¿QUIÉNES ERAN
CIUDADANOS EN LA ANTIGUA GRECIA?
“¿En realidad, es ciudadano aquel que puede participar del poder o hay
que considerar ciudadanos también a los trabajadores vulgares? Si debemos
considerar ciudadanos a estos que no participan de las magistraturas, no será
posible que sea propia de todo ciudadano la mencionada virtud, puesto que ésos
serían ciudadanos. Y si ninguno de ellos es ciudadano ¿en qué clase habrá que
incluirlos? No son, en efecto, metecos
ni extranjeros. ¿O reconoceremos que de esa argumentación no se sigue ningún
absurdo? Tampoco los esclavos ni los libertos pertenecen a ninguna clase de las
mencionadas.
La verdad es que no hay que considerar ciudadanos a todos aquellos cuya
existencia es imprescindible para la ciudad, ya que tampoco los niños lo son
del mismo modo que los hombres, sino que éstos lo son sin más y los niños
condicionalmente, ya que son ciudadanos, pero aún no cumplidos.
En los tiempos antiguos, en algunos lugares, el grupo de los
trabajadores era esclavo o extranjero. Ésa es la razón por la que aún hoy lo
son la mayoría. La ciudad mejor no hará ciudadano al trabajador. En el caso de
que también éste sea ciudadano, la virtud del que antes dijimos no se aplicará
a todos, ni siquiera sólo al libre, sino sólo a los que estén exentos de los
trabajos de primera necesidad. En cuanto a los que realizan esos trabajos
necesarios, los unos los hacen para servicio de un individuo y son esclavos,
los otros al servicio de la comunidad y son trabajadores y braceros a jornal.
Continuando con nuestro examen se aclarará su situación, y al aclararse ésta
resultará evidente lo que hemos dicho.
Puesto que hay varios regímenes políticos, también es forzoso que haya
varias clases de ciudadanos, de modo que en algún régimen habrán de ser
ciudadanos el trabajador y el bracero a jornal, mientras en otro será imposible.
Por ejemplo, si el régimen político es de los calificados como aristocráticos,
en el que los títulos se conceden en atención a la virtud y la dignidad, no es,
pues, posible que se ocupe de la virtud quien lleva una vida de trabajador o
jornalero. En las oligarquías el bracero no puede ser ciudadano, ya que la
participación en los cargos depende de tener ingresos; pero sí puede serlo el
trabajador, ya que muchos de los obreros especializados se enriquecen. […]
Sin embargo, en muchos regímenes la ley se dispone para admitir incluso
a extranjeros. En algunas democracias el hijo de una ciudadana es ya así
ciudadano. Y la misma consideración tienen los bastardos en muchos lugares. No
obstante, ya que sólo por falta de ciudadanos legítimos hacen ciudadanos a tales
personas (el caso es que aplican ese tipo de leyes a causa de la escasez de
población), cuando su muchedumbre se repone poco a poco los eliminan, primero a
los hijos de esclavo o esclava, después a los hijos de ciudadanas, y al final
sólo admiten como ciudadanos a aquellos cuyos dos padres lo son.”
Aristóteles, República, Libro III, capítulo V.
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