo de los asuntos.
Estas
dos cualidades de dos destacados jefes del CC actual pueden llevar sin
quererlo a la escisión, y si nuestro Partido no toma medidas para
impedirlo, la escisión puede venir sin que nadie lo espere.
No
seguiré caracterizando a los demás miembros del CC por sus cualidades
personales. Recordaré sólo que el episodio de Zinoviev y Kamenev en
Octubre no es, naturalmente, una casualidad, y que de esto se les puede
culpar personalmente tan poco como a Trotsky de su no bolchevismo.
En
cuanto a los jóvenes miembros del CC, diré algunas palabras acerca de
Bujarin y de Piatakov. Son, a mi juicio, los que más se destacan (entre
los más jóvenes), y en ellos se debería tener en cuenta lo siguiente:
Bujarin no sólo es un valiosísimo y notabilísimo teórico del Partido,
sino que, además, se le considera legítimamente el favorito de todo el
Partido; pero sus concepciones teóricas muy difícilmente pueden
calificarse de enteramente marxistas, pues hay en él algo escolástico
(jamás ha estudiado y creo que jamás ha comprendido por completo la
dialéctica).
25.XII.
Viene después Piatakov, hombre sin duda de gran voluntad y gran
capacidad, pero a quien atraen demasiado la administración y el aspecto
administrativo de los asuntos para que se pueda confiar en él en un
problema político serio.
Naturalmente,
una y otra observación son valederas sólo para el presente, en el
supuesto de que estos dos destacados y fieles militantes no encuentren
ocasión de completar sus conocimientos y de corregir su unilateral
formación.
Lenin
25-12-1922
25-12-1922
SUPLEMENTO A LA CARTA DEL 24 DE DICIEMBRE DE 1922
Stalin
es demasiado brusco, y este defecto, plenamente tolerable en nuestro
medio y en las relaciones entre nosotros, los comunistas, se hace
intolerable en el cargo de Secretario General. Por eso propongo a los
camaradas que piensen la forma de pasar a Stalin a otro puesto y de
nombrar para este cargo a otro hombre que se diferencie del camarada
Stalin en todos los demás aspectos sólo por una ventaja, a saber: que
sea más tolerante, más leal, más correcto y más atento con los
camaradas, menos caprichoso, etc. Esta circunstancia puede parecer una
fútil pequeñez. Pero yo creo que, desde el punto de vista de prevenir la
escisión y desde el punto de vista de lo que he escrito antes acerca de
las relaciones entre Stalin y Trotsky, no es una pequeñez, o se trata
de una pequeñez que puede adquirir importancia decisiva.
Lenin 4 de enero de 1923
III
Continuación de las notas.
26 de diciembre de 1922
La
ampliación del CC hasta 50 o incluso 100 miembros debe perseguir, a mi
modo de ver, un fin doble o incluso triple: cuanto mayor sea el número
de miembros del CC, más gente aprenderá a realizar el trabajo de éste y
tanto menor será el peligro de una escisión debida a cualquier
imprudencia. La incorporación de muchos obreros al CC ayudará a los
obreros a mejorar nuestro aparato, que es pésimo. En el fondo lo hemos
heredado del viejo régimen, puesto que ha sido absolutamente imposible
rehacerlo en un plazo tan corto, sobre todo con la guerra, con el
hambre, etc. Por eso podemos contestar tranquilamente a los "críticos"
que con sonrisa burlona o con malicia nos señalan los defectos de
nuestro aparato, que son gentes que no comprenden nada las condiciones
de nuestra revolución. En cinco años es imposible por completo reformar
el aparato en medida suficiente, sobre todo atendidas las condiciones en
que se ha producido nuestra revolución. Bastante es si en cinco años
hemos creado un nuevo tipo de Estado en el que los obreros van delante
de los campesinos contra la burguesía, lo que, considerando las
condiciones de la hostil situación internacional, es una obra
gigantesca. Pero la conciencia de que esto es así no debe en modo alguno
cerrarnos los ojos ante el hecho de que, en esencia, hemos tomado el
viejo aparato del zar y de la burguesía y que ahora, al advenir la paz y
cubrir en grado mínimo las necesidades relacionadas con el hambre, todo
el trabajo debe orientarse al mejoramiento del aparato.
Según
me imagino yo las cosas, una decenas de obreros incluidos en el CC
pueden, mejor que cualquiera otro, entregarse a la labor de revisar,
mejorar y rehacer nuestro aparato. La Inspección Obrera y Campesina, a
la que en un principio pertenecía esta función, ha sido incapaz de
cumplirla y únicamente puede ser empleada como "apéndice" o como
auxiliar, en determinadas condiciones, de estos miembros del CC. Los
obreros que pasen a formar parte del CC deben ser preferentemente, según
mi criterio, no de los que han actuado largo tiempo en las
organizaciones soviéticas (en esta parte de la carta, lo que digo de los
obreros se refiere también por completo a los campesinos), porque en
ellos han arraigado ya ciertas tradiciones y ciertos prejuicios con los
que es deseable precisamente luchar.
Los
obreros que se incorporen al CC deben ser, de preferencia, personas que
se encuentren por debajo de la capa de los que en los cinco años han
pasado a ser funcionarios soviéticos, y deben hallarse más cerca de los
simples obreros y campesinos, que, sin embargo, no entren, directa o
indirectamente, en la categoría de los explotadores. Creo que esos
obreros, que asistirán a todas las reuniones del CC y del Buró Político,
y que leerán todos los documentos del CC, pueden ser cuadros de fieles
partidarios del régimen soviético, capaces, lo primero, de dar
estabilidad al propio CC y, lo segundo, de trabajar realmente en la
renovación y mejoramiento del aparato.
Lenin 26-12-1922.
IV
Continuación de las notas.
27 de diciembre de 1922
Sobre la concesión de funciones legislativas al Gosplán
Esta
idea la sugirió el camarada Trotsky, me parece, hace ya tiempo. Yo me
manifesté en contra, porque estimaba que, en tal caso, se produciría una
falta de concordancia fundamental en el sistema de nuestras
instituciones legislativas. Pero un examen atento del problema me lleva a
la conclusión de que, en el fondo, aquí hay una idea sana: el Gosplán
se halla algo al margen de nuestras instituciones legislativas, a pesar
de que, como conjunto de personas competentes, de expertos, de hombres
de la ciencia y de la técnica, se encuentra, en el fondo, en las mejores
condiciones para emitir juicios acertados.
Sin
embargo, hasta ahora partíamos del punto de vista de que el Gosplán
debe presentar al Gobierno un material críticamente analizado, y que las
instituciones gubernamentales deben ser las encargadas de resolver los
asuntos públicos. Yo creo que en la situación actual, cuando los asuntos
públicos se han complicado extraordinariamente, cuando a cada paso hay
que resolver así como vienen los problemas en que se necesita el
dictamen de los miembros del Gosplán sin separarlos de los problemas en
los que no se necesita, e incluso más aún, resolver asuntos en los que
unos puntos requieren el dictamen del Gosplán mientras que otros puntos
no lo requieren, se debe dar un paso en el sentido de aumentar la
competencia del Gosplán.
Este
paso lo concibo de tal manera que las decisiones del Gosplán no puedan
ser rechazadas según el procedimiento corriente en los organismos
soviéticos, sino que para modificarlas se requiera un procedimiento
especial; por ejemplo, llevarlas a la reunión del CEC de toda Rusia,
preparar el asunto cuya decisión deba ser modificada según instrucciones
especiales, redactándose, según reglas especiales, informes por escrito
con objeto de sopesar si dicha decisión del Gosplán debe ser anulada;
marcar, en fin, plazos especiales para modificar las decisiones del
Gosplán, etc.
En
este sentido creo que se puede y se debe coincidir con el camarada
Trotsky, pero no en lo de que la presidencia del Gosplán debe ocuparla
una personalidad destacada, uno de nuestros jefes políticos, o el
Presidente del Consejo Supremo de la Economía Nacional, etc. Me parece
que en este asunto el factor personal se entrelaza hoy día demasiado
íntimamente con el problema de principio. Creo que los ataques que ahora
se escuchan contra el Presidente del Gosplán, camarada Krzhizhanovski, y
el Vicepresidente, camarada Piatakov, y que se lanzan contra los dos,
de tal manera que, de una parte, escuchamos acusaciones de extremada
blandura, de falta de independencia y de carácter, mientras que, de otra
parte, escuchamos acusaciones de grosería, de trato cuartelero, de
falta de una sólida preparación científica, etc., creo que estos ataques
son expresión de los dos aspectos del problema, desorbitándolos hasta
el extremo, y que lo que nosotros necesitamos realmente en el Gosplán es
una acertada combinación de los dos tipos de carácter, modelo de uno de
los cuales puede ser Piatakov y del otro Krzhizhanovski.
Creo
que a la cabeza del Gosplán debe haber una persona con preparación
científica en el sentido técnico o agronómico, que posea una experiencia
larga, de muchas decenas de años, de trabajo práctico, bien en la
técnica, bien en la agronomía. Creo que esa persona debe poseer no tanto
aptitudes administrativas como amplia experiencia y capacidad para
atraerse a la gente.
Lenin 27-12-1922
V
Continuación de la carta acerca del carácter legislativo de las decisiones del Gosplán.
28.XII.22
He
advertido que ciertos camaradas nuestros, capaces de influir
decisivamente en la orientación de los asuntos públicos, exageran el
aspecto administrativo, el cual, naturalmente, es necesario en su lugar y
en su tiempo, pero que no hay que confundir con el aspecto científico,
con la amplia comprensión de la realidad, con la capacidad de atraerse a
la gente, etc.
En
toda institución pública, particularmente en el Gosplán, se necesita la
unión de estas dos cualidades, y cuando el camarada Krzhizhanovski me
dijo que había incorporado al Gosplán a Piatakov y se había puesto de
acuerdo con él acerca del trabajo, yo di mi consentimiento,
reservándome, por una parte, ciertas dudas, y confiando a veces, por
otra parte, que lograríamos en este caso la combinación de ambos tipos
de hombre de Estado. ¿Se ha cumplido esta esperanza? Ahora hay que
aguardar y ver algún tiempo más lo que resulta en la práctica, pero en
principio yo creo que no puede ponerse en duda que esta unión de
caracteres y tipos (de personas, de cualidades) es indudablemente
necesaria para el buen funcionamiento de las instituciones públicas. Me
parece que en este punto la exageración del "celo administrativo" es tan
nociva como toda exageración en general. El dirigente de una
institución pública debe poseer en el más alto grado la capacidad de
atraerse a la gente y unos conocimientos científicos y técnicos lo
bastante sólidos como para controlar su trabajo. Esto es lo fundamental.
Sin ello el trabajo no puede ir por buen camino. Por otro lado, es muy
importante que sepa administrar y que tenga un digno auxiliar o
auxiliares en este terreno. Es dudoso que estas dos cualidades puedan
encontrarse unidas en una sola persona, y es dudoso que ello sea
necesario.
Lenin 28-12-1922
VI
Continuación de las notas sobre el Gosplán.
29 de diciembre de 1922
Por
lo visto, el Gosplán va convirtiéndose en todos los sentidos en una
comisión de expertos. A la cabeza de tal institución no puede por menos
de figurar una persona de gran experiencia y de amplios conocimientos
científicos en el terreno de la técnica. La capacidad administrativa
debe ser en el fondo una cosa secundaria. El Gosplán debe gozar de
cierta independencia y autonomía desde el punto de vista del prestigio
de esta institución científica, y el motivo de que así sea es uno: la
honestidad de su personal y su sincero deseo de hacer que se cumpla
nuestro plan de construcción económica y social.
Esta
última cualidad, naturalmente, ahora sólo se puede encontrar como
excepción, porque la inmensa mayoría de los hombres de ciencia, de los
que como es lógico se compone el Gosplán, se hallan inevitablemente
contagiados de opiniones y prejuicios burgueses. Controlar su labor en
este aspecto debe ser tarea de una cuantas personas, que pueden formar
la dirección del Gosplán, que deben ser comunistas y seguir de día en
día, en toda la marcha del trabajo, el grado de fidelidad de los hombres
de ciencia burgueses y cómo abandonan los prejuicios burgueses, así
como su paso gradual al punto de vista del socialismo. Este doble
trabajo, de control científico y de gestión puramente administrativa,
debería ser el ideal de los dirigentes del Gosplán en nuestra República.
Lenin 29-12-1922
¿Es
racional el dividir en tareas sueltas el trabajo que lleva a cabo el
Gosplán? o al contrario, ¿no debe tenderse a formar un círculo de
especialistas permanentes a quienes controle sistemáticamente la
dirección del Gosplán y que puedan resolver todo el conjunto de
problemas que son de incumbencia suya? Yo creo que es más racional lo
último, y que se debe procurar la disminución del número de tareas
sueltas temporales y urgentes.
Lenin 29-12-1922
VII
Continuación de las notas.
29 de dic. de 1922
-PARA EL APARTADAO RELATIVO AL AUMENTO DEL NÚMERO DE MIEMBROS DEL CC-
Al
mismo tiempo que se aumenta el número de los miembros del CC,
deberemos, a mi modo de ver, dedicarnos también, y yo diría que
principalmente, a la tarea de revisar y mejorar nuestro aparato, que no
sirve para nada. Para este objeto debemos valernos de los servicios de
especialistas muy calificados, y la tarea de proporcionar estos
especialistas debe recaer sobre la IOC (Inspección Obrera y Campesina).
La
tarea de combinar a estos especialistas de la revisión con
conocimientos suficientes y a estos nuevos miembros del CC, debe ser
resuelta en la práctica.
Me
parece que la IOC (como resultado de su desarrollo y de nuestras
perplejidades acerca de su desarrollo) ha dado en resumen lo que ahora
observamos: un estado de transición de un Comisariado del Pueblo
especial a una función especial de los miembros del CC; de una
institución que lo revisa todo por completo a un conjunto de revisores,
escasos en número, pero excelentes, que deben estar bien pagados (esto
es particularmente necesario en nuestro tiempo, en que las cosas se
pagan, y atendiendo a que los revisores se colocan donde mejor les
pagan).
Si
el número de miembros del CC es debidamente aumentado y un año tras
otro se capacitan en la dirección de los asuntos públicos con la ayuda
de estos especialistas altamente calificados y de los miembros de la
Inspección Obrera y Campesina, prestigiosos en todos los terrenos, yo
creo que daremos acertada solución a este problema que durante tanto
tiempo no podíamos resolver.
En
resumen: hasta 100 miembros del CC y todo lo más de 400 a 500
auxiliares suyos, miembros de la IOC, que revisen según las
indicaciones de los primeros.
Lenin 29-12-1922
Continuación de las notas.
30 de diciembre de 1922
ACERCA DEL PROBLEMA DE LAS NACIONALIDADES O SOBRE LA "AUTONOMIZACION"
Me
parece que he incurrido en una grave culpa ante los obreros de Rusia
por no haber intervenido con la suficiente energía y dureza en el
decantado problema de la autonomización, que oficialmente se denomina,
creo, problema de la unión de las repúblicas socialistas soviéticas.
Este
verano, cuando el problema surgió, yo me encontraba enfermo, y luego,
en el otoño, confié demasiado en mi restablecimiento y en que los plenos
de octubre y diciembre me brindarían la oportunidad de intervenir en el
problema. Pero no pude asistir ni al Pleno de octubre (dedicado a este
problema) ni al de diciembre, por lo que no he llegado a tocarlo casi en
absoluto.
He
podido sólo conversar con el camarada Dzerzhinski, que ha vuelto del
Cáucaso y me ha contado cómo se halla este problema en Georgia. También
he podido cambiar un par de palabras con el camarada Zinoviev y
expresarle mis temores sobre el particular. Lo que me ha dicho el
camarada Dzerzhinski, que presidía la comisión enviada por el Comité
Central para "investigar" lo relativo al incidente de Georgia, no ha
podido dejarme más que con los temores más grandes. Si las cosas se
pusieron de tal modo que Ordzhonikidze pudo llegar al empleo de la
violencia física, según me ha manifestado el camarada Dzerzhinski,
podemos imaginarnos en qué charca hemos caído. Al parecer, toda esta
empresa de la "autonomización" era falsa e intempestiva en absoluto.
Se
dice que era necesaria la unidad del aparato. ¿De dónde han partido
estas afirmaciones? ¿No será de ese mismo aparato ruso que, como
indicaba ya en uno de los anteriores números de mi diario, hemos tomado
del zarismo, habiéndonos limitado a ungirlo ligeramente con el óleo
soviético?
Es
indudable que se debería demorar la aplicación de esta medida hasta que
pudiéramos decir que respondemos de nuestro aparato como de algo
propio. Pero ahora, en conciencia, debemos decir lo contrario, que
nosotros llamamos nuestro a un aparato que en realidad nos es aún ajeno
por completo y constituye una mezcla burguesa y zarista que no ha habido
posibilidad alguna de superar en cinco años, sin ayuda de otros países y
en unos momentos en que predominaban las "ocupaciones" militares y la
lucha contra el hambre.
En
estas condiciones es muy natural que la "libertad de separarse de la
unión", con la que nosotros nos justificamos, sea un papel mojado
incapaz de defender a los no rusos de la invasión del ruso genuino,
chovinista, en el fondo un hombre miserable y dado a la violencia como
es el típico burócrata ruso. No cabe duda que el insignificante
porcentaje de obreros soviéticos y sovietizados se hundiría en este mar
de inmundicia chovinista rusa como la mosca en la leche.
En
defensa de esta medida se dice que han sido segregados los Comisariados
del Pueblo que se relacionan directamente con la psicología de las
nacionalidades, con la instrucción en las nacionalidades. Pero a este
respecto nos surge una pregunta, la de si es posible segregar estos
Comisariados por completo, y una segunda pregunta, la de si hemos tomado
medidas con la suficiente solicitud para proteger de veras a los no
rusos del esbirro genuinamente ruso. Yo creo que no las hemos tomado,
aunque pudimos y debimos hacerlo.
Yo
creo que en este asunto han ejercido una influencia fatal las prisas y
los afanes administrativos de Stalin, así como su saña contra el
decantado "social-nacionalismo". De ordinario, la saña siempre ejerce en
política el peor papel.
Temo
igualmente que el camarada Dzerzhinski, que ha ido al Cáucaso a
investigar el asunto de los "delitos" de esos "social- nacionales", se
haya distinguido en este caso también sólo por sus tendencias puramente
rusas (se sabe que los no rusos rusificados siempre exageran en cuanto a
sus tendencias puramente rusas), y que la imparcialidad de toda su
comisión la caracterice suficientemente el "guantazo" de Ordzhonikidze.
Creo que ninguna provocación, incluso ninguna ofensa puede justificar
este guantazo ruso, y que el camarada Dzerzhinski es irremediablemente
culpable de haber reaccionado ante ello con ligereza.
Ordzhonikidze
era una autoridad para todos los demás ciudadanos del Cáucaso.
Ordzhonikidze no tenía derecho a dejarse llevar por la irritación a la
que él y Dzerzhinski se remiten. Al contrario, Ordzhonikidze estaba
obligado a comportarse con un comedimiento que no se puede pedir a
ningún ciudadano ordinario, tanto más si éste es acusado de un delito
"político". Y la realidad es que los social-nacionales eran ciudadanos
acusados de un delito político, y todo el ambiente en que se produjo
esta acusación sólo así podía calificarlo.
A este respecto se plantea ya un importante problema de principio: cómo comprender el internacionalismo.
Lenin 30-12-1922
Continuación de las notas.
31 de diciembre de 1922
ACERCA DEL PROBLEMA DE LAS NACIONALIDADES O SOBRE LA "AUTONOMIZACION"
(Continuación)
En
mis obras acerca del problema nacional he escrito ya que el
planteamiento abstracto del problema del nacionalismo en general no
sirve para nada. Es necesario distinguir entre el nacionalismo de la
nación opresora y el nacionalismo de la nación oprimida, entre el
nacionalismo de la nación grande y el nacionalismo de la nación pequeña.
Con
relación al segundo nacionalismo, nosotros, los integrantes de una
nación grande, casi siempre somos culpables en el terreno práctico
histórico de infinitos actos de violencia; e incluso más todavía: sin
darnos cuenta, cometemos infinito número de actos de violencia y
ofensas. No tengo más que evocar mis recuerdos de cómo en las regiones
del Volga tratan despectivamente a los no rusos, de cómo la única manera
de llamar a los polacos es "poliáchishka", de que para burlarse de los
tártaros siempre los llaman "príncipes", al ucraniano lo llaman "jojol",
y al georgiano y a los demás naturales del Cáucaso los llaman "hombres
del Cápcaso".
Por
eso, el internacionalismo por parte de la nación opresora, o de la
llamada nación "grande" (aunque sólo sea grande por sus violencias, sólo
sea grande como lo es un esbirro) no debe reducirse a observar la
igualdad formal de las naciones, sino también a observar una desigualdad
que de parte de la nación opresora, de la nación grande, compense la
desigualdad que prácticamente se produce en la vida. Quien no haya
comprendido esto, no ha comprendido la posición verdaderamente
proletaria frente al problema nacional; en el fondo sigue manteniendo el
punto de vista pequeñoburgués, y por ello no puede por menos de
deslizarse a cada instante al punto de vista burgués.
¿Qué
es importante para el proletario? Para el proletario es no sólo
importante, sino una necesidad esencial, gozar, en la lucha proletaria
de clase, del máximo de confianza por parte de los componentes de otras
nacionalidades. ¿Qué hace falta para eso? Para eso hace falta algo más
que la igualdad formal. Para eso hace falta compensar de una manera o de
otra, con su trato o con sus concesiones a las otras nacionalidades, la
desconfianza, el recelo, las ofensas que en el pasado histórico les
produjo el gobierno de la nación dominante.
Creo
que no hacen falta más explicaciones ni entrar en más detalles
tratándose de bolcheviques, de comunistas. Y creo que en este caso, con
relación a la nación georgiana, tenemos un ejemplo típico de cómo la
actitud verdaderamente proletaria exige de nuestra parte extremada
cautela, delicadeza y transigencia. El georgiano que desdeña este
aspecto del problema, que lanza desdeñosamente acusaciones de
"social-nacionalismo" (cuando él mismo es no sólo un "social-nacional"
auténtico y verdadero, sino un basto esbirro ruso), ese georgiano
lastima, en esencia, los intereses de la solidaridad proletaria de
clase, porque nada retarda tanto el desarrollo y la consolidación de
esta solidaridad como la injusticia en el terreno nacional, y para nada
son tan sensibles los "ofendidos" componentes de una nacionalidad como
para el sentimiento de la igualdad y el menoscabo de esa igualdad por
sus camaradas proletarios, aunque lo hagan por negligencia, aunque la
cosa parezca una broma. Por eso, en este caso, es preferible exagerar en
cuanto a las concesiones y a la suavidad para con las minorías
nacionales, que pecar por defecto. Por eso, en este caso, el interés
vital de la solidaridad proletaria, y por consiguiente de la lucha
proletaria de clase, requiere que jamás miremos formalmente el problema
nacional, sino que siempre tomemos en consideración la diferencia
obligatoria en la actitud del proletario de la nación oprimida (o
pequeña) hacia la nación opresora (o grande).
Lenin 31-12-1922
Continuación de las notas.
31 de diciembre de 1922
¿Qué medidas prácticas se deben tomar en esta situación?
Primera,
hay que mantener y fortalecer la unión de las repúblicas socialistas;
sobre esto no puede haber duda. Lo necesitamos nosotros lo mismo que lo
necesita el proletariado comunista mundial para luchar contra la
burguesía mundial y para defenderse de sus intrigas.
Segunda,
hay que mantener la unión de las repúblicas socialistas en cuanto al
aparato diplomático, que, dicho sea de paso, es una excepción en el
conjunto de nuestro aparato estatal. No hemos dejado entrar en él ni a
una sola persona de cierta influencia procedente del viejo aparato
zarista. Todo él, considerando los cargos de alguna importancia, se
compone de comunistas. Por eso, este aparato se ha ganado ya (podemos
decirlo rotundamente) el título de aparato comunista probado, limpio, en
grado incomparablemente mayor, de los elementos del viejo aparato
zarista, burgués y pequeñoburgués, a que nos vemos obligados a recurrir
en los otros Comisariados del Pueblo.
Tercera,
hay que castigar ejemplarmente al camarada Ordzhonikidze (digo esto con
gran sentimiento, porque somos amigos y trabajé con él en el
extranjero, en la emigración), y también terminar de revisar o revisar
nuevamente todos los materiales de la comisión de Dzerzhinski, con
objeto de corregir el cúmulo de errores y de juicios parciales que
indudablemente hay allí. La responsabilidad política de toda esta
campaña de verdadero nacionalismo ruso debe hacerse recaer, claro, sobre
Stalin y Dzerzhinski.
Cuarta,
hay que implantar las normas más severas acerca del empleo del idioma
nacional en las repúblicas de otras nacionalidades que forman parte de
nuestra Unión, y comprobar su cumplimiento con particular celo. No hay
duda que, con el pretexto de unidad del servicio ferroviario, con el
pretexto de la unidad fiscal, etc., tal como ahora es nuestro aparato,
se deslizará un sinnúmero de abusos de carácter ruso puro. Para combatir
esos abusos se necesita un especial espíritu de inventiva, sin hablar
ya de la particular sinceridad de quienes se encarguen de hacerlo. Hará
falta un código detallado, que sólo tendrá alguna perfección en caso de
que lo redacten personas de la nacionalidad en cuestión y que vivan en
su república. A este respecto, de ninguna manera debemos afirmarnos de
antemano en la idea de que, como resultado de todo este trabajo, no haya
que volver atrás en el siguiente Congreso de los Soviets, es decir, de
que no haya que mantener la unión de las repúblicas socialistas
soviéticas sólo en sentido militar y diplomático, y en todos los demás
aspectos restablecer la autonomía completa de los distintos Comisariados
del Pueblo.
Debe
tenerse presente que el fraccionamiento de los Comisariados del Pueblo y
la falta de concordancia de su labor con respecto a Moscú y los otros
centros, pueden ser paralizados suficientemente por la autoridad del
Partido, si ésta se emplea con la necesaria discreción e imparcialidad;
el daño que pueda sufrir nuestro Estado por la falta de aparatos
nacionales unificados con el aparato ruso es incalculablemente,
infinitamente menor que el daño que representaría no sólo para nosotros,
sino para todo el movimiento internacional, para los cientos de
millones de seres de Asia, que debe avanzar al primer plano de la
historia en un próximo futuro, después de nosotros. Sería un oportunismo
imperdonable si en vísperas de esta acción del Oriente, y al principio
de su despertar, quebrantásemos nuestro prestigio en él aunque sólo
fuese con la más pequeña aspereza e injusticia con respecto a nuestras
propias nacionalidades no rusas. Una cosa es la necesidad de agruparse
contra los imperialistas de Occidente, que defienden el mundo
capitalista. En este caso no puede haber dudas, y huelga decir que
apruebo incondicionalmente estas medidas. Otra cosa es cuando nosotros
mismos caemos, aunque sea en pequeñeces, en actitudes imperialistas
hacia nacionalidades oprimidas, quebrantando con ello por completo toda
nuestra sinceridad de principios, toda la defensa que, con arreglo a los
principios, hacemos de la lucha contra el imperialismo. Y el mañana de
la historia universal será el día en que se despierten definitivamente
los pueblos oprimidos por el imperialismo, que ya han abierto los ojos, y
en que empiece la larga y dura batalla final por su emancipación.
Lenin 31-12-1922