Alfonsín, Clarín, y el relato de la inflación.
En este curioso discurso del año mil novecientos ochenta y siete el ex presidente argentino -ya fallecido- pareciera estar refiriéndose a una realidad perpetua, a un siempre presente en el que los problemas de la Argentina giran y giran como una calesita amarrada a su eje. Ese dúo fatídico, que afecta directamente a aquellos que menos poseen: Inflación y Salarios que no alcanzan.
Los militantes peronistas, que compartieron el discurso y lo Titulan “Alfonsín dice de Clarín”, sabrán que ello no basta para ensordecer la mirada, aunque por supuesto, Clarín sea también parte del problema.
Los militantes peronistas, que compartieron el discurso y lo Titulan “Alfonsín dice de Clarín”, sabrán que ello no basta para ensordecer la mirada, aunque por supuesto, Clarín sea también parte del problema.
Lo que se dice sin decir:
Alfonsín admite, asume, que nada le gustaría más que poder satisfacer las demandas salariales de los trabajadores, pero que de hacerlo a la “semana siguiente” ese salario (nominal) volvería a quedar rezagado respecto de los precios. Si esto es así es porque el empresariado, para sostener su masa de ganancias, vuelca los aumentos salariales a los precios… Aunque el ex presidente corre su mirada hacia las especulaciones de los intermediarios y es como si aceptara que eran únicamente ellos, los intermediarios, quienes inflaban los precios calculando ganar más de lo que les correspondía. Los presidentes -de aquella época o de esta que parodia a aquella- saben, como doña Marta, que son los intermediarios quienes inflan los precios, ¿Por qué no actúan para impedirlo? De doña Marta no podemos esperar otra cosa más que ejercer su derecho a quejarse con libertad, después de todo no es ella quien detenta cargos ejecutivos a nivel de Estado.
Asimismo, el por entonces presidente afirmaba que no se podían aumentar los salarios si no se producía más. Es decir, como regla básica la moneda circulante de un país debe intentar ser equivalente a los bienes producidos por éste, después de todo “la moneda” no representa otra cosa que equivalencias dispares (las mercancías que se producen y circulan en el mercado). Lo que omitió Alfonsín, (aunque lo afirme silenciándolo) es que parte esencial del plan económico subterráneo implicaba, entonces, atar aumentos de salarios a los aumentos de productividad, que en otros términos significaba intensificar la jornada laboral, de allí su alusión a la necesidad de producir más.
De modo que, entre todo eso, existía una inflación galopante y salarios que andaban con paso cansado, la responsabilidad la tenían los especuladores intermediarios –con quienes no se tomarían medidas- y Clarín -que inflaba noticias para inflamar a la opinión pública-, pero lo único que proponía el presidente era que se debía producir más.
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