Señor: Porque sé que auréis plazer de la grand vitoria que nuestro
Señor me ha dado en mi viaje vos escriuo ésta, por la qual sabreys cómo
en ueinte dias pasé a las Indias con la armada que los illustríssimos
Rey e Reyna, nuestros señores, me dieron, donde yo fallé muy muchas
islas pobladas con gente sin número, y dellas todas he tomado posesión
por Sus Altezas con pregón y uandera rreal estendida, y non me fue
contradicho.
A la primera que yo fallé puse nonbre Sant Saluador, a comemoración
de su Alta Magestat, el qual marauillosamente todo esto an dado; los
indios la llaman Guanaham. A la segunda puse nonbre la isla de Santa
María de Concepción, a la tercera, Ferrandina; a la quarta, la isla
Bella, a la quinta, la isla Juana, e así a cada una nonbre nueuo. Quando
yo llegué a la Juana seguí io la costa della al poniente, y la fallé
tan grande que pensé que sería tierra firme, la prouincia de Catayo. Y
como no fallé así villas y luguares en la costa de la mar, pequeñas
poblaciones, con la gente de las quales no podía hauer fabla, porque
luego fuyan todos, andaua yo adelante por el dicho camino, pensando de
no errar grandes ciudades o villas, y al cabo de muchas leguas, visto
que no hauía innouación i que la costa me lleuaua al setentrión, de
adonde mi voluntad era contraria, porque el ivierno era ya encarnado, yo
tenía propósito de hazer del al austro y tanbién el viento me dio
adelante, determiné de no aguardar otro tiempo y boluí atrás fasta un
señalado puerto, de adonde enbié dos hombres por la tierra para saber si
hauía rey o grandes ciudades. Andouieron tres iornadas y hallaron
infinitas poblaciones pequeñas i gente sin número, mas no cosa de
regimiento, por lo qual se boluieron.
Yo entendía harto de otros idios, que ia tenía tomados, cómo
continuamente esta tierra era isla, e así seguí la costa della al
oriente ciento i siete leguas fasta donde fazía fin, del qual cabo vi
otra isla al oriente, distincta de ésta diez o ocho leguas, a la qual
luego puse nombre la Spañola; y fui allí, y seguí la parte del
setentrión, así como de la iuana al oriente CLXXVIII grandes leguas por
línia recta del oriente así como de la Iuana, la qual y todas las otras
son fortíssimas en demasiado grado, y ésta en estremo; en ella ay muchos
puertos en la costa de la mar sin comparación de otros que yo sepa en
cristianos y fartos rríos y buenos y grandes que es maravilla; las
tierras della son altas y en ella muy muchas sierras y montañas
altíssimas, sin comparación de la isla de centre frei, todas
fermosíssimas, de mil fechuras, y todas andábiles y llenas de árboles de
mil maneras i altas i parecen que llegan al cielo, i tengo por dicho
que iamás pierden la foia, según lo puede comprehender, que los vi tan
verdes i tan hermosos como son por mayo en Spaña, i dellos estauan
floridos, dellos con fruto, i dellos en otro término, según es su
calidad.
I cantaua el ruiseñor i otros paxaricos de mil maneras en el mes de
nouiembre por allí donde yo andaua; ay palmas de seis o de ocho maneras,
que es admiración verlas, por la diformidad fermosa dellas, mas así
como los otros árboles y frutos e ieruas. En ella ay pinares a
marauilla, e ay canpiñas grandíssimas, e ay miel, i de muchas maneras de
aues y frutas muy diuersas. En las tierras ay muchas minas de metales e
ay gente instimabile número. La Spañola es marauilla: las sierras y las
montañas y las uegas i las campiñas, y las tierras tan fermosas y
gruesas para plantar y sembrar, pa criar ganados de todas suertes, para
hedificios de villas e lugares. Los puertos de la mar, aquí no hauría
crehencia sin vista, y de los ríos muchos y grandes y buenas aguas, los
más de los quales traen oro. En los árboles y frutos y yeruas ay grandes
differencias de aquéllas de la Iuana; en ésta ay muchas specierías y
grandes minas de oro y de otros metales. La gente desta ysla y de todas
las otras que he fallado y hauido ni aya hauido noticia, andan todos
desnudos, hombres y mugeres, así como sus madres los paren, haunque
algunas mugeres se cobrían un solo lugar con una foia de yerua o una
cosa de algodón que pa ello fazen. Ellos no tienen fierro ni azero ni
armas ni son [par]a ello, no porque no sea gente bien dispuesta y de
fermosa estatura, saluo que son muy te[merosos] a marauilla. No tyenen
otras armas saluo las a[rm]as de las cañas quando est[án] con la
simiente, a [la] qual ponen al cabo un palillo agudo, e no osan usar de
aquéllas, que m[uchas] vezes me [aca]eció embiar a tierra dos o tres
hombres a alguna villa pa hauer fabl[a y] salir a [ello] sin número, y
después que los veyan llegar fuyan a no auardar padre a hijo, y esto no
porque a ninguno se aya hecho mal, antes, a todo adonde yo aya estado y
podido hauer fabla, les he dado de todo lo que tenía, así paño como
otras cosas muchas, sin recebir por ello cosa alguna, mas son así
temerosos sin remedio. Verdad es que, después que aseguran y pierden
este miedo, ellos son tanto sin engaño y tan liberales de lo que tienen
que no lo creerían sino el que lo viese. Ellos, de cosa que tengan,
pidiéndogela, iamás dizen de no; conuidan la persona con ello y muestran
tanto amor que darían los corazones y quieren sea cosa de ualor, quien
sea de poco precio, luego por qualquiera cosica de qualquiera manera que
sea que se le dé por ello sean contentos. Yo defendí que no se les
diesen cosas tan siuiles como pedazos de escudillas rotas y pedazos de
vidrio roto y cabos de dagugetas; haunque quando ellos esto podían
llegar, los parescía hauer la meior ioya del mundo; que se acertó hauer
un marinero, por una agugeta, de oro de peso de dos castellanos y medio;
y otros, de otras cosas, que muy menos valían, mucho más. Ya por
blancas nueuas dauan por ellas todo quanto tenían, haunque fuesen dos ni
tres castellanos de oro o una arroua o dos de algodón filado. Fasta los
pedazos de los arcos rotos de las pipas tomauan y dauan lo que tenían
como bestias. Así que me pareció mal <y> yo lo defendí. Y daua yo
graciosas mil cosas buenas que yo leuaua porque tomen amor; y allenda
desto se farán cristianos, que se inclinan al amor e ceruicio de sus
altezas y de toda la nación castellana; e procuran de aiuntar de nos dar
de las cosas que tenen en abundancia que nos son necessarias. Y no
conocían ninguna seta ni idolatría, saluo que todos creen que las
fuerças y el bien es en el cielo, y creían muy firme que yo, con estos
nauíos y gente, venía del cielo y en tal catamiento me recebían en todo
cabo, después de hauer perdido el miedo. Y esto no procede porque sean
ignorantes, saluo de muy sotil ingenio, y ombres que nauegan todas
aquellas mares, que es marauilla la buena cuenta quellos dan de todo,
saluo porque nunca vieron gente vestida ni semeiantes nauíos. Y luego
que legé a las Indias, en la primera isla que hallé tomé por forza
algunos dellos pa que deprendiesen y me diesen notia de lo que auía en
aquellas partes, e así fue que luego entendiron y nos a ellos, quando
por lengua o señas, y éstos han aprouechado mucho. Oy en día los traigo
que siempre están de propósito que vengo del cielo, por mucha
conversación que ayan hauido conmigo. Y éstos eran los primeros a
pronunciarlo adonde yo llegaua y los otros andauan corriendo de casa en
casa, y a las villas cercanas con bozes altas: Venit, venit a uer la
gente del cielo. Así, todos, hombres como mugers, después de hauer el
corazón seguro de nos, venían que non cadaua grande ni pequeño, y todos
trayan algu de comer y de beuer que dauan con un amor marauilloso.
Ellos tienen <en> todas las yslas muy muchas canoas, a manera
de fustes de remo; dellas maioras, dellas menores, y algunas y muchas
son mayores que huna fusta de diez e ocho bancos; no son tan anchas
porque son de hun solo madero, mas huna fusta no terná con ellas al remo
porque van que no es cosa de creer, y con estas nauegan todas aquellas
islas, que son inumerables, y traen sus mecaderías. Algunas destas
canoas he visto con LXX y LXXX ombres en ella, y cada uno con su remo.
En todas estas islas no vide mucha diuersidad de la fechura de la
gente, ni en las costumbres, ni en la lengua, saluo que todos se
entienden, que es cosa muy sigular, para lo que espero qué determinarán
sus altezas para la couersación dellos de nuestra santa fe, a la qual
son muy dispuestos.
Ya dixe cómo yo hauía andado CVII leguas por la costa de la mar, por
la derecha liña de occidente a oriente, por la isla Iuana, según el qual
camino puedo decir que esta isla es maior que Inglaterra y Escocia
iuntas, porque allende destas CVII leguas me queda, de la parte de
poniente, dos prouincias que io no he andado, la una de las quales
llaman Auau, adonde nace la gente con cola; las cuales prouincias no
pueden tener en longura menos de L o de IX leguas, según pude entender
destos indios que yo tengo, los quales saben todos las yslas. Esta otra
Española en cierco tiene más que la España toda desde Colonya, por costa
de mar, fasta Fuenterauía, en Uiscaya, pues en una quadra anduue
CLXXXVIII grands leguas por recta línia de occident a oriente. Esta es
para desear e [uista] es para nunca dexar, en la qual puesto [que de
to]das tenga toma[d]a possessión por Sus Altezas y todas sean más
abastadas de lo que io sé y puedo dezir, y todas las tengo por sus
altezas qual dellas pueden disponer como y tan complidamente como de los
reynos de Castilla. En esta Española, en el lugar más conuenible y
meior comarca para las minas del oro y de todo trato, así de la tierra
firme de aquá como de aquélla de allá del Gran Can, adonde haurá grand
trato e ganancia, he tomado possessión de una villa grande, a la qual
puse nombre la villa de Nauidad, y en ella he fecho fuerza y fortaleza,
que ya a estas horas estará del todo acabada, y he dexado en ella gente
que abasta para semeiante fecho, con armas y artellarías e vituallas por
más de un año, y fusta y maestro de la mar en todas artes para fazer
otras; y grande amistad con el Rey de aquella tierra, en tanto grado que
se preciaua de me llamar y etener por hermano, e haunque le mudase la
voluntad a hofrender esta gente, él ni los suios no saben qué sean
armas, y andan desnudos como ya he dicho. Son los más temerosos que ay
en el mundo, así que solamente la gente que allá queda es para destroir
toda aquella tierra, y es ysla si peligro de sus personas sabiéndose
regir. En todas estas islas me parece que todos los ombres sean
contentos con una muger, i a su maioral o rey dan fasta veynte. Las
mugeres me parece que trabaxan más que los ombres, ni he podido entender
si tenien bienes propios, que me pareció ver que aquéllos que uno tenía
todos hazían parte, en especial de las cosas comederas.
En estas islas fasta aquí no he hallado ombres mostrudos como muchos
pensauan, mas antes es toda gente de muy lindo acatamiento, ni son
negros como en Guinea, saluo con sus cabellos correndíos, y no se crían
adonde ay ímpeto demasiado de los rayos solares; es verdad quel sol
tiene allí grand fuerça, puesto que es distinta de la liña iquinocial
veinte e seis grandes. En estas islas, adonde ay montañas grandes, ay
tenía fuerça el frío este yuierno, mas ellos lo sufren por la costumbre
que con la ayuda de las viandas <que> comen con especias muchas y
muy calientes en demasía. Así que mostruos no he hallado ni noticia,
saluo de una ysla que es aquí en la segunda a la entrada de las Yndias,
que es poblada de una iente que tienen en todas las yslas por muy
ferozes, los qualles comen carne umana. Estos tienen muchas canaus, con
las quales corren todas las yslas de India, roban y toman quanto pueden;
ellos no son más difformes que los otros, saluo que tienen en costumbre
de traer los cabellos largos como mugeres, y usan arcos y flechas de
las mismas armas de cañas, con un palillo al cabo por defecto de fierro
que no tienen. Son ferozes entre estos otros pueblos que son en
demasiado grado couardes, mas yo no los tengo en nada más que a los
otros. Estos son aquéllos que tratan con las mugeres de matremomo, que
es la primera ysla partiendo de Spaña para las Indias que se falla, en
la qual no ay hombre ninguno; ellas no usan exercio femenil, saluo arcos
y frechas, como los sobredichos de cañas, y se arman y cobigan con
launes de arambre de que tienen mucho. Otra ysla me seguran mayor que la
Española, en que las personas no tienen ningún cabello. En ésta ay oro
sin cuento y destas y de las otras traigo comigo indios para testimonio.
En conclusión, a fablar desto solamente que se ha fecho este viage
que fue así de corida, que pueden ver Sus Altezas que yo les daré oro
quanto ouieren menester con muy poquita ayuda que sus altezas me darán
agora, especiaría y algodón quanto Sus Altezas mandaran cargar, y
almástica quanta mandaran cargar; e de la qual fasta oy no se ha fallado
saluo en Grecia en la isla de Xío, y el señorío la uende como quiere, y
ligunáloe quanto mandaran cargar, y esclauos quantos mandaran cargar, e
serán de los ydólatres. Y creo hauer fallado ruybaruo y canela, e otras
mil cosas de sustancia fallaré, que haurán fallado la gente que yo allá
dexo; porque yo no me he detenido ningún cabo, en quanto el uiento me
aia dado lugar de nauegar: solamente en la villa de Nauidad, en quanto
dexé asegurado e bien asentado. E a la verdad, mucho más ficiera si los
nauíos me siruieran como razón demandaua. Esto es harto y eterno Dios
nuestro Señor, el qual da a todos aquellos que andan su camino victoria
de cosas que parecen imposibles. Y ésta señaladamente fue la una, porque
haunque destas tierras aian fallado o escripto todo va por coniectura
sin allegar de uista, saluo comprendiendo, a tanto que los oyentes, los
más, escuchauan e iuzgauan más por fabla que por poca c[osa] dello. Así
que, pues nuestro Redemtor dio esta victoria a nuestros illustrísimos
Rey e Reyna e a sus reynos famosos de tan alta cosa, adonde toda la
christiandad deue tomar alegría y fazer grandes fiestas, y dar gracias
solemnes a la Sancta Trinidad con muchas oraciones solemnes, por el
tanto enxalçamiento que haurán en tornándose tantos pueblos a nuestra
sancta fe, y después por los bienes temporales que no solamente a la
España, mas todos los christianos ternán aquí refrigerio y ganancia.
Esto según el fecho así em breue.
Fecha en la calauera, sobre las islas de Canaria, a XV de febrero año mil CCCCLXXXXIII.
Fará lo que mandáreys.
El Almirante.
Anima que venía dentro en la carta.
Después desta escripto y estando en mar de Castilla, salió tanto
viento conmigo sul y sueste que me ha fecho descargar los nauíos, pero
corí aquí en este puerto de Lisbona oy, que fue la mayor marauilla del
mundo, adonde acordé escriuir a Sus Altezas. En todas las Yndias he
siempre hallado y los temporales como en mayo. Adonde yo fuy en XXXIII
días y volví en XXVIII, saluo questas tormentas que an detenido XIIII
días corriendo por esta mar. Dizen aquá todos los hombres de la mar que
iamás ouo tan mal yuierno no ni tantas pérdidas de naues. Fecha ha
quatorze días de marzo.
Esta Carta enbió Colom al escriuano de ración de las islas halladas en las Indias. Contenida a otra de Sus Altezas.
Impreso en Abril de 1493
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