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Arturo Frondizi. Discurso sobre el petróleo. 24 de Julio de 1958

Discurso Radial. A menos de dos meses de haber asumido la presidencia de la República


El 23 de febrero de 1958 el pueblo argentino demostró inequívocamente s voluntad de progreso y realización nacional. En las urnas de ese comicio quedó sellado un compromiso ante la historia derribar las barreras que se oponen al desarrollo de la República y lanzarla Nación hacia el futuro. 

El principal obstáculo al avance del país, es su estrecha dependencia de la importación de combustibles y acero, Esa dependencia debilita nuestra capacidad de autodeterminación y pone en peligro nuestra soberanía, especialmente en caso de crisis bélica mundial.

Actualmente la Argentina importa alrededor del 65 por ciento de los combustibles líquidos que consume. Sobre unos 14 millones de metros cúbicos, consumidos en 1957 aproximadamente 10 millones provinieron del exterior. Es el petróleo que mueve nuestras locomotoras, tractores y camiones, nuestros buques, aviones y equipos militares. Alimenta a nuestras fábricas, da electricidad a nuestras ciudades y confort a nuestros hogares. Es la savia de la vida nacional, y nos llega casi totalmente de afuera. Porque es vital, obliga a los más ingentes sacrificios. Para que no disminuya la provisión indispensable, la Argentina se ha visto obligada a ser simple exportadora de materias primas, que cambia petróleo por carbón. El país trabaja para pagar petróleo importado, petróleo que tenemos bajo nuestros pies y que hasta ahora no nos hemos decidido a extraer en la cantidad que necesitamos.

Esa dependencia de la importación ha deformado nuestra economía. Somos potencialmente uno de los países más ricos de la tierra, y podríamos tener un pueblo con uno de los más altos niveles de vida del mundo. En cambio, vamos empobreciéndonos paulatinamente, La inflación no cede, nuestras máquinas se desgastan y el país está estancado. Cada argentino siente estas consecuencias en su propio hogar, en el creciente costo de la vida, en las dificultades cada vez mayores del transporte y en la imposibilidad de ampliar sus medios de trabajo.


La Argentina no puede continuar por este camino, que se ha convertido en una peligrosa pendiente de declinación. En 1930, cuando éramos poco más de 12 millones, el petróleo y sus derivados insumían me nos del 8 por ciento de nuestras importaciones, y el país producía el 45 por ciento del consumo. En 1957 con 20 millones de habitantes, el petróleo y sus derivados representaron más del 21 por ciento de las importaciones y el país produjo aproximadamente el 35 por ciento del consumo. Todo ello se traduce en estancamiento, paralización y crecientes dificultades para el país. La opción es clara: o seguimos en esa situación, debiendo recurrir a una drástica disminución del nivel de vida del pueblo, con sus secuelas de atraso, desocupación y miseria, o explotamos con entera decisión nuestras riquezas potenciales para crear las condiciones de bienestar y seguridad en un futuro próximo y cierto.


Conocemos la raíz del mal. Sabemos dónde debemos atacar y ahí atacaremos. Se ha de romper el cerco que ahoga nuestra economía y ensombrece nuestro futuro. Vamos a librar una lucha sin cuartel por la felicidad y la grandeza nacional. Hemos librado ya las primeras acciones en el campo de la siderurgia. Impulsaremos la puesta en marcha de los altos hornos de San Nicolás v daremos todo el apoyo necesario a las em presas siderúrgicas privadas y del Estado, para que la Argentina tenga, en el menor tiempo posible, el acero que le permitirá convertirse definitivamente en un gran país industrial.


Pero hoy habremos de referirnos a otra gran batalla: la batalla del pe troleo. Es la más ardua y la más decisiva, pero es también la más llena de esperanzas, porque la libramos en nombre y a favor de la soberanía nacional, con el apoyo del pueblo y con el instrumento que la República forjó y presenta través de todas sus vicisitudes: Yacimientos Petroliferos Fiscales.


Será una batalla frontal y, por lo tanto, difícil y de enorme desgaste. Emplearemos en consecuencia, todos los recursos disponibles. Si el país contar con medios financieros, no titubearemos en aplicarlos a nuestro petróleo. Lo propusimos cuando el Banco Central tenia reservas. Si el 1 de mayo de 1958 hubiera habido oro suficiente en sus arcas, habríamos ido personalmente a retirarlo para entregarlo a YPF.


Pero cuando asumimos el gobierno, las reservas de oro ascendían a 125 millones y medio de dólares, y el conjunto de oro y divisas a poco más de 250 millones de dólares. A su vez, del 1 de mayo al 31 de diciembre habrá que cumplir compromisos por valor de 645 millones de dólares. No disponemos, por lo tanto, ni de un gramo de oro para YPF


Los argentinos no somos hombres de llorar sobre las ruinas. Por el contrario, sobre esas ruinas, estamos dispuestos a construir un porvenir de grandeza y bienestar en un clima de auténtica soberanía nacional. Lo haremos cualesquiera sean las condiciones en que se nos presente la lucha. Lo haremos con prudencia y serenidad, pero con entera energía. No está en juego nuestro destino personal ni la suerte de un gobierno Es una encrucijada de la nacionalidad. O seguimos estancados y empobreciéndonos, y nos convertimos definitivamente en apéndices inertes de intereses extranjeros, o nos ponemos de pie y salimos a defender lo que es nuestro, para que la Argentina aproveche los bienes que la Pro videncia ha depositado generosamente en su seno.


La Argentina tiene reservas suficientes para apoyar esa ofensiva. Las reservas comprobadas se estiman en más de 500 millones de metros cúbicos v las probables, en muchos millones más, que exigirán un gran esfuerzo de exploración y de explotación. Si, al mismo tiempo, se aprovecharan las demás fuentes de energía y se racionalizara el consumo de combustible esas reservas alcanzarán con exceso para cubrir nuestras necesidades. 

Tenemos también el instrumento adecuado. El país cuenta con una empresa fiscal de larga experiencia, técnicos capaces y hábiles operarios. Por obra de los poderosos intereses que han actuado permanentemente en contra de nuestras posibilidades de desarrollo, Yacimientos Petrolíferos Fiscales vio perturbada su eficiencia y presenció el éxodo de profesionales experimentados. Para que cumpla acabadamente la misional por sus grandes propulsores y para que el esfuerzo y la abnegación de obreros empleados y técnicos rinda todos sus frutos, YPF será estructurada de acuerdo con las normas de una moderna empresa industrial Deberá ser, para siempre, la gran empresa industrial del pueblo argentino


La inyección de vitalidad que se dará a YPF no quedará entonces limitada a una simple reorganización. YPF recibirá, además, un enérgico impulso dinámico. El Poder Ejecutivo pondrá a su alcance todos los re cursos disponibles y acelerara la terminación de las obras iniciadas y proyectadas. La construcción del oleoducto del Norte, que ya llega a Tucumán, y las obras del oleoducto de Mendoza, actualmente en licitación, serán concluidas rápidamente. Ambas obras constituyen aportes considerables a la solución de nuestro problema petrolero, pues la producción actual de Salta y la futura de Mendoza se encuentran frenadas por la falta de medios adecuados de transporte del petróleo hasta las gran. des refinerías de San Lorenzo y La Plata. El oleoducto y el gasoducto de Salta permitirán a su vez, encarar la concertación de más amplios convenios con la Republica de Bolivia, que faciliten la adquisición de una parte sustancial del petróleo y del gas que produce ese país hermano.


Para incrementar la producción se apresurará, también, la perforación de pozos en las zonas donde YPF cuenta con medios de transporte suficientes. Aquí no caben dilaciones. Estamos resueltos a extraer la mayor cantidad de petróleo en el menor lapso posible. Para ello YPF utilizará sus propios recursos y, de acuerdo con lo anticipado por el Poder Ejecutivo en el mensaje leído ante las Cámaras el 1 de mayo ultimo, recurran también a la cooperación del capital privado, sin dar lugar a con cesiones ni a renuncias del dominio del Estado sobre nuestra riqueza petrolífera. Por lo tanto, esta cooperación se realizará a través de YPF y mediante pagos exclusivamente en moneda nacional y en dinero extranjero. No se pagará en petróleo ni se perderá el dominio del país sobre las arcas que se exploten. Todo el petróleo que se produzca aumentar el so lumen de transporte, industrialización y comercialización de YPF.


La acción del Poder Ejecutivo se realizará únicamente a través de YPE Esta en juego el destino del país y cualquiera sea el terreno en que se libren sus batallas, esta lucha tiene un solo objetivo: lograr que la Argentina rompa las ataduras que traban su desarrollo y permitir que lance hacia su total realización nacional. Por lo tanto, cada paso que demos hacia ese objetivo, será un paso hacia la transformación de nuestra estructura económica y será, también, un paso más hacia la afirmación de la soberanía nacional.


Así quedará consagrada la voluntad de realización nacional que mueve en esta hora al pueblo argentino.

Este es el mensaje que deseaba transmitir al pueblo argentino. Marca sólo el comienzo de la lucha. Nos queda todavía un largo camino por recorrer. Hasta llegar al autoabastecimiento, y aún más allá. Porque maestro consumo actual está muy por debajo de las reales necesidades del país, habrá que adoptar nuevas y trascendentes decisiones.


Sabemos que vamos a ser atacados. Seremos combatidos por cuantos están ligados a la importación de combustibles, a quienes no les interesa que extraigamos nuestro petróleo ni les conviene que la Argentina rompa la cadena que ahoga su autodeterminación.


Se nos combatirá también en nombre de supuestas ideas avanzadas, olvidando que la capacidad revolucionaria de un pueblo para cumplir sus destinos, no se la demuestra con afirmaciones enfáticas ni posiciones dogmáticas Se la demuestra con hechos concretos que, partiendo de la realidad, tiendan a transformarla rápidamente al servicio de la Nación y de todo el pueblo argentino.


Vamos a defender con inquebrantable firmeza los intereses del pueblo argentino. La vanguardia de esta lucha serán los hombres de YPF, ex ejército silencioso y abnegado de obreros, empleados y técnicos, forjado en el ejemplo de ese gran visionario práctico que fue el general Mosconi y que ha hecho de la empresa fiscal un verdadero bastión de la soberanía nacional.


Nuestra fuerza se afirma, además, en el hecho concreto de haber lo grado crear, en sólo ochenta y cinco días de gobierno constitucional, el clima de seguridad jurídica y confianza en el país que ha permitido desarrollar un programa de inversiones de tan considerable magnitud.


Pero el factor determinante de nuestra decisión ha sido el apoyo del pueblo, que nos consagró gobernantes por más de cuatro millones de votos, en nombre de una clara voluntad de soberanía, bienestar y progreso nacional Para librar esta batalla que decidirá nuestro futuro, tenemos el petróleo y tenemos a YPF, pero sobre todo, tenemos al pueblo. Porque estamos seguros de que en esta lucha nos acompañan no sólo quienes nos Tan votado, sino millones de argentinos que no nos votaron, pero que saben anteponer a su militancia política, su profunda pasión argentina. 

Tenemos plena conciencia de la responsabilidad que asumimos. Nos hemos fijado objetivos concretos y estamos inexorablemente dispuestos cumplirlos Libraremos la batalla del petróleo con toda la fuerza que tenemos, y con La ayuda de Dios. Ensancharemos la brecha por donde la patria argentina proseguirá, con nuevo empuje, la marcha hacia su glorioso destino.





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