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Art. 3. Debiendo las hostilidades comenzar en el territorio de la República
Argentina o en la parte colindante del territorio paraguayo, el mando en jefe
y la dirección de los ejércitos aliados quedan a cargo del Presidente de la
República Argentina y general en jefe de su ejército, brigadier don
Bartolomé Mitre. Las fuerzas navales de los aliados estarán a las inmediatas
órdenes del Vice Almirante Visconde de Tamandaré, comandante en jefe de
la escuadra de S.M. el Emperador del Brasil. Las fuerzas terrestres de S.M.
el Emperador del Brasil formarán un ejército a las órdenes de su general en
jefe, el brigadier don Manuel Luís Osorio. A pesar de que las altas partes
contratantes están conformes en no cambiar el teatro de las operaciones de
guerra, con todo, a fin de conservar los derechos soberanos de las tres
naciones, ellas convienen desde ahora en observar el principio de la
reciprocidad respecto al mando en jefe, para el caso de que esas
operaciones tuviesen que pasar al territorio oriental o brasileño.
Art. 4. El orden interior y la economía de las tropas quedan a cargo
exclusivamente de sus jefes respectivos. El sueldo, provisiones, municiones
de guerra, armas, vestuarios, equipo y medios de transporte de las tropas
aliadas serán por cuenta de los respectivos Estados.
Art. 5. Las altas partes contratantes se facilitarán mutuamente los auxilios
que tengan y los que necesiten, en la forma que se acuerde.
Art. 6. Los aliados se obligan solemnemente a no deponer las armas sino de
común acuerdo, y mientras no hayan derrocado al actual gobierno del
Paraguay, así como a no tratar separadamente, ni firmar ningún tratado de
paz, tregua, armisticio, cualquiera que ponga fin o suspenda la guerra, sino
por perfecta conformidad de todos.
Art. 7. No siendo la guerra contra el pueblo paraguayo sino contra su
gobierno, los aliados podrán admitir en una legión paraguaya a todos los
ciudadanos de esa nación que quisieran concurrir al derrocamiento de dicho
gobierno, y les proporcionarán los elementos que necesiten, en la forma y
condiciones que se convenga.
Art. 8. Los Aliados se obligan a respetar la independencia, soberanía e
integridad territorial de la República del Paraguay. En consecuencia el
pueblo paraguayo podrá elegir el gobierno y las instituciones que le
convengan, no incorporándose ni pidiendo el protectorado de ninguno de los
aliados, como resultado de la guerra.
Art. 9. La independencia, soberanía e integridad territorial de la República,
serán garantizadas colectivamente, de conformidad con el artículo
precedente, por las altas partes contratantes, por el término de cinco años.
Art. 10. Queda convenido entre las altas partes contratantes que las
exenciones, privilegios o concesiones que obtengan del gobierno del
Paraguay serán comunes a todas ellas, gratuitamente si fuesen gratuitas, y
con la misma compensación si fuesen condicionales.
Art. 11. Derrocado que sea el gobierno del Paraguay, los aliados procederán
a hacer los arreglos necesarios con las autoridades constituidas, para
asegurar la libre navegación de los ríos Paraná y Paraguay, de manera que
los reglamentos o leyes de aquella República no obsten, impidan o graven el
tránsito y navegación directa de los buques mercantes o de guerra de los
Estados Aliados, que se dirijan a sus respectivos territorios o dominios que
no pertenezcan al Paraguay, y tomarán las garantías convenientes para la
efectividad de dichos arreglos, bajo la base de que esos reglamentos de
política fluvial, bien sean para los dichos dos ríos o también para el
Uruguay, se dictarán de común acuerdo entre los aliados y cualesquiera
otros estados ribereños que, dentro del término que se convenga por los
aliados, acepten la invitación que se les haga.
Art. 12. Los aliados se reservan concertar las medidas más convenientes a
fin de garantizar la paz con la República del Paraguay después del
derrocamiento del actual gobierno.
Art. 13. Los aliados nombrarán oportunamente los plenipotenciarios que
han de celebrar los arreglos, convenciones o tratados a que hubiese lugar,
con el gobierno que se establezca en el Paraguay.
Art. 14. Los aliados exigirán de aquel gobierno el pago de los gastos de la
guerra que se han visto obligados a aceptar, así como la reparación e
indemnización de los daños y perjuicios causados a sus propiedades
públicas y particulares y a las personas de sus ciudadanos, sin expresa
declaración de guerra, y por los daños y perjuicios causados
subsiguientemente en violación de los principios que gobiernan las leyes de
la guerra. La República Oriental del Uruguay exigirá también una
indemnización proporcionada a los daños y perjuicios que le ha causado el
gobierno del Paraguay por la guerra a que la ha forzado a entrar, en
defensa de su seguridad amenazada por aquel gobierno.
Art. 15. En una convención especial se determinará el modo y forma para la
liquidación y pago de la deuda procedente de las causas antedichas.
Art. 16. A fin de evitar discusiones y guerras que las cuestiones de límites
envuelven, queda establecido que los aliados exigirán del gobierno del
Paraguay que celebre tratados definitivos de límites con los respectivos gobiernos bajo las siguientes bases: La República Argentina quedará
dividida de la República del Paraguay, por los ríos Paraná y Paraguay, hasta
encontrar los límites del Imperio del Brasil, siendo éstos, en la ribera
derecha del Río Paraguay, la Bahía Negra. El Imperio del Brasil quedará
dividido de la República del Paraguay, en la parte del Paraná, por el primer
río después del Salto de las Siete Caídas que, según el reciente mapa de
Mouchez, es el Igurey, y desde la boca del Igurey y su curso superior hasta
llegar a su nacimiento. En la parte de la ribera izquierda del Paraguay, por
el Río Apa, desde su embocadura hasta su nacimiento. En el interior, desde
la cumbre de la sierra de Mbaracayú, las vertientes del Este perteneciendo
al Brasil y las del Oeste al Paraguay, y tirando líneas, tan rectas como se
pueda, de dicha sierra al nacimiento del Apa y del Igurey.
Art. 17. Los aliados se garanten recíprocamente el fiel cumplimiento de los
acuerdos, arreglos y tratados que hayan de celebrarse con el gobierno que
se establecerá en el Paraguay, en virtud de lo convenido en este tratado de
alianza, el que permanecerá siempre en plena fuerza y vigor, al efecto de
que estas estipulaciones serán respetadas por la República del Paraguay. A
fin de obtener este resultado, ellas convienen en que, en caso de que una
de las altas partes contratantes no pudiese obtener del gobierno del
Paraguay el cumplimiento de lo acordado, o de que este gobierno intentase
anular las estipulaciones ajustadas con los aliados, las otras emplearán
activamente sus esfuerzos para que sean respetadas. Si esos esfuerzos
fuesen inútiles, los aliados concurrirán con todos sus medios, a fin de hacer
efectiva la ejecución de lo estipulado.
Art. 18. Este tratado quedará secreto hasta que el objeto principal de la
alianza se haya obtenido.
Art. 19. Las estipulaciones de este tratado que no requieran autorización
legislativa para su ratificación, empezarán a tener efecto tan pronto como
sean aprobadas por los gobiernos respectivos, y las otras desde el cambio
de las ratificaciones, que tendrá lugar dentro del término de cuarenta días
desde la fecha de dicho tratado, o antes si fuese posible.
En testimonio de lo cual los abajo firmados, plenipotenciarios de S.E. el
Presidente de la República Argentina, de S.M. el Emperador del Brasil y de
S.E. el Gobernador Provisorio de la República Oriental, en virtud de nuestros
plenos poderes, firmamos este tratado y le hacemos poner nuestros sellos
en la Ciudad de Buenos Aires, el 1º de Mayo del año de Nuestro Señor de
1865.
C. DE CASTRO
J. OCTAVIANO DE ALMEIDA ROSA
RUFINO DE ELIZALDE
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